Image: Edmundo Paz Soldán

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El Cultural

Edmundo Paz Soldán

"Es mejor que la literatura se mantenga en los márgenes"

16 mayo, 2016 02:00

Edmundo Paz Soldán

El escritor boliviano presenta en nuestro país su nuevo libro de cuentos Las visiones, en el que vuelve a recrear el universo de Iris.

Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967) acaba de publicar Las visiones (Páginas de Espuma), un libro de cuentos ambientado en el mundo de su anterior novela, Iris (Alfaguara 2014). Con ellos, el autor quiso seguir explorando aspectos y personajes de ese universo que la novela no le permitió. Sin embargo, son independientes y cuentos y novela pueden leerse por separado. Sí les une y caracteriza el género utilizado: una ciencia ficción con muchos matices. Como dijo un amigo suyo "es una ciencia ficción en la que hay poca ciencia". Edmundo es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cornwell y autor de novelas y cuentos como Los vivos y los muertos (Alfaguara), Norte (Literatura Random House) o Palacio quemado (Alfaguara). El escritor no teme adentrarse en géneros totalmente diferentes. Su próximo proyecto va a ser una novela muy realista. Como él nos contó, esta promiscuidad de géneros está en el ADN del escritor latinoamericano.

Pregunta.- ¿Quiso continuar con el mundo de Iris intencionadamente? ¿Quiso extender la historia que no pudo contar en la novela?
Respuesta.- No es una continuación de Iris. Cuando terminé la novela, sentí que había cosas de ese mundo en las que hubiera querido profundizar y me di cuenta de que no me interesaba escribir otra novela, que quería cosas más acotadas y ahí el género del cuento era ideal. De hecho, cuando escribí la novela había un personaje del que quería contar su pasado pero se estaba alargando. Así apareció el cuento Luk. Después ya me metí con todos los cuentos como proyecto de largo aliento.

P.- Utiliza la misma jerga que en Iris, ¿cómo se crea un lenguaje alternativo e inventado?
R.- Al principio intenté escribir la novela entera en el lenguaje formal pero me daba cuenta de que si este mundo estaba intervenido en todos los elementos, el lenguaje, de alguna manera, también tenía que mostrar las huellas de esa intervención cultural o colonial. Así que tenían que entrar ahí ciertas palabras y neologismos que provenían de los colonizadores y de los soldados que venían de todas las partes del mundo como mercenarios. Prácticamente tenía que mostrar palabras o frases de las lenguas indígenas. También pensaba que el lenguaje no siempre avanza a partir de la creación de palabras nuevas sino también de la recuperación de viejas estructuras o viejas palabras que quizás en un momento no se usan pero que son parte de nuestro acervo cultural. Todo fue como una especie de juego en el que muchas veces más que haciendo caso a las reglas lingüísticas yo trataba de hacer caso a algo más estético. Por decir un ejemplo, los soldados dicen "di" todo el tiempo. Y eso viene de un anglicismo que se implantó en la jerga de los adolescentes en Latinoamérica. Muchos se dicen entre ellos brother pero después ese brother se ha españolizado. En Bolivia, mi hermano menor utilizaba "brody" y de "brody" pasa a "di" en mi lenguaje. Entonces ahí hay todo un viaje de una palabra.

P.- Iris y Las visiones se consideran ciencia ficción pero con tintes muy políticos y sociales, ¿utilizó este género para plasmar la sociedad de una forma diferente?
R.- Siempre me han interesado los géneros populares: la literatura fantástica, el horror, la ciencia ficción y también los cómics, los tebeos. Para mí más que una cuestión de género es una cuestión de mirada, de forma de percibir el mundo. La ciencia ficción u otros géneros me permiten ese desplazamiento lateral para poder ver mejor la realidad y decir cosas que quizás a ratos siento que la literatura realista no me permitía decir con tanta libertad. Me dan mucha más apertura sin tener que acotarlo a Afganistán o Irak o la cárcel de Abu Ghraib.

P.- ¿Cree que Las visiones se podría englobar en la categoría de cyberpunk?
R.- Una de las máximas de un autor de cyberpunk fue muy iluminadora para mí. El canadiense William Gibson en una entrevista dice algo así como "el futuro ya ha llegado solo que no está distribuido de manera pareja". Entonces cuando yo pensaba en el futuro de Iris, pensaba que tenía que ser un futuro en el que hubiera bolsones de modernidad y progreso pero en el que si conducías diez minutos te encontraras con una gran precariedad, problemas de infraestructura y en el que aparecían, como en este caso, abismos como la religión, una exacerbación de los problemas que ya existen hoy. Creo que eso lo capta muy bien el cyberpunk.

