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Manuela Mena: “Goya lo analiza todo desde la racionalidad más absoluta”

El Museo del Prado celebra su bicentenario con una exposición de más de 300 dibujos del artista que recorre toda su producción

18 noviembre, 2019 12:05

Goya es uno los artistas referentes dentro de la colección del Museo del Prado, que atesora gran parte de los dibujos del artista. El primer volumen del Catálogo razonado, realizado junto a la Fundación Botín de Santander, se publicó en 2018 y el segundo, en el que se recogerán Los Caprichos, el Álbum A y el B, verá la luz el año que viene. Mientras tanto, una muestra de toda su producción es lo que podemos ver en Solo la voluntad me sobra, en el Museo del Prado desde el 20 de noviembre hasta el próximo 16 de febrero. La selección de os más de 300 dibujos, comenta José Manuel Matilla, comisario junto a Manuela Mena (Madrid, 1949), ha sido fácil porque la pinacoteca atesora la mitad de sus dibujos. “La idea era presentar en un recorrido cronológico los grandes temas presentes en su obra”, vigentes porque “reflejan la problemática de las sociedades actuales”. 

El primer paso fue escoger los dibujos de la colección del museo y observar las lagunas en el relato que querían contar, para pedir préstamos relevantes a otras colecciones. “Hay muy pocos dibujos conocidos de su primera etapa porque son bocetos preparatorios para cartones de tapices o para algunos de los primeros aguafuertes que hace reinterpretando a Velázquez”, recuerda Manuela Mena, gran experta en el genio zaragozano, y jefa de Conservación de la pintura del siglo XVIII y Goya hasta enero de 2019. El por qué no hay muestras de esta etapa es sencillo: eran simples preludios sin demasiado interés. 

Entre dibujo y dibujo, explicación y explicación, Matilla va y viene, cuelga las últimas obras, cierra una vitrina o coloca el Cuaderno de Italia junto a las cabezas de ángeles que abren la muestra. Así, recuerda cómo, a pesar de que Goya no tiene el apoyo de la academia, sabe que estar en Italia es importante y decide ir. “Para nosotros es interesante ver lo que acepta y lo que rechaza o no le interesa”, comenta Mena, con quien continuamos el recorrido por la muestra. 

De izquierda a derecha: 'Otra en la misma noche', Cuaderno C (1808-14), 'Caricatura alegre', Cuaderno de Madrid (1795-96) y 'Joven bailando al son de una guitarra', Cuaderno de Sanlúcar (1794-95)

Pregunta. ¿Qué cosas no le interesaron en su estancia en Italia?

Respuesta. No coge nada de Rafael, ni de Miguel Ángel y sí cosas de la antigüedad. Es interesante porque la gente piensa que Goya es un artista que solo mira la realidad y en su cabeza hay brujas y demonios y no es cierto. Entendemos que cuando Goya, en sus capitulaciones de boda, dice que había ido a Roma para estudiar el dibujo en la Academia de allí, había estudiado el natural mucho mejor que Maella, Bayeu, Castillo y todos sus compañeros.

P. Al principio ha comentado que no se conservan los dibujos de su primera etapa porque a él mismo no le interesaban. ¿En qué momento toma el dibujo como un género en sí mismo?

R. Cuando empieza a pensar en Los Caprichos, en la década de 1790. El dibujo es siempre un paso pero en él se convierte, como en los artistas modernos, en un género independiente, con valor en sí mismo. Creemos que cuando en 1792 va a Cádiz a ver a Sebastián Martínez y Ceán Bermúdez, que es cuando se pone malo y casi muere, ya estaba pensando en Los Caprichos.

"Las brujas de Goya no son brujas porque no cree en ellas, sino símbolos del mal", Manuela Mena

P. ¿Hasta qué punto le obsesionan los detalles en sus dibujos?

R. Profundamente. Con ellos define, por ejemplo, a la mujer que tenemos delante y a qué tipo de esclavitud está sometida. Los Caprichos son importantes por eso. Primero hace los Sueños y la figura de la bruja en muchas ocasiones se refiere a la prostitución. Las brujas de Goya no son brujas porque no cree en ellas, sino símbolos del mal. Él solo cree en los cuerpos humanos. 

