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El Cultural

Seth: “Ahora toda la cultura es cultura pop”

El dibujante, figura fundamental del cómic de autor, presenta en España la edición íntegra de Ventiladores Clyde, fruto de 20 años de trabajo

31 mayo, 2019 20:34

A la hora de la siesta, en un día especialmente caluroso para finales de mayo, aparece por el barrio de Malasaña con su traje gris claro impoluto, corbata, camisa blanca de cuello francés, sombrero, gafas de pequeños cristales redondos, guantes, sobretodo y bastón. La gente se gira al verlo pasar. Es un visitante de otra época.

Bajo esa apariencia old-fashioned se esconde Seth (alias de Gregory Gallant), leyenda del cómic alternativo norteamericano. Pero lo suyo no es solo fachada. Es bien conocida su pasión por todo lo que tiene que ver con la cultura y la estética de la primera mitad del siglo XX, refugio en el que se aísla de un mundo moderno que le provoca rechazo.

El dibujante está por primera vez en España para promocionar la edición íntegra de Ventiladores Clyde, fruto de 20 años de trabajo que publicó de manera serializada en su revista Palookaville y que la crítica especializada y medios como The Guardian y Publishers Weekly han señalado como obra maestra del género. Tras su publicación integral en un único tomo por la editorial estadounidense Drawn & Quarterly, el sello Salamandra Graphic lo lanza en España. Seth estará firmando ejemplares en la Feria del Libro de Madrid este sábado, 1 de junio, en las casetas de La Buena Vida (n.º89, a las 12:00) y The Comic Co. (n.º 64, a las 19), y los días siguientes visitará Bilbao y Barcelona.

Viñetas de Ventiladores Clyde

Ventiladores Clyde cuenta la historia de dos hermanos, Abraham y Simon Matchcard, que heredan un negocio familiar de ventiladores que tuvo su apogeo en los años 50 pero que la irrupción del aire acondicionado (tren que dejaron escapar) condena a un lento e inexorable declive. Seth, experto en destilar en viñetas la nostalgia, el paso del tiempo y la derrota bajo la implacable rueda del progreso, juega con el tiempo, experimenta con las técnicas de la narración secuencial y pone el foco en los pequeños detalles para dotar del máximo interés y belleza a una historia sencilla y agridulce sobre la constancia, el fracaso y la búsqueda del sentido de la vida.

"La manera en la que cuentas la historia es lo más importante de un cómic, más que el dibujo, la escritura, los personajes y la historia en sí misma"

P. ¿Cómo se le ocurrió la historia de Ventiladores Clyde?

R. Hace muchos años vi en Toronto la fachada de una tienda llamada Clyde Fans [Ventiladores Clyde]. Estaba cerrada. Miré dentro y las fotografías de dos hombres en la pared del fondo. Era 1988 pero todo lo que había dentro parecía de 1962, eran reliquias. Me pregunté quiénes serían aquellas dos personas, cómo sería su vida, y ese fue el impulso inicial de la historia. Después me di cuenta que lo que me interesaba en realidad era asomarme a un mundo extinguido. Empecé a juntar partes de la historia y unas modificaron a otras. Creo que la mejor escritura surge cuando no sabes muy bien de qué trata la historia. La historia se averiguará a sí misma o los lectores lo harán por ti. Lo importante es sentir que todo encaja. Hay una magia maravillosa en dejar simplemente que el cerebro vaya inventando cosas.

P. ¿Entonces cuando empezó a dibujar no tenía un esquema mental previo?

R. Sí que lo tenía. Cuando empecé a dibujar Ventiladores Clyde hace 22 años, sabía exactamente de qué iba a ir la historia, conocía todas las escenas y los capítulos, aunque no los diálogos. No escribí un guion porque me parece aburrido, pero sí tenía muchas notas. Lo divertido de los cómics es que la escritura es el dibujo. Aunque tengas las notas previas, hay una espontaneidad a la hora de dibujar que da vida a cosas inesperadas. Eso consigue mantener la frescura del trabajo después de 20 años.

