Orla Walsh, en una competición.

Orla Walsh, en una competición.

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Orla Walsh, la ciclista milagro: del tabaco y la comida rápida a soñar con los Juegos de París 2024

La irlandesa experimentó un cambio radical en su vida que le llevó a dedicarse profesionalmente al ciclismo.

30 enero, 2023 02:15

Dicen que la edad es un número y que nunca es tarde para cumplir un sueño, unos tópicos que vienen como anillo al dedo para explicar la particular historia de Orla Walsh. Esta irlandesa no tiene problemas en confesar que hasta los 26 años llevaba una vida muy poco saludable en muchos sentidos, pero que a esa edad vivió un cambio existencial que le hizo experimentar un giro radical en su estilo vital.

Fruto de la juventud, se sintió perdida y desorientada. Salía todos los días de fiesta, bebía alcohol, fumaba una gran cantidad de cigarrillos al día y completaba una dieta nefasta para su cuerpo a base de comida rápida. Una vida completamente insana que tan solo puede resistir el cuerpo de una joven de poco más de 20 años, aunque ni ella misma sabía por cuanto tiempo. 

Walsh sabía que tenía que cambiar como fuera aquella espiral nociva en la que se había metido y encontró, de repente, su salvación en una bicicleta. Fue casi por obligación, porque para moverse por Dublín tenía que hacerlo en un transporte público muy deficiente, así que su padre, exciclista, le propuso que lo hiciera con una antigua bici suya. Aceptó el reto, y aquello fue un punto de inflexión que le cambió la vida.

Su mala vida

"En 2012 bebía mucho, fumaba, nunca hacía ejercicio, tomaba comida rápida... Así fue mi vida durante diez años", comentó a través de sus redes sociales Orla Walsh. Precisamente ahí, en Internet, se ha convertido en todo un fenómeno, un ejemplo de superación que sirve de guía para muchas personas que atraviesan una situación similar. Cerca de 250.000 usuarios siguen a esta irlandesa que comparte sus vivencias, su evolución y sus triunfos profesionales en la actualidad.

Con poco más de 20 años, la vida de esta ciclista, que por entonces veía al deporte como algo extraño, se limitaba a salir de fiesta, acudir a bares de ocio nocturno, beber alcohol y fumar cigarrillos. Al menos 20 consumía cada día, con el consiguiente malestar que eso le terminaba generando. "Llegué a salir todas las noches", confesó en otra ocasión.

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No solo era la fiesta nocturna lo que llevaba por el mal camino a esta irlandesa. La alimentación era otro tema que se estaba llevando por delante su salud y que hacía que cada vez se encontrara peor. Su dieta era tan sencilla como desastrosa, se alimentaba a base de comida rápida. Hamburguesas, pizzas, perritos calientes... cualquier tipo de alimento procesado y de fácil preparación se lo llevaba a su boca con tal de salir del paso día tras día.

El cambio

Sin embargo, hubo un momento en el que saltó alguna chispa en su cabeza y se dio cuenta de que no podía seguir así. Ella misma no quería seguir llevando esa vida que le estaba costando la salud. "Estaba llegando a un punto de mi vida en el que no quería seguir saliendo todas las noches y sintiéndome mal todo el tiempo", comentó en una entrevista. 

En ese momento, casi de manera milagrosa, un artilugio le cambió la vida por completo. Fue una bicicleta, un instrumento que casi se vio obligada a utilizar de manera repentina. Para desplazarse por Dublín y acudir a sus compromisos utilizaba el transporte público, pero las comunicaciones eran desastrosas por el alto tráfico y le jugaban malas pasadas constantemente. Su padre le propuso que utilizara una bici antigua suya para moverse, y Walsh aceptó el reto.

Era algo extraño para alguien que llevaba tanto tiempo sin hacer nada de deporte, pero aquella decisión se convirtió en su tabla de salvación. "Realmente me enamoré de la bicicleta y de la libertad que me brindaba. Odiaba depender del transporte público y odiaba tener que conducir al trabajo porque el tráfico era impactante en Dublín", dijo la irlandesa.

De esta forma comenzó a cogerle el gusto a aquello de ir sobre dos ruedas, tanto que con el paso del tiempo decidió que eso le apasionaba realmente y quiso ir un poco más allá. Ya no solo montaba en bicicleta por necesidad, para ir al trabajo, sino que sintió curiosidad por cómo sería salir a menudo y volver a hacer deporte.

Su carrera deportiva

En marzo de 2016, con 26 años, tomó la decisión de unirse a su primer club. El Orwell Wheelers Cycling Club le abrió sus puertas y aquello le permitió cogerle todavía mucho más cariño a la bicicleta. Era una edad quizás demasiado avanzada como para pensar en que alguien puede comenzar una carrera profesional sin tener un bagaje anterior, pero Walsh estaba decidida a romper con todos los moldes.

Sin preparación previa, sin haber entrenado desde pequeña y haber practicado durante años, su fuerza de voluntad pudo con todo y un tiempo después comenzó su carrera profesional. Una transformación impresionante, fuera incluso de cualquier lógica. "En ese momento, te pellizcas y piensas, '¿se supone que debo estar aquí? Pero solo tienes que salir y probar cosas, creer en ti mismo, puedes ser quien quieras ser", comentó con ese alentador mensaje.

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Ella lo consiguió. Se convirtió en una ciclista profesional y todavía hoy en día sigue dando gracias por ello. Su especialidad es el ciclismo en pista y es una de las corredoras más importantes de su país en esta modalidad. No en vano, se ha propuesto otro objetivo de altas miras como es el de ganarse un billete para los próximos Juegos Olímpicos de París 2024. El próximo mes de febrero tendrá una prueba de clasificación para ellos en Grenchen, Suiza, y está muy ilusionada con ello.

Su balance del pasado 2022 es maravilloso para alguien que hace apenas unos años ni siquiera pensaba en subirse a una bicicleta. En la pista logró tres títulos nacionales, otros dos récords absolutos de Irlanda y además fue podio en una prueba C1 de la UCI. Éxitos más que suficientes como para alardear de ellos y estar orgullosa.

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Además, el fenómeno en el que se ha convertido en las redes sociales le ha llevado a poner en marcha sus propios campamentos ciclistas. En ellos ofrece una experiencia de varios días en Mallorca junto a otros corredores de élite, una semana de entrenamientos y de diversión bajo su batuta y la de su equipo.

Ahora todo es muy diferente en su vida a cómo lo era hace unos años. Ninguno de sus hábitos tiene nada que ver con aquellos de antaño, cuando lo normal era salir de fiesta, fumar y confiarse a la comida basura. Orla Walsh no se avergüenza de todo aquello, al contrario, habitualmente se compara y se pone como ejemplo para que todos crean que un cambio a mejor es posible.