P. En definitiva, cree en la crueldad del ser humano, ¿no?

R. Siempre. En ese sentido es muy moderno, porque desde el primer momento le interesa investigar sobre el ser humano, desde la maldad profunda hasta la bondad. Todo está en sus dibujos. En torno a Goya hay mucho de absurdo, se oye que creía en brujas y estaba loco pero era un artista de la Ilustración, un racionalista profundo.

P. ¿Por qué ha habido tanto malentendido en torno a su figura?

R. Porque no había mucha documentación y durante el Romanticismo, en el XIX en Francia y en España a final de siglo, se llegan a hacer obras falsas como si fueran de él. Hemos pasado más de 20 años limpiando esa imagen pero no se consigue del todo porque en el imaginario perdura esa idea de Goya como una persona machista, nacionalista o torero. Pero era muy racional y político, siempre pendiente de llevarse bien con todos. Se ha oído que se ríe de los reyes pero eso no se le ocurre jamás.

P. ¿Cuáles son los temas a los recurre una y otra vez?

R. Siempre son los mismos pero nunca los trata de la misma manera. Le interesa la violencia y la denuncia desde joven. En Los desastres de la guerra se ve claramente que a la violencia de los franceses responde la violencia de los españoles y a esta responden los franceses como en las pinturas del 2 y el 3 de mayo. La violencia llama a la violencia. Para Goya lo más importante es desterrarla, no lo puede soportar. En el cartón La riña en la venta nueva plantea las formas de matarse unos a otros, desde la piedra primitiva y el bastón hasta el que llega con la pistola. La violencia contra la mujer la analiza de una forma racional. La interpretación que hace es nueva. Los Caprichos son una denuncia de la sociedad. 

Los cuadernos de Goya

'Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la de Madrid' (1814-1816)

Tras esta incursión en Los Caprichos de Goya llega el turno de sus cuadernos, en los que retrata los temas que más le interesan. Aunque su obra evoluciona según Matilla, “mantiene una forma de dibujar muy sutil”. Primero se dedica a los “contornos y va añadiendo capas y haciendo trazos en zigzag. Es el artista más coherente que existe”. Cuando en 1799 los publica, el gobierno de Jovellanos da paso a un gobierno más cerrado, se restablece la Inquisición y no puede vender sus estampas. Por esa razón, “entrega las planchas al rey y más tarde admite que le habían acusado a la Santa Inquisición”, recuerda Mena. 

Es entonces cuando empieza a reflexionar sobre la locura para analizar “qué significa y cómo se tratan a los locos en España”. También dibuja a gente que se está marchando del pueblo, a esclavos.... “Los títulos obligan a la reflexión, siempre hay una doble lectura”, cree Matilla. En realidad lo que Goya hace es un retrato de “la sociedad de todos los tiempos, muy atemporal”, añade Mena. 

"A Goya le interesa investigar sobre el ser humano, desde la maldad profunda hasta la bondad", Manuela Mena

En la sección dedicada a la violencia se entreveran series como Los desastres de la guerra y la Tauromaquia. Estas las acomete por iniciativa propia, no son fruto de un encargo. “En el caso de Los desastres le piden una serie conmemorativa pero lo hace de manera absolutamente diferente. De hecho, al mismo tiempo que Goya está con ello Juan Gálvez y Fernando Brambila hacen un proyecto de las ruinas de Zaragoza en el que exaltan el patriotismo y muestran la destrucción pero siempre con un punto de vista muy crítico hacia el francés y heroico hacia el español”, explica Matilla. Sin embargo, Goya se posiciona en ambos bandos porque le preocupan las víctimas. “Critica las consecuencias de la guerra, no solo de la violencia sino lo que esta conlleva: el hambre, la prostitución, la muerte o la represión”. Algo similar ocurre con la tauromaquia: al contrario de lo que muchos piensan, sus escenas “no son una exaltación de la fiesta nacional sino una crítica a la violencia”, afirma Mena. 

P. La mujer o la vejez son temas que también se repiten.  

R. Lo único que le importa es entender quiénes somos, por qué actuamos como lo hacemos y la máscara que tenemos cada uno de nosotros.