P. Hay cambios de estilo gráfico a lo largo de toda la obra. ¿Cómo se fueron sucediendo?

R. Sí, el libro es muy diferente de la página 1 a la 400. Hay un gran cambio no planeado en el dibujo; es casi imposible mantenerlo igual a lo largo del tiempo incluso en dos años, así que imagínate en veinte. También ha cambiado mi estilo de storytelling, la manera en que cuento la historia. Al principio se parece más al libro que había hecho antes, La vida es buena si no te rindes: un estilo de cómic muy canónico en el que ves al personaje moverse y hacer cosas. El final del libro se parece más a las memorias que estoy haciendo ahora, con muchas viñetas por página y un dibujo que adopta un punto de vista distante que se parece a recorrer un paisaje plano de manera lateral, en lugar de introducirte en el ambiente. Para mí la manera en la que cuentas la historia es lo más importante de un cómic, más que el dibujo, la escritura, los personajes y la historia en sí misma. Para eso el cómic ofrece más posibilidades incluso que la prosa o el cine. Puedes acelerar el tiempo, ralentizarlo, hacer viñetas a toda página o muy pequeñas. Es algo apasionante.

P. ¿Cómo se sintió al acabar la historia después de 20 años?

R. Me sentí feliz de que acabara. Ya estaba harto de hacerlo y tenía miedo de que pasara algo y no pudiera terminarla, que me muriese o me cansara. Me sentía bien haciendo el trabajo, pero no era el tipo de proyecto que te hace abalanzarte hacia el estudio lleno de inspiración cada día. Era más como: “OK, debo trabajar en esto para cumplir con la visión que tuve”. Cuando acabé no lo vi como un triunfo, pero sí sentí satisfacción, sobre todo porque lo que me esperaba a partir de entonces eran solo proyectos nuevos en la mesa de dibujo. Ahora siento que Ventiladores Clyde está fuera de mi vida, incluso ahora que lo estoy promocionando y hablando de él.

P. Hay quien identifica a Simon, el más frágil y ensimismado de los dos hermanos, con usted. Es solitario, se le da bien el dibujo, es un apasionado de los objetos antiguos… Hasta se parece a usted. ¿Hasta qué punto se identifica usted con él?

R. No tanto como con Abraham. Probablemente los dos hermanos se parecen a mí. Pero aunque yo he pasado mucho tiempo solo, no soy una persona infeliz como Simon. Hay una gran diferencia entre ser solitario [alone], que está muy bien, y estar solo [lonely], que es terrible. Aunque Abraham es un poco abusón y agresivo, está involucrado en la vida activamente, y yo soy más de ese tipo. Valoro la introversión y pasar tiempo solo, pero siempre estoy haciendo y planeando cosas, no vivo aislado.

"Aunque en el futuro solo haya diez personas interesadas en mi obra, habrá merecido la pena"

P. En el primer capítulo, un Abraham ya anciano reflexiona sobre la posteridad, sobre lo que quedará de nosotros cuando ya no estemos. En su caso, confiesa al lector, solo quedarán los albaranes de las ventas que hizo, un montón de papeles amarillentos desperdigados por ahí que constituyen la única prueba de que existió. ¿A usted le preocupa la permanencia en este mundo a través de sus obras, como a tantos artistas?

R. Pienso en ello todo el tiempo. Soy consciente de que la mayoría de los artistas que me interesan están muertos y mi relación con ellos es a través de las obras que dejaron. En realidad nunca tengo deseo de conocer a los artistas, hay muy pocos de los que desearía conocer personalmente. Lo que me importa de ellos es su obra, lo que tiene que ver conmigo, lo que tomo de ella y cómo la uso para construir mi propia identidad. Hay un artista británico, Edward Bawden, de los años 20 a 60, que me gusta mucho. Pero lo que me interesa es el corpus de obra que dejó: un montón de papeles, libros de recortes, arte gráfico y acuarelas. Me interesa la idea de que todas mis cosas probablemente sobrevivirán cuando yo ya no esté y que haya gente que se relacione con ella. Aunque no puedes garantizar que serás un artista importante en el futuro. De hecho apostar tu vida a que alguien estará interesado en ti cuando mueras es una mala apuesta porque muy pocos artistas llegan a ser tan importantes. Pero aunque en el futuro solo haya diez personas interesadas en mi obra, habrá merecido la pena.

