El técnico del FC Barcelona, Hansi Flick.

El técnico del FC Barcelona, Hansi Flick. EFE EFE

Fútbol

Hansi Flick, a poner solución a la encrucijada de un Barça roto por las lesiones, perdido en su juego y superado por la presión

El alemán atraviesa el momento más difícil desde su llegada a la Ciudad Condal y no consigue dar con la tecla a los problemas del equipo.

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El Real Madrid no quita el pie del acelerador y la presión sobre el Barça cada vez es mayor, sobre todo a raíz de la derrota en El Clásico. Los azulgrana se han convertido en un equipo muy previsible en su juego y en vez de sorprender a los rivales, son ellos quienes se están viendo desconcertados ante la incapacidad por darle la vuelta a partidos adversos.

Cuando el balón eche a rodar a las 18:30 h en el estadio de Montjuïc, el Barça estará a siete puntos del conjunto blanco en la clasificación. Ya no se permiten más fallos dada la regularidad del eterno rival, pero es que Flick necesita un tiempo que no tiene para reconstruir a su equipo.

En estas primeras 10 jornadas del campeonato, los vigentes campeones de La Liga han mostrado unas fisuras en todas las facetas del juego que hace muy difícil pensar que se puedan repetir los éxitos de la temporada pasada si no cambian mucho las cosas.

Ante el reflejo del equipo que Flick diseñó la temporada pasada, el espejo empañado muestra un conjunto que nada tiene que ver con el que hace unos meses ganó La Liga, la Copa del Rey y fue semifinalista de la Champions. El Barça ha perdido eficacia en ataque -aunque era previsible con las bajas de Lamine Yamal y Raphinha- y en defensa los errores no se han subsanado, más bien lo contrario.

El de Heidelberg ha tenido que hacer frente a las lesiones de Lewandowski, Lamine Yamal y Raphinha, perdiendo así el tridente de gala que la temporada pasada registró 94 goles y 46 asistencias.

La enfermería, al completo

En dos meses y medio han pasado por la enfermería azulgrana 14 futbolistas y solo nueve de la plantilla del primer equipo no han estado de baja.

El tema preocupa y ocupa dentro del club, entre otras cosas, porque las 14 lesiones de esta temporada representan ya la mitad de todas las que sufrió el equipo en toda la campaña pasada (26).

Pedri, tendido sobre el terreno de juego en El Clásico.

Pedri, tendido sobre el terreno de juego en El Clásico. Reuters

Dentro del club se han producido reuniones internas para tratar de encontrar las causas de semejante plaga y buscar soluciones para minimizar el impacto, pues tantas lesiones acaban afectando también al rendimiento del equipo y a los resultados.

"Las cosas van como van. Tenemos que aceptarlo. Estamos en noviembre y queda mucho para el final de temporada", expresaba Hansi Flick en la rueda de prensa previa al partido contra el Elche al ser preguntado por las lesiones.

Sin duda, las lesiones están condicionando al equipo en este momento de la temporada, pero los problemas en el juego y la fragilidad defensiva siguen sin subsanarse a medida que van pasando los partidos.

Y es que Hansi Flick atraviesa su peor momento desde que se hizo cargo del Barça. La situación es más alarmante que cuando la temporada pasada sumaron solo 6 puntos de 24 posibles en enero.

Dos meses y medio después de haber empezado la temporada, este Barça nada tiene que ver con el del año pasado. Aquel estilo metódico y distante funcionó, pero ahora falta frescura y capacidad de sorprender a unos rivales que ya saben cómo se las gasta un equipo que no ha mejorado su juego, más bien lo contrario.

Sin identidad

La intensidad y agresividad definió el Barça de la primera temporada de Flick. El conjunto azulgrana parecía jugar con una marcha más y arrollaba a los rivales. La clave era recuperar rápido el balón y todo se basaba en una línea defensiva radicalmente avanzada que juntaba al equipo.

Que los jugadores estuvieran tan cerca los unos de los otros facilitaba el trabajo de presión, aunque Flick también contaba con especialistas que facilitaron el plan como Raphinha, Iñigo Martínez o Fermín López.

Esta temporada el conjunto azulgrana no está presionando de la misma forma. En primer lugar, porque no lo está haciendo con la misma energía y compromiso, pero también porque le faltan piezas clave para lograrlo.

Hansi Flick da instrucciones a sus jugadores durante el partido ante el Sevilla.

Hansi Flick da instrucciones a sus jugadores durante el partido ante el Sevilla. Reuters

El Barça dejó en fuera de juego a sus rivales la temporada pasada. La expresión sirve para explicar el desconcierto que provocó su línea defensiva pero también se puede coger la frase de manera literal.

Flick les pidió a sus jugadores que hicieran un ejercicio de fe que incluía un plan de alto riesgo: jugar con una defensa permanentemente al límite. Lo resumió perfectamente Iñigo Martínez cuando reconoció que no podía dormir después de los partidos.

El plan exigía tal nivel de concentración y de precisión para los defensas que terminaba los encuentros agotado mentalmente. Era el precio a pagar por un plan que funcionó de maravilla gran parte de la temporada.

Ahora, ya sin el central vasco, los rivales parecen haberle encontrado las costuras. La fórmula se repite en cada partido: en lugar de acelerar las jugadas con un pase vertical, los rivales frenan desde la segunda línea, alguno de los extremos tira un desmarque sin balón y la defensa del Barça duda. Todos los males empiezan por una presión que permite al rival pensar antes de ejecutar el pase.

Con la presión de repetir (y mejorar) los éxitos de la temporada pasada, el Barça no está siendo el mismo. La sensación es que los azulgranas todavía no se han acabado de conectar como hicieron la temporada pasada, aunque la derrota ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu puede ser el punto de inflexión que necesitaba el equipo.