Artrosis: síntomas y diagnóstico

Artrosis: síntomas y diagnóstico

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Cómo saber si tienes artrosis sin ir al médico

La artrosis es una enfermedad degenerativa articular molesta, dolorosa y que puede crear problemas de movilidad. Conoce las claves para hacer tu propio diagnóstico preliminar antes de ponerte en manos de un profesional.

9 abril, 2022 12:43

En España, es frecuente sufrir una gran variedad de trastornos que llevan a padecer dolor en las articulaciones, pero no todos se presentan con la misma frecuencia ni intensidad. De aquellos trastornos que provocan dolor en las articulaciones, la artrosis es la más frecuente. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que del 10 al 15% de la población mayor de 60 años presenta síntomas de esta enfermedad que se da en mayor medida en mujeres que en hombres.

¿Qué es la artrosis?

La artrosis es un problema de salud frecuente que consiste en una patología reumática que lesiona el cartílago articular. Es un padecimiento molesto, doloroso y que a largo plazo puede llegar a ocasionar problemas de movilidad.

Al contrario de lo que se pueda pensar, no solo afecta a personas mayores, sino que también se puede presentar en personas con una edad temprana. También llamada osteoartritis, es una enfermedad degenerativa que ataca principalmente a las articulaciones.

Esta enfermedad va destruyendo el cartílago hialino que recubre las superficies óseas en cadera, dedos, hombros, cervicales, rodilla…, y hace que se sufra de dolor, rigidez e incapacidad funcional. El cartílago articular actúa como lubricante y amortiguador para proteger los extremos de los huesos durante los movimientos.

Causas de la artrosis

Existen diferentes causas por las cuales una persona puede llegar a padecer artrosis, y como hemos mencionado, no siempre se encuentra asociado con la edad. Aunque este es un factor importante por el desgaste articular que crece con el envejecimiento, hay otras causas, como son:

  • Factores sistémicos: edad, sexo, herencia, osteoporosis.
  • Factores locales: obesidad, inestabilidad articular, sobrecarga articular, traumatismos repetidos.
  • Factores genéticos: Existen diferentes genes que se encuentran muy ligados al desarrollo de la artrosis.

Cómo saber si tienes artrosis sin ir al médico

Para poder saber si tienes artrosis sin ir al médico, es importante atender a los síntomas propios de la enfermedad. Para empezar, su principal síntoma es el dolor, que es profundo, insidioso y mal localizado. Este dolor acostumbra a aparecer cuando se le exige un esfuerzo a la articulación afectada, y generalmente, empeora a medida que avanza el día. A medida que va progresando la enfermedad, el dolor puede aparecer incluso al reposar o mientras se descansa por la noche.

En la artrosis de la columna vertebral, se produce dolor en la región lumbar o en el cuello, así como el padecimiento de dificultad para el movimiento y la contractura de los músculos de la región afectada.

Asimismo, cuando el paciente sufre de dolor en el muslo por dolor irradiado, es posible que se deba a que la artrosis se encuentra localizada en la cadera.
Otros síntomas habituales son las deformidades articulares, así como la limitación de la movilidad con dolor ala presión, chasquidos y crepitación de la articulación. El crecimiento de los extremos de los huesos que forman la articulación puede hacer que esta se vea ensanchada y sea de mayor tamaño.

Diagnosis de la artrosis

A la hora de hablar de la diagnosis de la artrosis, se debe saber que no hay alteraciones de laboratorio específicas de la artrosis ni marcador alguno que pueda permitir hacer un diagnóstico o seguimiento de la enfermedad.

Sin embargo, sí que se investigan nuevos marcadores de respuesta al tratamiento que probablemente se puedan utilizar en el futuro. No obstante, sí que existe un test genético que se encarga de analizar los principales genes que se encuentran asociados al padecimiento de artrosis. De esta forma, es posible afrontar un tratamiento con mayor precocidad y así tratar de minimizar sus efectos sobre el organismo.

Con una exploración física es posible observar deformidades articulares, dadas por el incremento del componente óseo y capsular, así como por la limitación de la movilidad con dolor a la presión, chasquidos y crepitación de la articulación. El crecimiento de los extremos de los huesos que conforman la articulación puede provocar que esta se note tanto con un mayor tamaño como ensanchada.

En las fases iniciales de la enfermedad, la radiología puede presentar un resultado normal, si bien es cierto que lo habitual es que se llegue a observar como existe un estrechamiento del espacio articular vinculado a la esclerosis subcondral, así como la aparición de quistes, osteofitos marginales (prominencias óseas) y otras anormalidades dentro del propio contorno óseo. La observación, por lo tanto, es clave para poder determinar la presencia de artrosis.

¿Existe tratamiento para la artrosis?

En la actualidad existen diferentes terapias para poder hacer frente a la artrosis, si bien hay que tener en cuenta que no existe un tratamiento efectivo que la cure definitivamente. En todo caso, algunos medicamentos y tratamientos ayudan a reducir su impacto o a la mejora de las zonas afectadas.

Algunas terapias actualmente disponibles son:

  • Tratamiento no farmacológico: la fisioterapia y el ejercicio aeróbico (paseo, natación…).
  • Tratamiento farmacológico: Se puede recurrir al uso de AINE (antiinflamatorios no esteroideos) como los inhibidores de la COX-2 (celecoxib y rofecoxib). En otras ocasiones se recomienda el consumo de paracetamol u otros analgésicos como la codeína o el tramadol.
  • Sulfato de glucosamina y condroitín sulfato: Estos estimulan la síntesis de matriz extracelular del cartílago y ejercen control moderado sobre el dolor de las articulaciones. En algunos casos en concreto, los corticoides intraarticulares pueden ser eficaces.
  • Ácido hialurónico y factores de crecimiento plaquetario intra-articulares: Sirven para tratar aquellos pacientes con artrosis refractaria al tratamiento médico, al contar con un efecto analgésico-antiinflamatorio y protector del tejido.

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