Image: Carla Guelfenbein

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El Cultural

Carla Guelfenbein

"Una novela nunca funcionará si su única intención es atrapar al lector"

1 junio, 2015 02:00

Carla Guelfenbein. Foto: Carlos Miralles.

La escritora chilena publica Contigo en la distancia, obra ganadora del Premio Alfaguara 2015.

Carla Guelfenbein (Santiago de Chile, 1959), la ganadora del último Premio Alfaguara, está estos días en España promocionando su novela agraciada, Contigo en la distancia, una historia de suspense sobre el amor imposible, la amistad pura y el talento literario con una protagonista inspirada en la escritora Clarice Lispector. Tras Madrid, Barcelona y Bilbao, a la autora le espera una larguísima gira por México, Uruguay, Colombia, Argentina, Panamá y Miami. Es una superventas en su país y en toda Latinoamérica, gracias a títulos como La mujer de mi vida, Nadar desnudas y El resto es silencio. Como la mayoría de escritores, le gusta más escribir que promocionar lo escrito, pero ¿cómo quejarse del éxito? "Mejor esto que no ser leído", obviamente.

Pregunta.- ¿Cuál es el hilo del que fue tirando hasta construir esta novela?
Respuesta.- Yo siempre empiezo a partir de un personaje, en este caso el de la escritora Vera Sigall, que nació después de haber leído hace un par de años la biografía de Clarice Lispector escrita por el joven estadounidense Ben Moser. Empecé a leer la obra de Lispector con 17 años y su prosa increíblemente particular me atrapó desde el principio. Siempre ha sido un referente para mí. Además, la historia de su familia es muy parecida a la de la mía. Las dos llegaron a Latinoamérica huyendo de los pogromos contra los judíos en Ucrania. En el libro trazo una historia inventada de mi familia, ya que no la conozco. Mis abuelos murieron cuando yo era muy joven y mis padres se dedicaron a hacer la revolución y no se preocuparon de transmitirme el legado de mi pasado. Cuando me despertó el interés por la historia de mi familia, mi madre ya había muerto y mi padre tenía demencia senil.

P.- ¿Tenía claro desde el principio que quería escribir sobre el talento, la mediocridad, la admiración y la envidia emparentados con el ejercicio de la literatura?
R.- Yo no me planteo escribir sobre la envidia o la genialidad. Son los propios personajes, siempre autónomos, los que al interactuar los plantean. Lo único que tenía claro desde el comienzo era la relación entre una escritora y un poeta con distintas aproximaciones al lenguaje y a la literatura.

P.- ¿Conceder esa libertad a los personajes no la obliga a menudo a retroceder sobre lo escrito?
R.- Sí, me pasa a veces. Esta novela, sin ir más lejos, la empecé por un camino equivocado. Tenía 100 páginas que tuve que tirar, porque la historia había llegado a un callejón sin salida. Así que comencé desde el principio con algo más de control, buscando el equilibrio entre la razón y la intuición.

P.- Además de la historia familiar, ¿hay algo más de sí misma en los personajes de esta novela, especialmente en Emilia, la estudiante que prepara la tesis sobre Vera Sigall?
R.- No hay nada concreto de mi vida, pero sí el espíritu de la joven descubriendo el mundo de las letras. Además, lo que Vera piensa de la literatura es lo mismo que pienso yo. También hay algo de mí en esa necesidad que tiene la escritora de protegerse del mundo. Ahora estoy aquí hablando animadamente con los medios, promocionando mi libro en un hotel de la Gran Vía madrileña, pero mi vida transcurre normalmente entre cuatro paredes frente a la computadora, con mis hijos, en una torre de 13 pisos que da a un parquecito. Ahí es donde más me gusta estar.

P.- Describe el ambiente de antisemitismo que tuvieron que soportar los inmigrantes judíos en Latinoamérica.
R.- Ojo, que hoy sigue habiendo un antisemitismo gigantesco y mucha gente confunde a Israel con los judíos. A mí nadie me ha dicho nada personalmente, pero es algo que se huele y se siente. Pero sí, en aquella época se desconocía lo que realmente estaba ocurriendo en Europa con los judíos. Estos emigrantes que llegaban con solo un par de diamantes con los que empezaban a buscarse la vida eran mirados con desprecio, mi abuelo lo vivió muy intensamente.

P.- Es muy curioso el trastorno psicológico de uno de los personajes principales, que siente aversión al contacto físico. ¿Conoce algún caso en el que se haya inspirado?
R.- No conozco a nadie con esa enfermedad, pero una persona cercana a mí sí que tiene un problema con el contacto físico y cuesta mucho acercarse a ella. Se me ocurrió llevar eso al límite en el personaje de Emilia, es un símbolo de mi propia protección frente al mundo.

P.- En otra línea de la trama construye una amistad entrañable entre la enigmática y anciana escritora y su vecino, un joven arquitecto.
R.- En La mujer de mi vida exploré los límites entre la amistad y el deseo. Aquí, por la gigantesca diferencia de edad, surge una amistad muy profunda y desprovista por completo de tensión sexual que me permite explorar otro tipo de relación muy interesante.

P.- Después de sumergirse en relaciones tan dispares en este y otros libros, ¿ha sacado alguna conclusión sobre el amor y la amistad?
R.- No, la verdad. Todas las relaciones son muy diferentes como para sacar alguna conclusión clara. De todas formas, no me gusta el reduccionismo de esa literatura que intenta dar grandes respuestas. Para eso están los filósofos, que lo hacen maravillosamente, y los escritores de autoayuda, que lo hacen horrorosamente.

P.- Usted tiene mucho éxito comercial sin renunciar a la profundidad literaria. ¿Cómo lo consigue?
R.- No lo sé. Mi objetivo al escribir es ser fiel a mí misma. Yo me demoro mucho en escribir, tardo cuatro años en escribir una novela y le dedico muchas horas cada día. Es un esfuerzo de tan largo aliento que no lo puedes hacer con el mero fin de atrapar a los lectores porque si no la pasión por el proyecto no puede durar. Da la casualidad de que los temas que me han movido hasta ahora han atrapado al público. Bienvenido sea mientras dure, pero el día que no sea así, no podré forzarlo. En cada novela he intentado romper un límite personal para sentirme viva como escritora.

P.- El jurado del Premio Alfaguara, presidido por Javier Cercas, alabó su "escritura a la vez compleja y transparente". ¿Cómo se combinan ambos elementos en su estilo?
R.- No sabes qué alegría me dio oír eso, porque es justo lo que intento hacer. Dedico mucho esfuerzo para que la escritura sea precisa y transparente sin perder profundidad. Leo mis novelas en voz alta muchas veces, las 400 páginas completas, analizando cómo suenan y cuidando de que las frases avancen de forma musical y armónica. Odio los adjetivos que sobran, y de hecho creo que a este libro aún le sobran algunos.

P.- ¿Está escribiendo ya lo próximo o se va a centrar en la intensa promoción que tiene por delante?
R.- Estoy escribiendo otra novela, porque lo mío es escribir, no sé hacer otra cosa. Es una novela para jóvenes y creo que la publicaré con otro nombre, no para esconderme, sino para separar un tipo de escritura de otro, ya que los códigos son muy distintos.