Juan-Marsé-Luis-Parejo

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El Cultural

Juan Marsé: "No hay libro que pueda ayudar a nuestros zoquetes políticos"

17 abril, 2015 02:00

¿Qué libro tiene entre manos?
Amar es dónde, poemas de Margarit (edición bilingüe de Visor) y Escritor en guerra, de Orwell.

¿Ha abandonado algún libro por imposible?
Cigrons sota el cierre florit, o tot això qui ho paga?, de Pilar Rajola, contorsionista verbal de acreditada solvencia.

Cuéntenos alguna experiencia cultural que le cambió su manera de ver la vida.
Mi correspondencia con Paulina Crusat y mi llamada a la puerta de la editorial Seix Barral un día lluvioso de enero de 1959, cuando la dirigía el equipo de Carlos Barral y Joan Petit.

¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Procuro entenderlo, lo entiendo poco y me emociona menos. Lo que sí aprecio es la libertad con que se manifiesta, aunque a veces esa libertad implique la exhibición de alguna gilipollez.

¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Puestos a pedir... Un cuadro de Velázquez.

¿Se reconoce en el libro de Josep Maria Cuenca?
Sí, pero me pregunto qué me llevó a dejar que indagaran en mi vida. ¿Curiosidad por la familia biológica, de la que nunca quise saber nada? Tantas expectativas identitarias para una vida tan oscura... Hay una interesante reflexión de Cioran sobre el asunto: Es bien curioso, dijo el sabio, observar cómo la perspectiva de tener un biógrafo no ha disuadido jamás a nadie de tener una vida.

¿Qué queda aún por contar de Juan Marsé?
Todo aquello que media entre el ideal de novela que me propuse y los logros obtenidos. Una distancia sideral. Pero dudo que tenga algún interés.

¿Y a usted por narrar?
No lo sé. Estoy tratando de terminar una novela, tengo 120 folios muy trabajados y un par de relatos cortos en la cabeza.

¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Sí me importa. Y tomo nota de ella cuando me afecta, tanto si se refiere a mis libros como a los de otros escritores. Pero, en general, la encuentro demasiado benevolente, conformista. Debería ser más incisiva, más exigente.

¿Es usted de los que recelan del cine español?
Pues sí, un poco. Se hacen películas interesantes pero raramente percibo la verdad y la vida en esas películas.

¿Por qué el público suele darle la espalda?
Escaso rigor en los guiones, poco esmero en los ritmos narrativos, un sonido de actores y actrices que vocalizan mal.

¿Qué libro debe leer urgentemente el presidente del Gobierno?
El inevitable bestseller Si me dices vete me voy, pero lo nuestro no se ha acabado, de Espe Guerrita, la nueva sensación de las madrileñas letras.

¿Y sus rivales, en vísperas de otra campaña electoral?
No hay libro que pueda ayudar a nuestros zoquetes políticos a mejorar sus borreguiles discursos en campaña.

¿Los excesos del nacionalismo están pasando factura a sus protagonistas?
El nacionalismo es una carroña sentimental tan putrefacta que es capaz de exculpar moralmente a corruptos nacionalistas como Jordi Pujol y familia. Se han envuelto en la bandera y espero que paguen por ello.

¿Le gusta España? Denos sus razones.
Es un sentimiento complejo. Afecto y adicción a muchas cosas, y hartazgo y repudio a muchas otras. Generosidad, incultura, alegría de vivir, burricie, orgullo patriotero, belleza: un coctel potente.

¿La mejor Marca España?
Podría ser El Quijote. Pero me temo que es la corrupción.

Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Repensar, con criterio y solvencia jurídica, política y cultural, la educación pública y la privada. Reafirmar de una vez el Estado no confesional que proclama la Constitución. España nunca será un país moderno si sus gobiernos no ponen a la Iglesia Católica en su sitio, negándole sus ancestrales privilegios y evitando sus perversas injerencias en la enseñanza, la moral y los valores cívicos.