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El Cultural

Nueva vida para la vieja pintura

Con la muralla china como telón de fondo, trece artistas presentan formas diversas de hacer pintura en la galería Luis Adelantado de Valencia

30 mayo, 2019 14:22

Durante la construcción de la Muralla China. Galería Luis Adelantado. Bonaire, 6. Valencia. Comisario: Ángel Calvo Ulloa. Hasta el 26 de julio. De 600 a 13.000 €

Con la muralla china como telón de fondo, trece artistas presentan formas diversas de hacer pintura. No hay en esta exposición, Durante la construcción de la muralla china, un tema concreto ni situaciones formalmente modélicas, como subraya su comisario, Ángel Calvo Ulloa, sacando a escena a artistas de distintas generaciones y utilizando como único hilo conductor a la propia pintura. Esta visión caleidoscópica se cristaliza en múltiples procedimientos con los que los autores entran y salen del marco, algo que podría resultar desorientador. Sin embargo, y aún cuando parece premeditada la búsqueda del extravío, a medida que la muestra va desplegándose en los sucesivos niveles de la galería, asoman varios ejes esclarecedores.

La pintura no parece ser un fin en sí mismo, sino un lugar desde el que partir y donde desaparecer para ser otra cosa. Destacan aquí las interesantes obras de Antonio González, Irene Grau, Fuentesal & Arenillas, Regina Giménez y Elena Alonso que van de procedimientos en los que se asientan intereses constructivos a actuaciones más performativas. Aunque la pintura está, al mismo tiempo la vamos perdiendo de vista. Son extraordinarios los cartones negros de Antonio González y su inquietante lienzo grafiteado (Work 20). También las pequeñas telas negras pintadas con ceniza (On What Is Left) de Irene Grau y su dramático lienzo blanco encajado entre paredes. No menos perturbadores resultan los raspados de Fuentesal & Arenillas en el díptico Doule Stone, más allá de sus impecables juegos constructivos con tablero de fibra en Tangram III y IV. Constructivas o edificantes, según cómo se mire, resultan las obras presentadas por Elena Alonso (las series Baldosa y Frontón) en un irónico juego óptico de toma y daca con la pintura.

La pintura no parece aquí ser un fin en sí mismo, sino un lugar desde el que partir y donde desaparecer para ser otra cosa

El juego, como el sentido del humor, algo que no esconde efectos dramáticos puntuales, está presente en los trabajos de Regina Giménez donde la pintura se dispone prêt-à-porter en viejas mesas de camping o en una alfombra (Ciatherme). Así, las utopías que llevaron al arte de un lugar a otro para ser usado, se ponen aquí al alcance de la mano o, mejor dicho, de los pies. No deja de ser, por viejo, renovador, cuando la pintura se expande a soportes que no le son propios, pero con los que necesariamente tiene que convivir.

Lo precario, vinculado a las derivas procesuales es, junto al juego y el humor, un gesto irreverente que campa también a sus anchas en esta exposición. Así podemos entender los acrílicos y esprays con los que muy sardónicamente Taxio Ardaz se emplea en sus tentadores papeles. Y no son menos estimulantes las obras de Alex Marco, que asalta el soporte también con espray creando audaces toques dramáticos. De otro lado, los conocidos óleos y esmaltes de Rubén Guerrero y su esmerada forma de engañar al ojo, sitúan el pintar en aguas movedizas, para bordear aquello que pudiera tener la pintura de decorativo. Esto que Mercedes Mangrané amarra en lienzos llenos de óleo, mientras Alan Santre y José Díaz recurren a los procedimientos más convencionalmente pictóricos para tratar de subvertirlos en ademanes no exentos de cierto feísmo. Lugar aparte merece la obra de Miguel Marina, que atiende a lo instalativo para que la pintura se deje ver de otra manera.