Si hace poco poníamos el foco en uno de los restaurantes más interesantes de las Rías Baixas, Culler de Pau, hoy le toca a una de las mejores marisquerías de Galicia y sin duda, de todo el territorio nacional. Hablamos de D'Berto, un templo mayúsculo del producto, donde reinan los pescados y mariscos de gran tamaño.

D'Berto, los inicios

La primavera de 1989 abría sus puertas el restaurante D'Berto y lo hacía con Berto Domínguez y su madre Lola García al frente. En un primer momento, apostaron por la carne, ya que las churrasquerías estaban muy de moda en la zona y la carne hacía que el negocio marchara. Pero más tarde, cambiaron las tornas. El turismo a la isla de La Toja empezó a crecer y todos aquellos que venían, demandaban productos del mar. De esta forma, tímidamente, empezaron a incluirlos en los menús, siempre eligiendo lo mejor del mercado. 

Con cinco años a sus espaldas, llegó una incorporación clave, Marisol Domínguez, hermana de Berto que ayudaba los fines de semana en el negocio familiar, mientras trabajaba como dependienta en una tienda de ropa. Su incorporación sucedió de forma natural, cada vez más implicada, se metió de lleno en ello. Y hoy este restaurante no se entendería sin ella, porque es la que se pone cada día al frente de los fogones. No había estudiado cocina, ni falta que le hizo. Su sensibilidad y buen paladar, la llevaron a ser autodidacta y manejar puntos perfectos en la preparación de pescados y mariscos.

El trabajo codo con codo con los mejores productores y pescadores, fue hilando el camino hacia la excelencia de D'Berto. ¿Su máxima? Ofrecer productos de la mejor calidad. Cuentan en el libro 'Templos del producto' de Borja Beneyto y Carlos Mateos, que 2002 fue el punto de inflexión. ¿Las 'culpables'? Una remesa de cigalas tronco de un kilo cada ejemplar.

Según cuenta el mismo Berto en el libro "Fue nada más empezar el euro y estaban a un precio brutal, a 100 euros el kilo, casi como hoy. Eran unos bichos tremendos, desde 250 gramos hasta un kilo de peso". De esta forma invirtió sus ahorros. Apostó y ganó, porque a esa remesa de 40 kilos hubo que sumarle otros 10 debido a la demanda. Nacía así el mito. Nacía el D'Berto que hoy conocemos, una de las mejores marisquerías del país.

La experiencia en D'Berto

D'Berto no está frente a una playa idílica, ni a los pies del mar, ni falta que le hace. El simple hecho de pasear por su fachada, ya nos hace vaticinar qué es lo que encontraremos en el interior.

Lo primero que llama la atención, es ese vivero donde se exponen las joyas de la Ría, que sin duda es su mejor carta de presentación. ¿Quién no come por los ojos? Allí campan a sus anchas bogavantes de tamaño descomunal, pescados, cigalas...

Y nada más entrar en el restaurante, nos recibe otro expositor no menos impactante, donde se muestran las piezas que el comensal podrá degustar, que no son otras que piezas selectas, de gran tamaño y muy difíciles de encontrar en otros restaurantes. Y esto es gracias a Mariscos Laureano, especialistas en estos tipos de piezas, que surten a restaurantes como Rías de Galicia, los de los hermanos Adrià o el madrileño Sacha.

En D'Berto es el mismo Berto el que aconseja con la comanda, mientras su hermana Marisol está con los fogones. Resulta heroico saber que es ella sola la que prepara todo el pescado y marisco del restaurante. Así pues, buceando en la carta de D'Berto a uno se le hace la boca agua.

Mariscos de la Ría, algunos entrantes, pescados y una sola carne, porque aquí hemos venido a comer productos del mar. La carta nos puede servir de base para la comanda, pero lo cierto es que cambia a diario, según capturas y el precio también varía según mercado y disponibilidad.

Es mandatorio empezar con una ración de su empanada casera. Cada día Marisol las prepara con lo mejor que haya en el mercado, en nuestro caso, fue de xoubas -sardinillas- . Entre los entrantes se puede tomar un rico pastel de cabracho o cuando las temperaturas bajen, un caldo gallego. ¿Sabías que en muchas culturas las sopas se utilizan para abrir el apetito? 

Macarena Escriva

Lo siguiente es dejarse llevar, aconsejar y ponerse en manos de Berto. Por ejemplo, los camarones de la Isla de Arosa son un excelente comienzo al deleite del producto. También sus ostras, navajas y longueirones de la playa de La Lanzada. Almejas a la sartén, marineras, berberechos, percebes de tamaño medio o grande... Y por supuesto, las zamburiñas, que aquí además son "de las de verdad", porque las que sirven en la mayoría de restaurantes son, en realidad, volandeiras. 

Macarena Escriva

No puedes dejar pasar la ocasión de probar sus cigalas do Cantil, procedentes de Marín. Se trata de ejemplares superlativos, de más de 300 gramos y hasta de un kilo de peso, que preparan a la plancha. El bogavante frito es otra de sus especialidades. 

Macarena Escriva

¿La nueva sensación del restaurante? Las nécoras a la sal. "Hemos empezado a prepararlas así, es algo inédito. Lo estamos testando poco a poco en el restaurante. De esta forma conserva todo sus jugos y el sabor.", nos cuenta Berto. Ante este entusiasmo, no pudimos sino decidir probarla. "Una cocida te la puedes comer en cualquier sitio", bromeaba. Lo cierto es que resultó ser una de las mejores nécoras que he comido en mi vida. Tersa, jugosa y con el sabor perfectamente conservado. Sin duda, triunfarán. Y por cierto, habrá que esperar al otoño para tomar centollos, ya que aquí se respeta la temporada por encima de todo.

¿Y en cuanto a los pescados? Trabajan con piezas de tamaños históricos. Meros de 50 kilos, rodaballos descomunales y otro de los imperdibles, la palometa roja o virrey. Todos ellos se pueden tomar al gusto del cliente, pero ésta última, conviene probarla en un guiso tradicional con verduras y patatas. 

El postre puede tomarse a la gallega, con unas delicadas filloas o probar su excelente tarta de queso, que sin duda, puede abanderar los ranking de las mejores de España. 

¡Pasen y disfruten!