Image: Jaume Plensa

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El Cultural

Jaume Plensa

"Una exposición es bonita cuando genera futuro"

27 junio, 2013 02:00

Jaume Plensa en su taller de Sant Feliu de Llobregat. Foto: Antonio Moreno

El artista inaugura hoy en Burdeos la primera gran exposición de sus esculturas monumentales

No hay duda. Jaume Plensa (Barcelona, 1955) es uno de nuestros artistas más internacionales y no sólo porque vive y trabaja entre París y Barcelona -antes, ha vivido en Berlín, Bruselas, Inglaterra, Estados Unidos-. Es porque su obra ha pasado por museos de todo el mundo, se ha hecho un sitio en las mejores colecciones internacionales y, lo que es más importante para él, sus obras públicas se han visto en parques y plazas desde Canadá a Shanghái, de Río de Janeiro a Cremona, en Italia. Sus piezas para ciudades conviven con la gente, se mezclan con la ciudad, alguna, como The Crown Fountain en Chicago (2004), se ha convertido ya en icono del nuevo urbanismo. De ahí la importancia de esta exposición que ahora se inaugura en Burdeos: once de estas piezas monumentales convierten a la ciudad francesa en un museo al aire libre donde disfrutar de estas obras de Plensa, algunas enormes y complejas y siete de ellas creadas para la ocasión. Hablamos con el artista, premio Nacional de Artes Plásticas (2012) y de Artes Gráficas (2013), después de unos duros días de montaje en los que la lluvia ha complicado el trabajo en la calle.

Pregunta.- Es la primera gran exposición de sus esculturas monumentales, ¿cómo se ha enfrentado a ella?
Respuesta.- Lo he tomado como una exposición pero unida a toda la experiencia que tengo en el espacio público. He podido escoger los lugares, algunos emblemáticos por lo que representan para la ciudad, como la Ópera, la Catedral, la plaza de la Bolsa, pero otros muy íntimos, pequeñas plazas o rincones que ayudan también a redescubrir la ciudad. No he tenido mucho tiempo porque me invitaron hace sólo cinco meses, pero era tan tentador que acepté sin pensarlo y siete de las once esculturas las he hecho expresamente. Las exposiciones tienen siempre algo de laboratorio, y ésta ha sido una experiencia fantástica que ha generado nuevas piezas, cosas que serán interesantes para el futuro. Una exposición es bonita cuando genera futuro.

P.- Son once grandes esculturas que conforman un singular paseo por Burdeos, ¿cómo ha elegido las piezas y el lugar en el que montarlas?
R.- Hay lugares que parecían pensados a propósito para ellas. Ocurre por ejemplo con Heart of trees que he expuesto en bastantes lugares y que acaba de volver de Shanghái y aquí, en un bosque de una belleza increíble, hemos encontrado siete árboles maravillosos para que estas siete piezas se abracen a ellos... O Body of Knowledge, esa figura tan grande, de ocho metros de altura y formada por letras, muy representativa de mi trabajo porque la escultura se convierte en arquitectura y se hace habitable, como digo, ésta la hemos colocado en la plaza de la Bolsa, un espacio enorme que parecía estar pidiendo un espacio para guarecerse. Y he escogido tres de las figuras con luz sobre postes que se ven a otro lado del río Garona, como un faro en la distancia.

P.- El arte en espacios públicos ha sido uno de los pilares de su obra durante años, ¿cuándo decidió agrandar sus esculturas y sacarlas a la calle?
R.- La primera escultura pública la hice en Tokio y tiene metro y medio... No importa tanto el tamaño o si la pieza es grande, como el que se adapte a la escala del lugar. Me gusta el contacto con la gente. Sin la protección del museo la gente encuentra cosas y ha de discernir si le interesan o no. Me gusta introducir la belleza en el espacio público, en nuestra casa común. Ahora cada vez hay mayor interés en este diálogo.

P.- ¿Qué diría que ha marcado este recorrido de obras monumentales?
R.- Burdeos es conocida por el vino pero también por tres escritores, Montaigne, Montesquieu y Mauriac, que han marcado la tradición literaria de la ciudad. Mi obra con letras y alfabetos ha penetrado muy bien aquí. También los retratos de niñas jóvenes que cobran así una nueva lectura, sobre todo las piezas grandes fundidas en hierro que estoy estrenando y experimentado aquí.

P.- ¿A qué miedos se enfrenta a la hora de resolver una pieza de, digamos, 7 metros de altura?
R.- En la obra pública hay que capturar el alma de la ciudad intentando no perder la tuya. En The Crown Fountain de Chicago el acierto fue llevar el concepto mediterráneo de plaza a una ciudad que lo echaba de menos sin saberlo porque inmediatamente se lo apropió. En realidad mi exposición empezará cuando se termine. Cuando instalé en Río de Janeiro o en Nueva York estas grandes piezas, la gente notó que les habían gustado cuando las retiraron, cuando notaron su ausencia.

P.- ¿Y cómo logra el equilibrio entre la fuerza de la pieza y la importancia del lugar?
R.- Es la clave de todo. Una obra en el espacio público ha de crear espacio por sí misma y ha de hacer que lo que está a su alrededor parezca más bello de lo que es. Es un catalizador, como si terminaras un paisaje que ya está empezado. Cuando hago exposiciones personales no tengo tanta consideración, esto es una gran responsabilidad porque trabajas en casa de alguien que no te lo ha pedido. Como me dijo un profesor: la clave es educar sin que se den de cuenta y cuando se dan cuenta es ya tarde.

P.- ¿Cuál diría que ha sido uno de sus proyectos más complejos si hablamos de su obra pública?
R.- Creo que el más complicado ha sido el de St. Helens en Inglaterra por la carga emocional enorme que conllevaba, por los mineros que habían trabajado allí. Era un reto construir futuro en un lugar devastado 20 años atrás. No me asusta la técnica pero sí las emociones. Otro que me gusta recordar es el pabellón Ogijima's Soul (2010) en Japón porque fue la primera vez que hice una arquitectura habitable, un pabellón con un techo de letras en una pequeña isla muy visitada. Un hall enorme para dar la bienvenida a los visitantes. Pues bien, el otro día me dijo el comisario con el que trabajé que hay una lista de espera enorme para casarse allí, bajo las letras. Me conmueve ver cómo la gente adopta tus obras.

P.- Veremos también en esta exposición al aire libre cómo el lenguaje, las letras, se convierten en material y molde de muchas de sus piezas, ¿hasta qué punto la palabra es importante para usted?
R.- Yo le doy mucho valor metafórico, las letras en sí mismas representan muy bien a la sociedad porque sola no es nada pero juntas son toda la cultura. Son como las células o como las personas en la sociedad. Me resisto a abandonarla.

Acabamos aquí en Madrid, hablando del encargo que ha hecho para Estampa, la feria de Arte Múltiple que se inaugura el próximo mes de octubre: "Es un grabado de uno de los personajes de letras flotando en un gran vacío, una imagen muy representativa de mi obra: este mucho de sueños donde cabemos todos y donde la belleza es tanta...". Un apunte antes de despedirnos: "Por cierto, que una de las nuevas pieza de Burdeos se llama Paula. Es uno de los retratos de jóvenes y está enfrente de la Catedral, bellísimo". Seguro.

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