Image: Juan Cueto

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El Cultural

Juan Cueto

"La prosa del cine y la televisión es la misma que la de Youtube"

26 septiembre, 2012 02:00

Juan Cueto. Foto: Bernardo Díaz

Publica en Anagrama 'Yo nací con la infamia', una edición de Juan Cruz sobre sus artículos periodísticos

Con decisión y el apoyo de Jorge Herralde, Juan Cruz cogió un vuelo un día y se plantó en Asturias a almorzar con su amigo Juan Cueto. Allí, en un restaurante, mientras comían almejas, le azuzó para que el columnista, escritor y comunicólogo a su pesar, hoy felizmente jubilado, consintiera que él hiciese lo que a él le daba pereza hacer: crear una selección entre sus artículos y columnas a fin de componer una especie de biografía suya y también de su tiempo. Bajo el título Yo nací con la infamia, en alusión a una frase en la que se autoproclamaba hijo de la televisión, con permiso de Alberti, el resultado es una obra "de rabiosa actualidad", según reconoce sorprendido quien alumbró aquellos textos, en torno a las filias de Cueto. A saber, la televisión, el cine y, a través de sus imágenes, la cultura y este país en general. Cueto (Oviedo, 1942), que hoy sigue viendo mucha tele y que conserva intacto el entusiasmo que le llevó a ser una de las voces de los medios más activas y brillantes, asegura que es su última empresa literaria. "Es el turno de los jóvenes", recomienda, aunque mientras tanto no deja de dar ideas, porque al sabio lo que es del sabio: "En Estados Unidos ha triunfado el modelo de series de televisión. Aquí hay talento ¡Importémoslo!"

Pregunta.- Este libro de artículos es una especie de zapping por su vida. Los editores lo venden como una biografía. ¿Lo ve así?
Respuesta.- Herralde y Juan Cruz se empeñaron en diseñarlo así y tuvieron que convencerme, porque yo estoy ya mayor para algunas cosas. Es un libro simpático y me reconozco todavía en muchas de las cosas que escribí. Es una biografía en el sentido de que es una miscelánea de artículos en los que me refiero en primera persona.

P.- Hay textos desde los años 80. ¿En qué cambió usted y en qué el país durante todo este tiempo?
R.- El país mantiene las constantes biográficas en las que yo escribí, en este sentido es un libro contemporáneo en el que los artículos son de rabiosa actualidad. Las nuevas tecnologías, las pantallas, el conocimiento de éstas... sigue siendo crucial y ahora me doy cuenta de que cuando escribía de todas estas cosas estaba escribiendo del país. La mayoría de los artículos se puede leer hoy porque no ha cambiado tanto la temática.

P.- ¿Las nuevas tecnologías sí han cambiado o después de todo no tanto?
R.- Este tema, una de mis mis especialidades entre comillas, lo encuentro muy parecido, las reflexiones son similares y no han cambiado en cuanto a perspectiva cultural. El mundo en general sigue siendo de las pantallas, grandes o pequeñas, por eso hay temas significativos de entonces que pueden tener sentido hoy.

P.- Usted, como reza el título, nació con la infamia, con la televisión. ¿Está contento con su tiempo? ¿Qué tal les irá a los que nacieron y tendrán que escribir sobre los tiempos de Youtube, Facebook...?
R.- Las nuevas tecnologías están cada vez más presentes, es lógico que la gente se reconozca en las pantallas, que son la prosa del mundo actual. La prosa del cine y de la televisión es la misma que la de Youtube. No obstante, si volviera a escribir este libro tendría que hacer referencia a todos esos mundos instantáneos que hoy son los dueños las nuevas grandes audiencias. Uno ve un telediario hoy y no lo puede entender si no está al tanto a los mensajes de internet, porque todo hace referencia a lo que ya pasó en los móviles.

P.- Usted inventó la crítica televisiva cuando había dos canales. Hoy la cosa se complica. Hay ventanas y ventanas.
R.- Entonces todo el mundo hablaba de la televisión pero muy pocos de su importancia y de la crítica en general. Se consideraba un asunto de tercera división lo de reflexionar sobre estos temas. Por eso me cayó el sambenito de comunicólogo, una etiqueta que al final tuve que asumir. Qué le vamos a hacer. Todo lo que sea reflexionar sobre esto tiene que tener un nombre.