'Autorretrato' (1796) y, a la derecha, 'Aun aprendo', Cuaderno de Burdeos I (1826)

P. Quizá lo inquietante sea descubrir, tras recorrer la exposición, que a pesar de todo tampoco hemos cambiado tanto.

R. No sé si desde Altamira hemos cambiado algo porque todo sigue centrado en el no matarás, no desearás a la pareja de tu prójimo… Eso que está en su sociedad, está en la nuestra. Son las mismas preocupaciones. Hemos podido avanzar en determinados aspectos al utilizar la técnica que nos da una apertura máxima o una cerrazón aún peor. Ahí estamos. 

P. ¿El pensamiento de Goya es pesimista o es esperanzador?

R. No es deprimente. Todos los hombres de la Ilustración eran optimistas, pensaban que iban a cambiar el mundo, que con la Enciclopedia se había acabado la ignorancia. Para él, lo más terrible es la guerra, la violencia, la desesperación aunque cree que va a cambiar porque las leyes de sus amigos combaten la prostitución, la mendicidad, etc. Y, sin embargo, no cambia casi nada y Goya, que mantiene la curiosidad intacta, medita sobre ello en su obra y acentúa su pesimismo. La sordera tampoco le importa, por mucho que digan. 

“Los títulos de sus dibujos obligan a la reflexión, siempre hay una doble lectura”, José Manuel Matilla

P. Sin embargo, mucha gente aún atribuye las Pinturas negras a la locura 

R. Para nada, las Pinturas negras siguen asociadas a estudiar quiénes somos. Lo analiza todo desde la racionalidad más absoluta.

P. ¿Diría, entonces, que Goya trasciende la figura del artista?

R. Sí, era un pensador, un humanista. Sus dibujos y su técnica son muy actuales. Las pesadillas de su cuaderno no son las suyas sino símbolos de los problemas de la España de su tiempo. Su legado es el retrato de una sociedad que podría ser la de hoy.

Al servicio del Museo del Prado desde 1980

Manuela Mena. Foto: Andrés Valentín-Gamazo © Fundación Amigos del Museo del Prado

P. En enero 2019 anunció que dejaba su cargo de conservadora del Museo del Prado tras décadas trabajando en el museo. ¿Qué balance hace?

R. Cuando hice prácticas en el Prado estaba estudiando los dibujos italianos en Madrid y estudié los del Prado en el 78. Luego hice las oposiciones para Conservador de Museos, que era específico de dibujos y estampas del Prado. Por diversas circunstancias en 1981 hubo una crisis que afectaba al Prado, el director José Manuel Pita Andrade se fue y nombraron a Federico Sopeña. Era la primera vez que alguien de fuera del mundo del arte se hacía cargo del museo y el subdirector, Alfonso Pérez Sánchez, dimitió también. Entonces, el ministro de Cultura Javier Tusell consideró que yo era la adecuada para tomar la subdirección y acepté. Estuve 16 años, desde 1981 hasta 1996.

P. ¿Qué pasó entonces?

R. Hicieron una remodelación en el museo y dejé la subdirección para encargarme de Goya. Me di cuenta de que estaba mal estudiado y que había muchos errores, leyendas e identificaciones erróneas de sus obras. Y a mí, como historiadora, me parecía que era lamentable. Lo tomé como un reto porque era ir en contra de la ignorancia de la gente. Esa búsqueda firme de la verdad es difícil porque te atacan pero es lo que me ha movido desde pequeña. Además, siempre he tenido claro que quería el servicio público, no quería trabajar ni para un museo privado, ni para un coleccionista particular ni para el mercado. Y la única manera era hacerlo desde el Prado.

P. ¿Seguirá vinculada a Goya?

R. Sí, seguiré vinculada al museo y al saber, no puedo dejar de ser quién soy. Investigando y escribiendo por supuesto y comisariando veremos, creo que los jóvenes tienen que coger el testigo.

P. ¿Hay generaciones jóvenes que puedan hacerlo?

R. Los jóvenes, tan solo por serlo, están más de acuerdo con lo que decimos actualmente de Goya. Pienso que lo que estamos haciendo lo tienen asumido y saben que hay que seguir por ahí.

@scamarzana