En Barcelona, los chiringuitos no son solo cosa de playa. En plena montaña de Montjuïc, entre jardines y vistas privilegiadas del skyline, te espera La Greca, un espacio que se presenta como un homenaje a la tradición gastronómica popular y que, lejos de ser una pop-up estacional, abre sus puertas todo el año.
El proyecto surge de la evolución natural de Farm to Table, aquella propuesta efímera que durante cuatro veranos acompañó las noches del Festival Grec.
Ahora, los impulsores Raquel Blasco y Marc Santamaria, del restaurante Casa Xica, junto con Lena Wiget y Joe Littenberg, ideólogos de Eat Street y la revista BCN Més, convierten la efervescencia de julio en una cita cotidiana con la cocina casera y el espíritu de barrio.
Los ideólogos de La Greca.
La carta de La Greca no busca sofisticación innecesaria, sino esa cocina de confort que se transmite con el tiempo lento de los fogones de la que tanto han aprendido y disfrutado los implicados en el proyecto.
Aquí conviven platos de cuchara como los garbanzos con butifarra negra de Cal Tomás o el clásico bacallà a la llauna con samfaina, con bocadillos que elevan la categoría de lo sencillo: desde un bikini trufado hasta un bocadillo de fricandó que, planchado al momento, se convierte en emblema de la casa.
Los platos de cuchara, como estos garbanzos con butifarra negra de Cal Tomás, forman parte de la propuesta.
El momento vermut se acompaña con gildas, conservas selectas, embutidos de calidad y quesos de proximidad que acompañan al ritual del mediodía, con cervezas bien tiradas y vinos ecológicos y naturales como compañeros de mesa.
Del desayuno a la merienda
La jornada comienza pronto, a partir de las 10 de la mañana, con una oferta que se mueve entre lo rápido y lo contundente. Hay bocadillos con pan de la panadería Serra, embutidos y quesos de pequeños productores, pero también desayunos de tenedor al más puro estilo tradicional, donde un plato consistente marca el inicio del día.
Para el cierre dulce, la tradición manda: ensaimadas del Forn Mistral rellenas de crema catalana quemada, brazo de nata o tarta de queso.
Una mesa completa en La Greca.
Más allá de la comida, La Greca recupera la atmósfera social de los merenderos de antaño, esos lugares donde las familias se reunían para comer, charlar y pasar la tarde.
El espacio invita a quedarse: mesas al aire libre, un amplio porche para refugiarse del sol o la lluvia, e incluso una selección de juegos de mesa disponibles para clientes que quieran prolongar la sobremesa.
La historia también está presente. Cada fin de semana, el local rinde tributo a la Colla de l’Arròs, aquel grupo de finales del XIX que mezclaba pasión culinaria y debate político en los pies de Montjuïc.
El homenaje llega en forma de un Menú del Arroz (27 €), con entrantes para compartir, tres opciones de arroz de marisco, de verduras o de montaña y un helado de corte como postre. Los viernes, la fiesta es de fideuá.
La Greca y sus mesas al aire libre.
Un acto de barrio
Los responsables insisten en un matiz: La Greca no privatiza un espacio público, sino que lo activa. Con precios populares y recetas que evocan bares históricos como el Gol, Gelida o La Cova Fumada,“es un lugar donde vecinas, familias y visitantes pueden encontrarse y disfrutar del entorno”, explica Santamaria.
Con un horario continuado hasta el anochecer (21 h en verano, 19 h en invierno), La Greca se perfila como un refugio gastronómico y social donde lo cotidiano se celebra a diario. Ya sea para un vermut al sol, un guiso de temporada o un arroz cocinado bajo los porches, el visitante descubre que, en Montjuïc, todavía es posible recuperar la esencia de los merenderos de siempre.