P.- Esa televisión que es su medio natural sufre un ataque detrás del otro estos días. Despiden a buenos profesionales, Bertín Osborne presenta programas en La 2, los periodistas ganan por debajo de los mil euros, los formatos de programas se repiten, falta imaginación...
R.- Veo mucha televisión. Aparte de por el hecho de que es un medio de entretenimiento para los ancianos, es la manera que tengo de estar asomado al mundo. Si uno está atento a lo que ocurre en la televisión, ve reflejos de la realidad, que como cuando empecé, no me gusta, para qué voy a engañarme. Y, sí, hay como dice poca inventiva, se repiten las historias como si no hubiera pasado nada y al margen de los contenidos, que son idénticos a los de otras épocas, tampoco ha cambiado el punto de vista porque seguimos mirando estos fenómenos de las nuevas tecnologías con una mentalidad antigua, de que son el demonio. La telebasura y lo fácil se ha impuesto estos días, lo veíamos desde el principio, que en países con un grado de desarrollo elevado tendían a ella, pero lo que me llama la atención es que se ha triplicado.

P.- Si le dieran carta blanca, ¿qué haría con la tele?
R.- Ya acepté el reto cuando era joven y dirigí una televisión en España, en Italia y en Francia. Lo que hay que hacer es reflexionar, cambiar las cosas y fijarse en cuestiones que abundan en otros países. Por ejemplo, si el género de moda ahora es el de las series, hay que intentar competir. Pero para eso hay que hacer un esfuerzo de guión, de trabajo, de medios... cambiarlo todo de arriba abajo respecto a lo que hay. Es muy fácil decir que se llevan las series pero hay que acertar con ellas, los americanos lo han hecho y nos han dado una lección. La crisis de Hollywood desembocó en la edad de oro de la televisión a través de las series. Hay que importar el modelo, tenemos gente preparada para hacer cosas de competencia internacional. Hay que aceptar el reto, aunque sea deshonroso y una infamia, porque la televisión y el audiovisual siguen siéndolo, hay que aceptarlo y ponerse a luchar. Y para eso hace falta tener la edad adecuada y yo no soy joven, la sabiduría se acaba con la edad y es difícil traspasar fronteras cronológicas con el mismo entusiasmo que entonces. Yo tenía un entusiasmo a prueba de bombas y eso es lo que me salvó de la infamia.

P.- Ya que habla de su entusiasmo, y hoy que los periodistas nos vemos obligados a ser redactores orquesta, cuénteme cómo hacía para dirigir televisiones, revistas, promover congresos, escribir columnas...
R.- Lo peor hoy es que el entusiasmo, que debe que estar correspondido económicamente, no se paga. En aquella época no lo pagaban mal, aunque siempre han sido profesiones mal vistas. Sobre aquellos años, era un momento en el que el país estaba cambiando y la manera de contarlo se reflejaba trabajando en todos estos asuntos, haciendo congresos, revistas... mil cosas. Cuando uno echa la vista atrás y ve todo lo que hizo, se asusta. Tengo la impresión de que he sido muy pesado y de haber estado muy preocupado por dar la lata.

P.- ¿Echa de menos la prensa diaria?
R.- Sí, echo mucho de menos el ajetreo diario, realmente eso no se olvida. Cuando uno lee una columna o un comentario, le entran deseos irrefrenables de participar. Pero ya no tengo edad para eso. Uf, ponerse a ello... para eso hay que tener la profesión, la de periodista, y creo que es el momento estupendo para ejercerla. A pesar de la crisis, es una buena época para estar al tanto de lo que está ocurriendo y escribirlo.

P.- ¿Entonces no escribirá más?
R.- No, Gracias a Herralde y a Juan Cruz hemos publicado este libro y es el último, no creo que me convenzan para hacer nada más. Hay que tener la fuerza y el entusiasmo juvenil y no hay cosa peor que una persona mayor hablándole a los jovencitos. Pero estoy muy agradecido por este libro, me ha hecho recuperar una juventud que creía perdida, lo único que lamento es no poder correspondérselo escribiendo más.

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