Image: Juan Gómez Bárcena

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El Cultural

Juan Gómez Bárcena

"La formación pesa mucho en mi escritura"

4 diciembre, 2014 01:00

Juan Gómez Bárcena

El escritor obtiene el Premio Ojo Crítico de RNE por El cielo de Lima (Salto de Página)

Aunque con quince años ya había escrito su primera novela y aunque luego, en 2002, publicó otra más, Juan Gómez Bárcena (Santander, 1984) considera Los que duermen, un conjunto de relatos publicado en 2012, el primer libro de su carrera. "Es el primero que no me produce vergüenza, el primero en el que me reconozco y el primero en el que empieza a tomar forma mi estilo y mi imaginario", dice. Hace algunos meses publicó, en Salto de Página, El cielo de Lima, novela con la que acaba de obtener el Premio Ojo Crítico de RNE. Se trata de la historia de dos jóvenes peruanos, aprendices de poeta, que, para obtener ejemplares de un libro de Juan Ramón Jiménez, le escriben haciéndose pasar por una mujer llamada Georgina. A partir de esta anécdota, perfectamente documentada, Gómez Bárcena juega con la realidad y la ficción y acaba dotando de entidad, y de carácter, a la ausente Georgina, de quien el gran poeta de Moguer acabará enamorándose.

Pregunta.- Ha dicho alguna vez que se considera un escritor de relatos, o que, al menos, le resulta más fácil escribir un buen relato que una buena novela.
Respuesta.- Para mí es más fácil escribir relatos, sí. Pero también es verdad que tengo la sensación de que en el género breve ya no tengo mucho más que decir, mientras que en la novela, en cambio, siento que tengo por delante un camino más largo. Aunque sigo escribiendo relatos de vez en cuando, no sé hacia dónde van; a mí me gusta que los libros de cuentos sean unitarios y hoy por hoy no tengo ni idea de cómo incluirlos en un libro unitario. Así que supongo que pasaran algunos años hasta que publique otro libro de cuentos.

P.- El cielo de Lima. ¿Cuándo surge la idea de novelar esta anécdota concreta de la vida de Juan Ramón Jiménez?
R.- Conozco la anécdota desde que era escolar. Pero empecé a pensar en ella como el germen de una posible ficción cuando terminé Los que duermen. Cuando termino un proyecto me gusta analizarlo desde fuera, no tanto para ver si está bien o mal, como para sacar ideas, tratar de enumerar los temas, mi punto de vista, etcétera. Haciendo eso me di cuenta de que tenía cierta fijación con esos hechos ficcionales que, al ser tomados como reales por personas del entorno de la historia, acaban cambiando la realidad. Me interesaba reflexionar sobre cómo la realidad se ensancha con las ficciones. En ese momento recordé la anécdota de Juan Ramón, y empecé a hacer un cuento, pero escribí el primer capítulo tal y como está y me di cuenta de que había mucho por contar. Después, poco a poco, la novela fue creciendo.

P.- No conozco a ningún otro escritor que, lápiz en mano, analice cada libro suyo justo después de publicarlo...
R.- La verdad es que no es habitual, pero en mi caso creo que tiene sentido. Esa lectura posterior es la última que hago de lo que escribo. Y la hago en el ordenador, ni siquiera espero que me llegue el libro en papel. La razón de ese análisis crítico puede que esté en mi modo de escribir, en el que tienen mucho peso la filosofía y la historia, que son disciplinas más académicas que literarias. Yo creo que la formación ha pesado mucho en mi escritura, y siempre tengo la tentación de hablar de las cosas que he estudiado, como la posmodernidad, las visiones del tiempo, o ciertas épocas que me gusta recuperar.

P.- La identidad y la suplantación de la misma surge como tema en El cielo de Lima. Creo que hay por ahí un proyecto fallido o abortado de novela sobre la red social Second Life.
R.- Sí. Yo obtuve una beca de Caixa Galicia hace años con un proyecto de novela ambientada en Second Life. La escribí y ese libro es, quizás, lo más largo que he hecho. Pero no terminó de funcionar. Al principio no sabía por qué. Tengo un círculo de unos doce amigos, todos ellos buenos lectores, a quienes mando mis textos, y en aquel caso las opiniones en general fueron malas. Creo que no di con el tono y que al final se notó que el tema -yo no soy muy tecnológico- tampoco me interesaba demasiado. En esta novela hablo de lo mismo, pero creo que con un tono más adecuado y en un contexto que sí me interesa.

P.- Ahora que cita el contexto, la historia de El cielo de Lima no podría suceder hoy, en primer lugar por la existencia de nuevas tecnologías que posibilitan la comunicación instantánea. Ni la construcción de Georgina ni los enfrentamientos entre sus creadores habrían sido posibles.
R.- Claro, algo tan sencillo como el tiempo que pasa entre carta y carta favorece la idealización, que es lo que más me interesaba mostrar. Para esto el poeta, y en particular este poeta, es un personaje perfecto. Hay que tener en cuenta que estamos en 1904, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, donde todavía los valores tenían un gran peso y el amor y la poesía estaban sometidos a una visión más ingenua.

P.- Solo Juan Ramón podía enamorarse de una mujer que no conoce...
R.- Obviamente esto le pasa a Valle-Inclán y no creo que hubiera habido tal historia.

P.- ¿Está Juan Ramón Jiménez entre sus poetas de cabecera?
R.- La verdad es que no. Aunque lo he leído bastante, no está entre mis fetiches; yo llegué a él simplemente por la anécdota. Y lo cierto es que, en la novela, él está aún más ausente que la propia Georgina.

P.- Georgina es una de esas ficciones que cobran realidad.
R.- Sí, lo básico para mí era dotar de vida a Georgina. Si hubiera partido de la idea de que Georgina, como ente de ficción, no tiene interés, la novela se hubiera quedado en un chiste. Pero quería revisar un poco el mito de Pigmalión, la idea de crear una escultura tan hermosa que te enamoras de ella.

P.- Tanto aquí como en Los que duermen tomas hechos reales, históricos para construir ficciones. ¿Quiere decir esto que te interesa más lo leído que lo vivido?
R.- Me interesa lo que está alejado, sí. No creo que sea una persona especialmente observadora. No conozco mi mundo particularmente. Y, además, creo que mi experiencia es bastante banal.

P.- La anécdota es real, pero tiene corto alcance, y apenas se sabe nada fuera de las cuatro cartas que se conservan y el poema de Juan Ramón. ¿Eso le ayudó con el proceso imaginativo?
R.- Mucho. Precisamente lo que no sabía me dio al protagonista, que es Carlos, del que no se sabe absolutamente nada. José llegó a ser presidente del Senado de Perú y hay incluso tesis doctorales sobre él. Aunque me he permitido licencias con él también, lo interesante era crear a Carlos.

P.- En su libro cabe la novela de formación, pero también, por momentos, la novela picaresca, la novela epistolar...
R.- Creo que, sobre todo, predomina la novela de formación, aunque tardé bastante tiempo en darme cuenta. Y novela epistolar, claro, al menos de espíritu. Me han dicho que se trata de una novela de deformación, y estoy de acuerdo. Una novela donde uno espera que haya un crecimiento positivo y se da justamente lo contrario.