El Cultural

Asier Etxeandía: "Me autoespío continuamente: soy todo un personaje"

16 diciembre, 2011 01:00

En la farsa de juicio que recrea La avería, texto de Dürrenmatt dirigido por Blanca Portillo y que se repone en las Naves del Matadero hasta el 1 de enero, Asier Etxeandía interpreta al viejo fiscal Kummer, el personaje más histriónico de todos a pesar de la máscara de látex que esconde su rostro. Y es que el actor vasco no puede evitarlo, siempre acaba interpretando papeles extravagantes.

Pregunta: Con un año de gira, ¿todavía ensayan?
Respuesta: Es que ha habido sustituciones. Miguel Hermoso sustituye por cuatro días a García Perea y Blanca Portillo va a hacer también al juez durante otros tantos.

P: Ensayar y ensayar es latoso ¿no?
R: La verdad es que sí y Blanca es de requetensayar, es muy obsesiva. Pero tiene su parte positiva, la obra siempre está renovada y yo me siento más arropado que en ninguna otra función de las que he hecho.

P: Desde el estreno ¿qué han renovado?
R: No se ha cambiado nada, pero vas descubriendo aspectos de los personajes. Los textos suelen ser más inteligentes de lo que pudieron imaginar sus autores. El teatro es como la vida y tu personaje crece contigo. Yo no hago el mismo Kummer que al principio. Es más sofisticado, más soberbio, más altivo y más humano.

P: Y también es el más histriónico de los pobrecitos ancianos.
R: Pobrecitos entre comillas, porque menudos son. (Risas).

P: ¿Blanca tuvo claro desde el principio que el fiscal sería usted?
R: Al principio Blanca quiso hacer la obra con actores ancianos, pero se dio cuenta de que en La avería los viejos no actúan como tales. Cuando decidió hacerlo con actores jóvenes, me llamó. Y me dijo que ése era mi personaje, un tipo romántico, extremadamente inteligente, perteneciente a la aristocracia.

P: Antes decía que el actor descubre aspectos de un personaje que ni siquiera el autor imaginó.
R: El teatro, como todo arte, está lleno de secretos. Todo está en el texto, pero hay aspectos de un personajes que surgen inconscientemente, mi cuerpo se apropia de ellos sin que yo me dé cuenta. Ése es el trabajo del actor: descubrirlos. Es como un paleontólogo que encuentra un hueso, y lo limpia primero, y luego, poco a poco, establece a qué animal perteneció, y qué comía, y como vivía... hasta ofrecer una información completa de él.

P: Para usted el musical Cabaret fue providencial en su carrera.
R: Ha sido la experiencia más impactante que he tenido, estuve cuatro años haciéndolo. Y lo que voy a decir puede parecer más propio del programa de Iker Jiménez, pero en ese espectáculo sentí que me poseía el personaje. Me acuerdo que tuve una conversación con él en el camerino que ... pero esto no es nada extravagante en nuestro trabajo.

P: ¿Quiere decir que no es uno de esos actores que se olvida del personaje cuando deja el teatro?
R: Yo lo intento, pero no puedo. Y habrá algunos que digan lo contrario, pero les ocurre a todos. Hay veces en mi vida diaria que contesto como si fuera mi personaje.

P: Actuar con las máscaras de látex debe ser incomodísimo.
R: Sí, sigue siendo un coñazo, pero ya no tardamos tanto en ponérnoslas. Lo que tengo claro ahora es que sin la máscara no soy Kummer. Lo único que siento es que con este pulpo en la cara la piel se me está fastidiando.

P: Siempre le adjudican personajes "anormales" ¿Quizá porque tiene una personalidad extravagante?
R: Bueno, sí, me vanaglorio de ello. Ser actor te enseña a conocerte a tí mismo y defender tu sombrero. Yo me autoespío continuamente y es algo hermoso aceptar cómo eres. En realidad, yo me considero bastante personaje en la vida real.

P: Es su fiscal, entonces, el personaje más convencional de los que ha hecho?
R: La avería es la obra más coral de las que he hecho, en el sentido de que todos los personajes estamos al mismo nivel, tenemos el mismo protagonismo. Y crecemos juntos.

P: Fue cantante de la Blue Alien's Temple ¿Ha dejado la música?
R: Es una larga historia. Quería ser cantante y comencé a estudiar teatro para completarme. Pero con esta banda hubo un desencuentro absoluto con la industria musical. Éramos demasiado buenos, nos decían. Todo esto fue minando mi entusiasmo. Y aunque cantar siempre me ha hecho más feliz, si no tengo un lugar sagrado donde hacerlo, prefiero dejarlo.