Image: Santiago Zannou

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El Cultural

Santiago Zannou

"Estoy harto de que en el AVE sólo a mí me pidan el DNI"

25 noviembre, 2011 01:00

Santiago Zannou, con su padre, protagonista de La puerta de no retorno.

Estrena hoy su documental 'La puerta de no retorno'

El padre de Santiago Zannou (Madrid, 1977) dejó hace cuarenta años Benín. El día de su partida le prometió a su madre que volvería, pero nunca lo hizo. Ella murió y a él se lo comió la culpa. Había fallado a quien más quería. La vida en España, como vendedor de todo tipo de cachivaches en los mercadillos del extrarradio madrileño, siempre con el dinero justísimo para sacar adelante a sus tres hijos y nada más, le impidió cumplir su promesa. Zannou junior, ganador del Goya a la mejor dirección novel en 2008 por El truco del manco, empezó a ser consciente de esa carga paterna cuando veía sus ojos humedecidos por la tristeza. La puerta de no retorno, su última película, la ha rodado para liberar a su padre de esos fantasmas. Se lo ha llevado a su tierra natal, le ha seguido con la cámara en todos sus avatares allí (reencuentros con familiares, rituales de vudú, visita a las tumbas de sus antepasados...) y con todo ese material ha firmado un documental que nos enfrenta de bruces con el drama íntimo de la inmigración.

Pregunta.- ¿De dónde viene la necesidad de contar esta historia tan personal?
Respuesta.- Todo parte de una imagen que tengo de mi padre, cuando la veía pintando y mientras cantaba canciones de su tierra. Siempre le observaba, como todo hijo a su padre. Me preguntaba el porqué de su mirada triste, su actitud solitaria. Quería saber quién era. Cuando me hice director de cine supe que tenía que contar esta historia, la de un hombre que salió de su tierra cuatro décadas atrás y no había vuelto todavía. Yo no lo dudé y él tampoco lo dudó.

P.- ¿Tú tampoco habías ido a Benín todavía?
R.- No, yo fui cuando terminé El truco del manco. Le dije a mi padre que me iba, que tenía que conocer mi otro yo que estaba allí. Él me dijo que me esperara, que iríamos el año que viene. Siempre me decía eso: que iríamos el año que viene. Pero yo me cansé de esperar. Fue una experiencia hermosísima. Allí tomé la determinación de hacer la película en serio, en la tumba de mi abuela, a la que le prometía que le traería a su hijo. Un director tiene que saber de lo que habla, haberse mezclado con sus historias, sufrirlas antes de rodarlas. Así es como sale luego la verdad.

P.- La primera frase de la película, pronunciada por tu padre, es: "Mi hijo piensa que he fracasado".
R.- Eso lo pensaba de niño. Todos los niños le echan en cara cosas a sus padres. Es muy difícil ser hijo de un inmigrante negro, ver cómo a veces se metían con él por la calle, saber que no te podía dar muchas de las cosas de que disfrutaban tus amigos y nunca las tendrías. Luego maduras, y te das cuenta de que el fracasado es en verdad un héroe, de quien me siento muy orgulloso.

P.- ¿Cómo ha manejado el pudor, porque desnuda a su padre en sus emociones?
R.- A mí encantan películas como Capturing the Friedmans y El desencanto. Son películas que sacan los problemas reales de occidente. Yo le he puesto la cámara en la cara a un hombre con un alma enorme, a un africano que le vemos llorar sin morbo, sino porque le duele el corazón y se siente culpable, que canta canciones africanas, pero no porque es un negrito bufón. No tengo ningún pudor por enseñar una familia hermosa, de la que creo que todos podemos aprender mucho.

P.- ¿Cuántas veces lloró mientras sujetaba la cámara?
R.- Acabo de ver la película ahora en un pase de prensa y me he vuelto a emocionar. Antes de rodarla lloraba por la situación de mi padre. Ahora, después de rodarla, sigo llorando porque la comprendo. En él todos nos podemos reflejar. Todos intentamos salir adelante, buscarnos la vida, y tomamos caminos que nos pueden alejar para siempre de los nuestros. Él ha vuelto a su tierra gracias a la película y ahora siente su alma en paz.

P.- La película termina en La Puerta de no Retorno, desde donde salían los esclavos salían hacia América. Y su padre afirma: "Ser negro sigue siendo muy difícil".
R.- Ser negro hoy no es difícil, es dificilísimo. La gente aquí tiene todavía que hacer un gran esfuerzo de perderle el miedo al que es diferente. Yo estoy harto de que cuando cojo el AVE Madrid-Barcelona al único que le pidan el DNI sea mí. Como dijo Lula, esta crisis no la han provocado ni los negros, ni los indígenas, ni los pobres... ¿Y por qué nos dicen entonces que nos volvamos a nuestra tierra?

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