Image: Laura Freixas

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El Cultural

Laura Freixas

"En Barcelona siempre te preguntan dónde has estudiado y dónde veraneas"

23 noviembre, 2011 01:00

Laura Freixas

Presenta hoy en el Centro Cultural Blanquerna de Madrid su última novela, 'Los otros son más felices' (19.30 h.)

En la identidad de Laura Freixas conviven -ya en armonía- mundos que tradicionalmente se han mirado (y se miran) con desconfianza. El campo y la ciudad, la burguesía y el pueblo llano, Castilla y Cataluña. Ella pertenece a ambos por igual. Su padre viene de uno y su madre del otro. Ese equilibrio le otorga una mirada mucho más rica y certera sobre los recurrentes conflictos entre ambos polos. En su última novela, Los otros son más felices, vuelca esa sabiduría y esa experiencia vital. La protagonista, Áurea, una joven de catorce años, madrileña pero de origen manchego, es adoptada por unos primos lejanos en su veraneo en la Costa Brava: descendientes de ricos industriales, diletantes, inquietos en las artes (escriben, leen, pintan, debaten...). La adolescente experimenta una especie de iluminación. Más adelante comprobará que no es todo oro lo que reluce. La doblez y la hipocresía, la envidia y los complejos, el conformismo y el miedo, son también moneda común en el nuevo paraíso descubierto.

Pregunta.- Dicen que Los otros más felices es un cruce entre Buenos días, tristeza y Almodóvar. ¿Cómo ve está etiqueta?
Respuesta.- Bueno, puede valer. De la novela de Sagan tiene el personaje de la chica adolescente que empieza a asomarse al mundo adulto. Y de Almodóvar me gustaría que tuviera el retrato de una España que quería ser moderna pero todavía no lo es, y ese contraste da mucho juego.

P.- El sustrato de la novela es el encontronazo de dos mundos... Dos mundos aparentemente opuestos pero que usted ha conciliado en su identidad.
R.- Sí, yo desciendo de dos familias muy dispares. Por un lado, una burguesa, catalanista, urbana, culta... Por otro, una castellana, pobre, inmigrante, de un pueblo de Ávila... De la primera he heredado la cultura. Hace años, no muchos, los ricos eran los únicos que tenía la oportunidad de acceder la cultura. Eso es lo que más valoro, igual que la protagonista. Y de la segunda lo que la crítica literaria llama desfamiliarización, es decir, la capacidad de mirar desde fuera algo que es tuyo. En Los otros son más felices vemos cómo se produce el descenso de unos y el ascenso de otros, durante la España del pelotazo.

P.-¿Y cómo vive usted la dialéctica entre Castilla y Cataluña?
R.- Es una dialéctica que en los últimos años se está avivando artificialmente, por determinados sectores de la clase política y mediática que viven de ella. En la vida cotidiana en Cataluña, a pie de calle, ese conflicto no está presente. En general, se convive muy bien.

P.- Los de abajo piensan que los de arriba son más felices. Es otra constante de la novela.
R.- Ante las diferencias sociales, yo he recibido tres tipos de explicaciones. Cuando de niña iba a un colegio religioso allí se decía poco menos que era un designio divino. Luego, cuando me hice marxista, las veía como el fruto de una injusticia que había que corregir. Ahora, en democracia, se piensa que se debe al mérito. Pero es una ficción, un espejismo. Y el problema es que se asume con naturalidad, no hay respuesta crítica.

P.-¿Cree que esa estratificación es mucho más marcada en Cataluña que en Madrid?
R.- En Cataluña rápidamente te hacen dos preguntas, no falla: en qué colegio has estudiado y dónde veraneas. La gran editora es la hermana del gran arquitecto que, a su vez, es pariente de los grandes productores de cava... Se dice que son cien familias las que controlan la economía y la política. En Madrid ese patriciado no es tan evidente.

P.- Una de las bazas de la novela, estructurada como un diálogo de principio a fin, es mantener al interlocutor de la protagonista en secreto. ¿Por qué?
R.- Un elemento fundamental de la narrativa es la intriga. Dicen que Proust prescindía de ella, pero no es cierto. Lo que pasa es que era una intriga psíquica. Para mantenerla se puede hacer de dos maneras: o salpicando la trama de acontecimientos muy llamativos o simplemente mediante la dosificación de la información que das al lector. En mi novela no suceden grandes cosas. Lo que hay son celos, rivalidades familiares... Y una de las maneras de enganchar al lector es mantener ese misterio, que a medida que avanza se va esclareciendo.

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