P.- ¿Qué libros de ciencia ficción han influido en su intromisión en el género?
R.- Más que pensar en libros, pensaba en textos específicos que me habían ayudado mucho a trabajar. Hay un libro que me gusta mucho, Plop, de Rafael Pinedo, lo ha publicado aquí Salto de Página. Es un intento de construir una sociedad después de un cataclismo ecológico. Es un paisaje muy de Mad Max, que es lo que creo que me gustaba. Hay autores de la ciencia ficción anglosajona un poco más laterales de los que prácticamente he hecho un remake o reescrituras. Una es James Tiptree (pseudónimo de Alice Bradley Sheldon), escritora norteamericana de los años 60, 70. Otro es Theodore Sturgeon. No son tan leídos hoy como deberían ser. Philip Dick y J.G. Ballard son autores centrales pero no sé si están en los cuentos específicamente. Creo que Philip Dick me ayudó a pensar el tema de las drogas como parte central de una cultura. Aunque aquí aparecen otro tipo de drogas, desde las de entretenimiento hasta otras psicotrópicas u otras que sirven para buscar un tipo de transcendencia o iluminación religiosa. Otro autor obviamente es Borges, y Cortázar.

P.- ¿Cuándo se da cuenta de que una historia está destinada a ser un cuento y cuándo una novela?
R.- El cuento Luk era parte de una novela, pero se me iba alargando y sentí que perdía tensión porque era una muy larga digresión entonces ahí pensé que eso podía funcionar mejor como cuento. Intenté escribir otra novela ambientada en Iris, pero hubo un momento en el que simplemente lo que estaba contando me aburrió y me di cuenta de que lo que necesitaba era hacer cosas más acotadas de todo lo que ya existía. Excepto ese cuento, Luk, casi todos nacieron con vocación de cuentos. Hubo un par de cuentos que nacieron a partir de desafíos de alguien que me dijo ¿cómo es crecer en Iris?, por eso hay varios cuentos con niños, con adolescentes porque sentía que esos eran espacios que no había explorado antes.

P.- Hay un mandamiento de la escritura que afirma que no hay que empezar un cuento sin saber cómo acaba. ¿Conoce usted sus finales al empezar los cuentos?
R.- Conozco a dónde quiero ir pero no necesariamente sé cómo va a acabar. El final del cuento La casa de la Jerere me tardó 6-8 meses. Yo lo que quería era contar un cuento en el que hubiera dos soldados contándose historias de guerra. Ellos se han perdido de su patrulla y están en medio de la selva. Van a pasar la noche, está lloviendo, y empiezan a contarse cuentos de terror que son cuentos de su vida. Y decía tiene que haber algo más que los abarque, alguna revelación que sea más grande que ellos. Esa intuición la tenía pero no sabía exactamente qué era lo que se iba a revelar. En ese sentido sí es verdad que no me siento a escribir un cuento simplemente con una sola escena. Curiosamente con una novela sí puedo hacer eso.

P.- ¿Cree que se valora más la literatura española y latinoamericana en el extranjero que en sus países de origen?
R.- Yo creo que son flujos, momentos en los que la literatura americana o hispanoamericana se expande y ahí se abren las puertas. Creo que estamos en ese momento y tiene que ver con el descubrimiento que hubo de un autor tan central como Roberto Bolaño. Eso provocó mucha curiosidad por ver qué más había detrás de él. Hay autores como Vila-Matas, Samanta Schweblin o Alejandro Zambra que están siendo descubiertos en varios países. A veces en el mundo cultural y editorial hay tendencias que son extra literarias y que hacen que de pronto se ponga el foco en determinada literatura, a veces es un momento político. Yo ahí pienso que no tiene que ver necesariamente con la calidad de las escrituras sino con otros factores que tienen que ver muchas veces con lo extra literario.

P.- ¿Aprecia diferencias entre la sociedad española y latinoamericana en su relación con la literatura?
R.- Creo que en América Latina sucede como en España, que la literatura ocupa un lugar más bien marginal. Pero no está mal que así sea, porque nos ha hecho mucho mal la relación cercana que algunos escritores han tenido con el poder, nos ha hecho perder cierta distancia crítica. Creo que es mejor mantenerse en los márgenes, estar y ser de allí.