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Que en los pueblos de Asturias se come de lujo puede sonar a tópico, pero basta con subir hasta esta aldea escondida en el corazón de los Oscos con solo trece habitantes, para comprobar que algunos tópicos existen por una buena razón.

Allí, en una casona de piedra junto al río, se encuentra L’Auga, un restaurante que combina la sencillez del rural con una cocina especialmente cuidada.

Situado en Mazonovo, una aldea de apenas trece habitantes perteneciente al concejo de Santa Eulalia de Oscos, este establecimiento se ha convertido en un referente para los amantes de la buena mesa que buscan lo más auténtico de las montañas astures.

Un entorno de belleza singular

Tal como puede verse en el vídeo compartido por la cuenta de Instagram @unapatatinapalkilo, llegar hasta L’Auga ya forma parte de la experiencia.

Se accede a pie por una pequeña pista forestal que serpentea junto al río Mazonovo, entre prados y bosques plagados de castaños.

El camino termina al llegar a una casona de piedra y madera, típica de la arquitectura tradicional de la zona, con una terraza sombreada por toldos donde la única banda sonora la crean el rumor del agua y el canto de los pájaros. No en vano, L'Auga significa, literalmente, "el agua", en una clara alusión a los arroyos que rodean el paraje.

El restaurante cuenta con un comedor con capacidad para 25 comensales y con una amplia terraza sombreada que puede disfrutarse en verano. De hecho, abren a diario desde el 15 de junio hasta el 30 de septiembre y de viernes a domingo el resto del año.

Cocina de proximidad y producto de su huerto

La propuesta culinaria de L’Auga se ha guiado desde sus comienzos por la idea de cocinar con lo que la tierra y la temporada ofrecen. Por eso se abastecen de las verduras, hortalizas y hierbas aromáticas que crecen en sus propios huertos.

“Nuestros platos varían en función de la temporada para mayor placer de quien nos visita: bonito del norte, setas, caza, diversos frutos del bosque como las castañas, arándanos, etc. y lo mejorcito de nuestra huerta”, explican en su web.

El resto llega de ganaderías y productores locales de confianza, completando así un círculo virtuoso entre naturaleza, sostenibilidad y gastronomía. Así pues, la carta es breve, cambiante y basada en la disponibilidad del momento. Con platos de sabores reconocibles elaborados con esmero.

Croquetas, fabada y carnes ecológicas

Quien visita L’Auga puede empezar con una ración de sus croquetas caseras, elaboradas con verduras o con cecina asturiana, que son uno de los platos más celebrados.

Para continuar, la fabada asturiana o el pote de nabizas (son las primeras hojas del nabo) son imprescindibles en los meses fríos. Platos contundentes, cocinados a fuego lento, que reconfortan cuerpo y alma. En temporada, también destacan el cordero Xaldo -raza autóctona asturiana-, el rabo de buey al mencía o los lomos de bacalao con pisto.

Las carnes merecen un capítulo aparte. En la pizarra del restaurante, escrita a mano, figuran cortes de ternera ecológica de la zona, como el solomillo, el chuletón o el entrecot de ternera lechal, que se cocinan a la plancha y se sirven en su punto.

Los precios, según testimonios de TripAdvisor, son razonables para la calidad del producto; rondan entre los 14 y los 26 euros por plato principal y un menú degustación para dos personas, con entrantes, plato de carne y postre, cuesta unos 74 euros.

Un proyecto nacido de un cambio vital

La historia de L’Auga es también una historia de transformación. Su propietario, Joaquín Fernández, según cuenta el periódico local La Nueva España, dejó atrás una vida acomodada en Ginebra, donde trabajaba en la banca privada suiza gestionando grandes fortunas, para emprender un proyecto radicalmente distinto: abrir una casa rural con restaurante ecológico en un rincón perdido de Asturias.

Todo comenzó en 2003, cuando un reportaje del canal internacional de TVE sobre los Oscos le inspiró hasta el punto de animarse a buscar una vivienda entre sus montañas. Cuatro años después, en 2007, el sueño se materializó en una casona de piedra restaurada que hoy alberga el restaurante y alojamiento rural L’Auga.