Image: Natalia Millán

Image: Natalia Millán

El Cultural

Natalia Millán: "Acercando 'La viuda alegre' al musical se democratiza la lírica"

12 mayo, 2015 02:00

"La viuda alegre ha pasado la prueba del tiempo", dice Natalia Millán (Madrid, 1969) que se mete en el personaje protagonista de la opereta de Franz Lehàr. El director Emilio Sagi ha adaptado la obra y la ha convertido en un musical que sirve para acercar la pieza a un público más general. "Cualquiera que se acerque a escucharla, aunque no sea una persona conocedora del mundo de la lírica, va a reconocer las piezas", explica la actriz. Se trata de una producción propia del Teatro Arriaga de Bilbao, que cumple 125 años de vida, y contará con 11 funciones a partir de este miércoles.

Pregunta.- El Teatro Arriaga es un enclave especial y además se celebran los 125 años del mismo. ¿Qué supone actuar allí?
Respuesta.- Es sobrecogedor. Es un teatro grandioso que está representando espectáculos de primer orden desde hace mucho tiempo. Además desde que Emilio Sagi está en la dirección del teatro ha sido una época dorada para la institución. Y hay otra cosa, que se sabe en toda España, que el público de Bilbao es exigente y selecto que ama mucho el teatro con lo cual aquí hay que hacerlo bien o hacerlo bien. No queda otra. Espero que en este caso se cumpla esta norma. Hay que querer ver cosas buenas porque eso nos obliga a emplearnos a fondo.

P.- Su personaje es una viuda pero con alegría que va a intentar ser seducida por el apuesto Danilo. Pero al parecer no va a ser tarea fácil.
R.- Es una historia divertida con mucho humor. Tiene algunos momentos de vodevil, de puertas que se abren, que se cierran, de líos. Se trata de una señora de origen humilde que en un momento determinado se casa con un señor muy poderoso del reino de Marshovia y se convierte en una heredera muy rica. Cuando enviuda los marshovianos no quieren que contraiga matrimonio con uno de fuera sino con alguien local para que el dinero se quede en el país. Para esto escogen al conde Danilo, lo que pasa es que ambos tuvieron una historia en el pasado, una historia de amor que no pudo llegar a ser nada serio por la diferencia de clases. Hay un juego divertido porque ella no se lo va a poner fácil aunque en el fondo se quieren. Ella porque piensa '¿ahora que soy rica sí? y el otro piensa, '¿te crees que ahora te quiero por tu dinero'?, hay una historia divertida cuando los dos quieren estar juntos.

P.- ¿Se trata de reproches?
R.- Hay juegos de seducción llevados al límite pero no reproches. Hay un juego divertido e inteligente. Ella en el fondo sabe que va a ganar pero juega mucho con Danilo.

P.- El eterno juego de la seducción no cambia
R.- El cortejo es fundamental en todas las especies. Postergar la consecución del placer y del deseo es una cosa estupenda. La obra está basada, más o menos, en eso. Los humanos somos los eternos insatisfechos, cuanto más se prolonguen los prolegómenos mejor.

P.- Por otro lado parece una historia, que aun habiendo sido estrenada en Viena en 1905 está de actualidad. Los sentimientos universales nunca cambian, solo las formas.
R.- Claro. Los sentimientos y emociones son exactamente los mismos, no creo que hayan cambiado mucho desde el primer homo sapiens. Cambian las formas, el envoltorio, las culturas pero sentimos lo mismo. Se nos ponen los pelos de punta por las mismas cosas, seguro.

P.- En estas formas... ¿qué diferencias hay entre aquella época y la nuestra? ¿Se actualiza el lenguaje?
R.- La manera de hablar es bastante actual, la estética es más o menos de la época en la que fue escrita. Pero una de las premisas de Sagi era que fuera un espectáculo muy glamouroso, muy bello y de alguna forma, aunque reconocemos estilos de principio de siglo, el glamour es eterno y atemporal. Llevamos trajes de noche que no me importaría ponérmelos si tuviera ocasión en mi vida personal. El lenguaje es actual, de vez en cuando se emplean las terceras personas un poco anticuadas pero todo es reconocible.

P.- El hecho de haberlo convertido en musical puede resultar más accesible para el público no iniciado en la lírica.
R.- Claro, es algo que inspira mucho respeto, es algo muy solemne acudir a una ópera. De esta manera se democratiza la lírica acercándola al musical que es algo más popular, más accesible. Es una iniciativa muy inteligente de Sagi. Cuando se montó en Broadway fue un gran éxito de público en la línea de comedia musical. Fue en un momento en el que las coreografías empezaron a tener importancia en los espectáculos musicales y batió récords de permanencia.

P.- El baile toma gran importancia en esta pieza, ¿se trata de un personaje más en la representación?
R.- Esos valses tan maravillosos había que aprovecharlos. Y sobre todo bailan mucho el grupo del coro y el cuerpo de baile. Hay que ser una especie de atleta para resistirlo por las tesituras tan complicadas. Nosotros también nos marcamos nuestros pinitos. La música es fundamental.

