A las recetas de pasta fresca hechas con huevo y harina o con sémola y agua, ahora tengo que sumar esta nueva receta de pasta fresca casera hecha con harina de trigo y plátano. Sí, has leído bien, plátano. Y no es una pasta para hacer recetas dulces, que podría serlo, pero no.

El plátano, esta fruta de tropical cuya temporada se extiende a todos los meses del año, no solo es un buen sustituto del huevo para hacer bizcochos o tortitas, resulta que también nos sirve para preparar pasta fresca casera. Para los que ahora mismo estén pensando que la pasta hecha con este ingrediente va a saber a plátano, ya adelanto que no, es cierto que la masa y la pasta huelen a plátano, pero el olor y el sabor a la fruta desaparecen al cocer la pasta.

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Por qué es una buena idea usar plátano para hacer pasta fresca

Hay varias razones para darle una oportunidad al plátano con esta receta. Una de ellas es que es una alternativa para cualquier persona que, bien porque quiera llevar una alimentación vegana, bien porque tenga alguna alergia o intolerancia, no pueda comer huevos. Además, tiene la ventaja de que plátanos se consiguen en casi todas partes y siempre suelen estar a buen precio. La sémola de trigo duro, que también se utiliza para hacer pasta, no está tan implantada en el mercado.

Nutricionalmente, los plátanos también resultan interesantes. Según explica la Fundación Española de la Nutrición «el plátano apenas contiene proteínas (1,2 %) y lípidos (0,3 %), aunque su contenido en estos componentes supera al de otras frutas. En su composición destaca su riqueza en hidratos de carbono (20 %)».

  • El hidrato de carbono mayoritario es el almidón, pero a medida que madura, este almidón se va convirtiendo en azúcares sencillos como sacarosa, glucosa y fructosa. Por ello, el plátano es una fruta suave y bastante digerible siempre que esté maduro. 

  • Contiene inulina -un tipo de fibra- y otros fructooligosacáridos no digeribles por las enzimas intestinales, que alcanzan el tracto final del intestino y tienen efectos beneficiosos sobre el tránsito intestinal

  • Es fuente de potasio que contribuye al funcionamiento normal de los músculos.

  • Es fuente de vitamina B6, la cual contribuye al buen funcionamiento del sistema nervioso. 

Con qué servir la pasta de plátano

La mejor forma de saber si una pasta es buena es servirla con una salsa lo más sencilla posible. Me explico, si la salsa es una contundente boloñesa, aunque la pasta no sea excelente va a estar buena, pero si lo que vamos a preparar son unos espaguetis aglio, olio e peperoncino -ajo, aceite guindilla-, si la pasta es mala, el resultado no será bueno.

Así, pues, como prueba de fuego para esta pasta de plátano, he elegido algo muy simple, una salsa que está hecha con pimienta negra, ajo, mantequilla y zumo de limón. Al emplatar le he puesto un poco de cebollino, pero solo porque en ese momento lo tenía -el cebollino se estropea tan rápido que, cuando lo compro, se lo hecho a todo lo que puedo-. En vez de cebollino, un poco de perejil fresco picado le habría quedado también fenomenal. 

Le hubiese ido bien poner una guindilla en la sartén al hacer la salsa, pero se me olvidó, así que le puse unos copos de chile al emplatar. Ambas cosas son totalmente opcionales, así que si no quieres saber nada de picante, fuera con él.

Otras recetas que se me ocurren con esta pasta, es utilizarla para preparar unos raviolis rellenos de pera ligeramente caramelizada con queso de cabra y esta misma salsa de limón y mantequilla. Para los que quieran sabores más potentes, una salsa de queso azul o una salsa de anchoas y tomates secos pueden ser un espectáculo. Me parece que es también una pasta muy adecuada para preparar platos asiáticos, quedaría increíble, por ejemplo, en un pad thai.

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Cómo hacer tallarines de plátano

Ingredientes

Para la pasta

  • Plátano, 160 g (pesados sin la cáscara)
  • Harina de trigo de uso común, 200 g
  • Agua, cantidad suficiente
  • Sal

Para la salsa

  • Pimienta negra
  • Mantequilla, 30 g
  • Zumo de medio limón
  • Ajo, 1 diente

Para emplatar (opcional)

  • Cebollino
  • Chile en copos

Paso 1

Lo primero será elegir los plátanos, necesitamos que no estén verdes -estarían muy duros y no nos servirían para hidratar la harina y formar la masa-, pero tampoco que estén tan maduros que casi parezcan miel. Un término medio sería lo ideal, en los plátanos de Canarias, por ejemplo, es fácil saberlo, cuando aparecen las pintitas marrones, están en su punto para esta receta.

Paso 2

Pelamos el o los plátanos y lo trituramos hasta tener una papilla. Podemos hacerlo con una batidora o con un tenedor, dependiendo de lo que tenga cada uno y eso incluye las ganas de fregar cacharros después.

Paso 3

En un cuenco o sobre la encimera bien limpia ponemos la harina en forma de volcán y vertemos nuestro puré de plátano en lo que sería el cráter.

Paso 4

Amasamos hasta tener una bola de textura lisa que no se nos pegue a las manos. No todas las harinas absorben exactamente la misma cantidad de líquido. Si vemos que se queda muy seca, podemos añadir una cucharada de agua y, si, por el contrario, hemos incorporado toda la harina y vemos que sigue demasiado pegajosa, pondremos un poco más de harina sobre la encimera o una tabla y seguiremos amasando hasta que podamos formar nuestra bola.

Cuando tengamos nuestra bola, la envolvemos en papel film o en una bolsa de plástico y la dejamos en la nevera entre 30 y 60 minutos.

Paso 5

Cuando la masa haya reposado en la nevera, la dividimos en 3-4 porciones, cogemos una de ellas y dejamos en resto en la bolsa de plástico para que no se resequen en exceso. La porción que hemos dejado fuera la pasamos por harina y la estiramos hasta que esté muy fina con ayuda de un rodillo o de una máquina de hacer pasta.

Cuando la masa esté estirada, la cortamos a nuestro gusto. En este caso la he cortado en forma de tallarines, pero podrían ser espaguetis, raviolis, tortellinis o, incluso, podríamos utilizar las láminas para hacer una deliciosa lasaña.

La pasta cortada la dejaremos sobre una tabla ligeramente enharinada mientras preparamos la salsa.

Paso 6

La preparación de la salsa no puede ser más sencilla. Ponemos una sartén al fuego y echamos unas cuantas vueltas de pimienta recién molida. Cuando la pimienta empiece a desprender su aroma, añadimos la mantequilla y, cuando esta se haya fundido, añadimos el diente de ajo prensado y el zumo de limón.

Damos unas vueltas con la espátula a fuego medio para ligar el zumo de limón con la mantequilla.

Mientras se hace la salsa podemos poner a hervir abundante agua con sal. A esta pasta no le hemos puesto sal, así que la proporción será la misma de siempre, 10 g de sal por cada litro de agua.

Paso 7

Cuando la salsa esté lista y el agua hirviendo, echamos la pasta sacudiéndola previamente para eliminar el exceso de harina. La cocemos durante un par de minutos y la pasamos a la sartén con la salsa. Añadimos también una cucharada del agua de cocción y revolvemos bien. Podemos ayudarnos de unas pinzas de emplatar o simplemente meneando enérgicamente la sartén.

Paso 8

Servimos inmediatamente. Podemos poner por encima un poco más de pimienta negra, guindilla en copos, cebollino, algo de perejil...