Francisco Brines. Foto FFB

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El Cultural

Francisco Brines: “La poesía significa hoy para mí más que nunca”

El poeta, ganador del Premio Cervantes 2020, recibe el galardón con alegría y como un reconocimiento a su generación, y afirma vivir todavía la poesía con gran pasión

17 noviembre, 2020 12:20

“Me voy amando mucho la vida. Me ha dado tristezas, pero también una vocación”, comentaba Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) hace unos años en una charla con El Cultural en la que también reconocía, entre risas, haber perdido cuatro de los cinco sentidos: “Ni veo, ni oigo, ni huelo ni tengo ya el sentido del gusto. Sólo me queda el tacto, sin matices, apenas distingo entre sólido y líquido”.

Ahora, “confinado”, como él dice en su casa olivense de la partida de Elca y postrado en una silla de ruedas tras sufrir dos infartos y algún que otro problema de salud, celebra la concesión de un Premio Cervantes que sirve de colofón a una fructífera carrera poética y que le da una “cierta seguridad de que mi poesía ha llegado a muchos lectores desconocidos”. En realidad, explica, “todo poeta suele desconocer a sus lectores, por eso este galardón me alegra, porque indica que mi trabajo ha llegado a una serie de lectores que justifican la escritura de mi poesía”.

También reconoce Brines, afecto en sus versos a desentrañar el paso del tiempo, que lo primero en lo que pensó al recibir la llamada del ministro fue en su madre, “que siempre pensó que con esto de la poesía no iba por el buen camino. El día en que le dije que quería ser poeta se disgustó, pero respetó plenamente mi vocación. Me gusta pensar que este premio le alegraría y le demostraría que elegí el mejor camino posible”.

Desde siempre, Brines ha dicho que su poesía “gira en torno a las preguntas que me hago desde la reflexión o el asombro ante la vida”, un asombro que, pese a lo que pueda parecer, no cesa con los años. A día de hoy, “por poesía todavía entiendo el encuentro con lo intenso y lo profundo, por eso prefiero quizá la poesía que surge desde dentro y que se va descubriendo ante quien la escribe, ante aquel que la halla en él mismo al escribirla. Eso es la poesía para mí”, sentencia el escritor, de cuya obra el fallo del Cervantes ha destacado "que va de lo carnal y lo puramente humano a lo metafísico, lo espiritual, hacia una aspiración de belleza e inmortalidad”.

La amistad de la poesía

Pero más allá del puro goce poético, que ha determinado todos y cada uno de sus versos durante más de seis décadas, Brines manifiesta que la poesía le ha dado un lugar en el mundo, “me ha permitido ser actor de la vida en la que he estado, es decir, me siento, coetáneo de cualquier poesía actual porque por la poesía yo me siento más persona de hoy que de ayer”. En este sentido, el escritor afirma que “siempre he dicho que solo era poeta en el momento de escribir poesía. En todo lo demás he sido yo como hubiera sido sin ser poeta. Entonces, lo que a mí me define ahora este premio es que justifica mi existencia, sobre todo, como poeta”.

Pero, como decía hace unos días Luis Mateo Díez tras recibir el Nacional de las Letras, Brines destaca que una de las cosas más grandes que le ha dejado el ejercicio de la poesía, de la literatura, “es la amistad que he consolidado con otros poetas. De hecho, ganar este galardón me hermana todavía más con amigos que también lo han recibido, como Bousoño o Aleixandre”.

Y en este sentido, el poeta guarda un gran recuerdo para esa generación de los 50 de la que es, junto a Caballero Bonald o Antonio Gamoneda, uno de los últimos representantes. “Este un premio para esa generación, que tuvo poetas magníficos, de lo mejor que ha dado la poesía española del siglo XX. Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente... Tengo muy buen recuerdo porque de unos fui también amigo. Como eran muy buenos poetas y como me hacía feliz la lectura de la poesía, leerlos a medida que iban saliendo, suponía para mí una enorme felicidad. Por un lado, tenía la amistad y por otra, la poesía, dos caras de una moneda”.

Un nuevo horizonte

Sin embargo, mirar atrás no significa olvidar el presente ni el futuro, que para Brines toman la forma de, como no, poesía. Si bien su escritura se ha ido tornando morosa con el paso de los años: "nunca he forzado la escritura. No escribo con voluntariedad, sino sólo cuando hacerlo se convierte en algo necesario. Digamos que paso por momentos de barbecho", confesaba a El Cultural hace casi una década. No obstante, también explica que, en la actualidad, “la poesía significa hoy para mí, más que nunca. Ahora que vivo prácticamente confinado, se ha convertido en un auténtico refugio”.

Y adelanta que tiene un nuevo libro en marcha y que ya tiene título: Donde muere la muerte. “¿Y dónde muere la muerte?”, se pregunta Brines, “Pues donde vive la poesía. La poesía da siempre vida y da compañía. Cuando leemos a un poeta, por ejemplo, alguien tan lejano como Jorge Manrique, lo sentimos contemporáneo, nuestro. Más que contemporáneo, coetáneo. Esa es la inagotable magia de la poesía”.