P.- ¿Cómo es la puesta en escena?
R.- Las escenografías del mundo operístico son muy impresionantes, estoy asombrada porque nunca había estado en algo tan impactante y te ayuda mucho a meterte en ese mundo de fantasía. Además con gran economía de recursos y ahí es donde se ve que Sagi es un maestro y lo hace de manera sabia. Con buen gusto y talento se pueden hacer muchas cosas.

P.- ¿Qué aporta la escenografía a la historia?
R.- Es muy afín a la época de la obra, a lo mejor un poco modernista con vidrieras grandes. A mí me trae al modernismo, a los años 20-30 incluso un poco posterior aunque ya se estaba gestando ese estilo en 1905 cuando se estrenó la obra. Queremos movernos en un mundo de lujo de principios de siglo XX, cuando la Europa burguesa era tan feliz y Europa tan perfecta, aunque no sabían lo que se les venía encima con el tema de la Primera Guerra Mundial, pero esa sensación de todo es bonito, perfecto y maravilloso nos cuesta inventarlo porque ahora es casi lo contrario. En ese marco maravilloso te dejas llevar. Son formas muy redondeadas, muy femeninas. En aquel momento es verdad que había un culto estético a lo femenino y hay algo de eso en la escenografía.

P.- Se pone en la piel de Hanna Glawari, la viuda de la opereta de Franz Lehár. ¿Cuál ha sido la mayor dificultad del papel?
R.- La partitura, ha sido muy difícil porque tengo una voz muy grave. Aunque hay momentos que se han adaptado los tonos. Pero no se podía hacerlo con todos así que para mí esto ha sido de una gran dificultad. He aprendido mucho, me lo llevo a mi terreno, que nadie se espere que voy a hacer de la soprano lírica. Supongo que habrá a quien le guste más y menos. Los más ortodoxos igual dirán que no pero la etiqueta de musical me da unas licencias que no tendría si esto fuera un montaje lírico. Pero en este caso está justificado.

P.- Ahora mismo se encuentra de gira también con Donde hay agravios no hay celos y ha participado en El ministerio del tiempo. ¿Cómo compagina tantos proyectos a la vez?
R.- En realidad se puede hacer de todo. Compaginarlo con una serie no es problema, además ha sido una colaboración de capítulos alternos. Hay días en los que estás libre y otros en los que lo tienes todo y te tiras un poco de los pelos. Lo que sí está siendo agotador psicológicamente es la gira de Donde hay agravios no hay celos. Ha sido una experiencia muy buena con una comedia barroca. Pero que los problemas sean por trabajo y no por su ausencia.

P.- A pesar de la crisis el público sigue llenando los teatros
R.- El público tiene mucho interés, quien no lo tiene son los dirigentes. Las medias que se han tomado con el mundo de la cultura han hecho mucho daño. Todos tenemos claro que todos tenemos que arrimar el hombro para salir de una situación de la que los trabajadores no somos responsables. Siempre es el pueblo quien tiene que pagar las faltas de los dirigentes. Pero te das cuenta de que un IVA tan alto, que hasta algún ministro se ha atrevido a decir que eso del iva no existe, lo que ha hecho ha sido destrozar la industria del espectáculo. No se ha recaudado más sino que se han destruido muchos puestos de trabajo, no ya de actores sino de técnicos, iluminadores, maquilladores, gente de vestuario, de todo. Entonces, ¿para qué la subida? ¿Para recaudar más e intentar rellenar lo huecos que han dejado los estafadores y los corruptos o para castigar a un sector que tiene un poco más de voz que los demás? Ahí estamos. Ha sido una gran torpeza porque la marca de un país, en una gran parte, es su cultura, un reclamo para el turismo, hacer que la sociedad sea crítica, autocrítica, que piense, que se plantee cosas. Son tantos valores por tantos sitios que no se entiende que el gobierno no apoye la cultura.

P.- Al fin y al cabo sin cultura no hay identidad
R.- Claro y además, ¿para qué estás trabajando toda la vida entonces? Para trabajar y luego tirarnos en el sofá o para que vivamos de verdad nuestra vida en plenitud y no para que seamos meros obreros a las órdenes de quienes están arriba. Es absurdo, la cultura es fundamental.

P.- Aparte, que esto hace que haya mucha gente que no pueda sacar adelante sus proyectos y quienes pueden no arriesguen demasiado por miedo a fracasar
R.- Sí, con unos amigos produjimos un espectáculo pequeño y es muy difícil llevar un proyecto adelante. Lo hemos hecho por amor al arte y la mayoría de las veces hemos perdido dinero pero esto se puede hacer una vez porque tenemos que vivir como cualquiera. Esto puede ser una vocación pero también un trabajo y una forma de ganarse la vida. Es muy complicado y sobre todo que todo lo que se ha perdido en todos estos años va a costar recuperarlo mucho más tiempo. En un momento además en el que lo teatral está en un momento glorioso y de mucha efervescencia. Hay mucho talento pero hay sitio para muy pocos ahora mismo.