Image: Cristina Lucas

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El Cultural

Cristina Lucas

De visita en la casa de Frankenstein

13 julio, 2016 02:00

Boris Karloff como Prometeo en El doctor Frankenstein (James Whale, 1931)

Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...

Las grandes narrativas están mal consideradas en el siglo XXI, todos estamos de acuerdo en esto. Sin embargo, pareciera que el motivo tenga que ver con que no son lo suficientemente grandes como para que todos quepamos en ellas. Recuerdo un verano no tan lejano, cuando decidí leer Frankenstein, o el moderno Prometeo. Quizá por cariño hacia la autora, Mary Shelley, hija de Mary Wollstonecraft.

Había visto tantas versiones de la historia en cine, cómic, series de televisión, anuncios, discos, etc. como cualquiera de los lectores de esta nota. Lo leí cuando la Posmodernidad de los mass media se había convertido ya en Hipermodernidad bajo la influencia de Internet. Pensaba que su lectura resultaría casi aburrida por contar con tanto "material extra"; nada más lejos. La identificación con el monstruo es inmediata. Esa criatura con tantas aristas, recompuesta con material de desecho, resultado de una tecnología difícil de asumir, inmediatamente empatiza con los propias cicatrices que el lector trae consigo. Yo cometí la imprudencia de llevármelo a la playa y el resultado fue que me quemé en sentido amplio y literal.

La artista Cristina Lucas (Jaén, 1973) se sirve de la ironía y el humor como armas para animar al espectador a enfrentarse a las problemáticas de su tiempo y a adoptar una postura activa ante el arte. Haciendo uso de la acción, el vídeo, la fotografía, la instalación y el dibujo, sus proyectos analizan los instrumentos de poder que sustentan nuestra sociedad, y el modo en que limitan nuestra libertad. Cuenta con un amplio reconocimiento internacional tras su paso por la Bienal de Sao Paulo, 2008; la de Estambul en 2007 y Singapur en 2004. Un aplauso que también le brinda España. Entre sus últimos proyectos está Light Years (CA2M, 2009) y Es capital (Matadero/CGAC, 2014).