Fernando Sanz, durante una rueda de prensa con el Málaga.

Fernando Sanz, durante una rueda de prensa con el Málaga. MALAGA CF

Fútbol

Fernando Sanz (46), sobre la situación del Málaga: "El equipo tenía 42 millones de deuda y te embargaban hasta los trofeos"

El exjugador del Real Madrid pasó por el podcast 'Los Fulanos' para detallar la ruina económica que se encontró en el Málaga y cómo renunció a dinero para salvar al club.

Más información: Javier Arizmendi (40), de futbolista de élite a asesor financiero: "La vida del jugador es corta y el 80% se arruina"

Publicada

Fernando Sanz creció en la élite del fútbol, primero como canterano del Real Madrid y luego como jugador del primer equipo, coincidiendo con la histórica conquista de la séptima Copa de Europa.

Sin embargo, su carrera estuvo marcada por la constante presión de ser "hijo de" y por una realidad económica que dista mucho de los lujos que se presuponen a un futbolista de su nivel.

En una extensa entrevista en el podcast Los Fulanos, el exdefensa y expresidente del Málaga CF revela los entresijos de una carrera donde los contratos no siempre se cobraban y donde las decisiones se tomaban más con el corazón que con la calculadora.

Sanz relata que su etapa final en el Real Madrid fue un calvario personal. Pese a haber ganado la Liga, la Champions y la Intercontinental, la presión mediática y de la grada era insostenible. "La prensa me machacaba sistemáticamente", explica, una situación que le llevó a tomar una decisión drástica en 1999: "Teniendo 4 años de contrato en el Madrid, decidió marcharme porque no aguantaba más".

Se fue al Málaga, un club recién ascendido, en una operación que, lejos de mejorarle económicamente, le hizo renunciar a una ficha importante en el club blanco. "Yo en el Madrid cobraba como el que menos", asegura, pero aún así, su contrato allí era muy superior a lo que le esperaba en Málaga.

La aventura en la Costa del Sol fue una montaña rusa. Como jugador, vivió la consolidación del equipo en Primera, pero tras su retirada, asumió la presidencia en un momento crítico, convirtiéndose en el máximo accionista para salvar al club de la desaparición.

Y ahí descubrió la cruda realidad del fútbol modesto. "Me convertí en el máximo acreedor de lejos", afirma, explicando que durante su etapa como futbolista del Málaga hubo tantos impagos que la deuda que el club tenía con él era gigantesca. "No cobraba, no cobraba, no cobraba…", recuerda.

Fernando de Sanz, durante un partido con el Málaga.

Fernando de Sanz, durante un partido con el Málaga.

Cuando tomó las riendas, la situación era dramática: el Málaga tenía una deuda de 42 millones de euros y los ingresos de la temporada ya se habían gastado en años anteriores pidiendo adelantos de televisión. "Te embargaban la taquilla, te embargaban los trofeos, te embargaban todo", describe.

Para lograr el ascenso, tuvo que confeccionar una plantilla con un presupuesto de apenas 3 millones de euros para fichajes y salarios. "¿Tú sabes lo que es eso? Es imposible", sentencia. Ya en Primera, los ingresos por televisión eran de solo 8 millones, y el club se veía forzado a vender a cualquier jugador que despuntara para poder sobrevivir.

Sanz se enorgullece de haber sido pionero en el control económico, ajustándose a la máxima de no gastar más de lo que se ingresa. "Fuimos los primeros en ajustarnos. Los salarios eran muy normalitos, pero yo los pagaba", afirma, subrayando que durante su presidencia se vivió "una de las mejores épocas en el Málaga a la hora de cobrar".

Aun así, la gestión fue una sangría económica para él. Tras vender el club al jeque Abdullah Al Thani por 36 millones (deuda incluida), el saldo final fue negativo: "Acabé casi perdiendo dinero, no sé si fue un millón y pico más o menos" .

Su relación contrasta la precariedad de la clase media del fútbol con la opulencia que vivió cerca en el Real Madrid de su padre, Lorenzo Sanz.

Recuerda que, aunque el club blanco tampoco atravesaba su mejor momento económico, su padre tuvo que poner dinero de su bolsillo para avalar fichajes como el de Fernando Redondo. Los "primeros galácticos" como Suker, Mijatovic o Seedorf llegaron por cifras que hoy parecen irrisorias. "Roberto Carlos se compra por 3 millones de dólares", rememora.