Pregunta. ¿Cómo surgió su pasión por la cultura y el estilo visual de la primera mitad del siglo pasado?

Respuesta. Vino por sí solo. La casa donde crecí estaba llena de cosas de los años 20 a 50, de cuando mis padres eran jóvenes. Eso dejó una huella en mí, aunque a los veinte años no pensaba en eso. Entonces era un punk rocker, y unos años más tarde me convertí en un tío que lleva trajes. No era una declaración de principios, simplemente me gustaba mucho la ropa de los años 40. Eso me llevó luego a escuchar música antigua, jazz, blues… Me interesé por el diseño de esa época, ya había trabajado en Mr. Eggs sobre la época Art Déco y las visiones del futuro que tenían en los años 20, pero entonces empecé a interesarme más por todo ello y empecé a rechazar la era moderna. Era sobre todo eso. No tanto que quisiera vivir en los años 40, sino que no quería vivir en 2001. Con el tiempo he hecho las paces con el mundo moderno, y además tienes que vivir en él. No se puede vivir en el pasado.

P. ¿Qué aspectos de la era moderna le causan ese rechazo?

R. Antes había una mayor división entre cultura pop y cultura. Pero ahora toda la cultura es cultura pop. No debería quejarme de ese cambio porque como dibujante de cómic me beneficio de ello. Nadie leería mis libros en 1955. Entonces había cómics para niños, cómics de humor, pero si pretendiera hacer cómics serios para adultos el resultado habría sido terrible. Ahora nadie ve nada malo en leer una historia adulta en un cómic, pero aun así no me siento cómodo en un mundo en el que nadamos en cultura pop. Hablar del pasado significa que te vendan nostalgia. Hoy se trata sobre todo de venderte cosas para captar tu atención. Me desmoraliza la baratura de la cultura pop, hay mucha vulgaridad. Es como si fuera una tubería por la que te vierten cosas y te comes lo que te echen. Empieza a parecerse a una distopía futurista, con una clase superior rica y estrategias para mantener a los demás ocupados con basura. Tiene que haber algo más en la vida que eso.

»Soy consciente de que 1950 no es la respuesta, lo que me interesa no es el orden social de entonces, no quiero decir “como soy un hombre blanco, habría sido más feliz entonces”. Lo que me interesa de aquella época es la formalidad, las viejas reglas de comportamiento y el vestir. Ahora todo el mundo viste de manera muy casual, dentro de unos años iremos ataviados con bolsas. Por otra parte, la tecnología ha cambiado cómo interactuamos y cada vez estamos más aislados, no nos está ayudando a arreglárnoslas. Lo que observo online es un aterrador colapso de la sociedad que conduce a un retroceso en el progreso social. Cada vez la gente se atrinchera más en sus respectivos grupos y opiniones. Es algo alarmante.

P. ¿Cómo ve el presente y el futuro del mundo de los cómics?

R.Hoy el mundo de los cómics es el mejor mundo que podía imaginar. No parecía que fuera a pasar. En los 80, cuando empecé, no tenía la esperanza de hacerme famoso, menos aún en el mundo del cómic underground, que era una subcultura muy pequeña. No tenía un futuro prometedor. Con colegas como Chester Brown nunca hablábamos del éxito, solo de hacer un buen trabajo, conseguir publicar en una editorial y quizá una reseña en una revista de cómics. Esa es toda la atención que recibirías. Y resulta que ahora estoy en España, siendo entrevistado por un libro grande en tapa dura, incluso han hecho un documental sobre mí… Todo esto no entraba en mi imaginación, y no se debe solo a que los dibujantes de mi generación fueran tan buenos, algo hizo que el mundo cambiara. Nunca sospeché que el cómic encontrara su lugar en el mundo moderno. Parecía que iban hacia la desaparición, y han encontrado su nicho. ¿Y adónde van? ¿Pueden formar parte del futuro del mundo multimedia? Es un tipo de medio muy anticuado, son solo imágenes en un papel, o en una pantalla, pero en cuanto se les añaden movimiento o sonidos dejan de ser cómics. A lo mejor son demasiado anticuados para el futuro, pero lo cierto es que aún miramos pinturas... Quién sabe, pero soy optimista.