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Si hay un bocadillo que representa a Madrid, ese es el bocadillo de calamares. Un clásico irresistible que se encuentra en casi cualquier bar de la capital y que forma parte de la cultura gastronómica española. Sencillo, contundente y delicioso, sigue siendo un símbolo del tapeo castizo.
El chef Dani García, con dos estrellas Michelin, ha querido rendir homenaje a este icono madrileño con su propia versión. Aunque no sigue al pie de la letra la receta tradicional, propone una alternativa que mantiene el espíritu del original y lo transforma en una experiencia más gourmet.
Durante uno de sus directos para RTVE, el cocinero explicó los pasos para preparar su particular bocadillo de calamares. Antes, eso sí, pidió disculpas a los madrileños por atreverse a modificar un clásico tan querido. Aun así, su toque personal lo convierte en un bocado digno de restaurante.
El secreto, según García, está en los ingredientes de primera calidad y en el equilibrio de sabores. Desde la textura del pan hasta el punto exacto de fritura del calamar, todo cuenta. Con su receta, demuestra que un plato tan sencillo puede elevarse a la alta cocina sin perder su esencia más popular.
Ingredientes del bocadillo de calamares del chef Dani García
- 600 g de anillas de calamar
- 100 g de harina
- 2 huevos
- 1 cebolla
- 1 diente de ajo
- 1 cucharadita de tinta de calamar
- Ralladura de limón
- Aceite de girasol (para freír)
- Aceite de oliva (para la mayonesa)
- Sal
- Pan para bocadillo (tipo mollete o pan crujiente)
Paso 1
Calienta abundante aceite de girasol hasta que alcance los 180 °C, ideal para una fritura crujiente.
Paso 2
Pasa las anillas de calamar primero por agua y luego por harina. Sacude el exceso de harina antes de freírlas.
Paso 3
Usa una mandolina para cortar la cebolla en aros muy finos y regulares. Pásalos por harina y también retira el exceso.
Paso 4
Fríe las anillas y los aros de cebolla por separado en el aceite caliente hasta que estén dorados y crujientes. Resérvalos sobre papel absorbente.
Paso 5
En un vaso batidor, añade 1 huevo, 1 diente de ajo, sal y aceite de oliva. Emulsiona lentamente hasta obtener una mayonesa espesa. Añade una cucharadita de tinta de calamar y mezcla bien. Opcional: un poco de ralladura de limón para dar frescor.
Paso 6
Una nueva versión de un bocadillo tradicional
La propuesta de Dani García ofrece una versión renovada del clásico bocadillo de calamares, demostrando que se pueden incorporar nuevos sabores e ingredientes sin perder su esencia. El chef lo eleva con detalles que aportan una dimensión más sofisticada y espectacular al tradicional bocado madrileño.
Quienes prefieran el sabor de siempre solo tienen que prescindir de la cebolla, la tinta de calamar y la ralladura de limón. Así se obtiene el clásico bocadillo que, desde hace décadas, se asocia con Madrid, una ciudad curiosamente sin mar pero con alma marinera.
El origen del bocata se remonta a las décadas de los 50 y 60, cuando los bares y tabernas del centro, especialmente en torno a la Plaza Mayor, empezaron a servirlo. Rápido, sabroso, barato y saciante, conquistó a los madrileños y se convirtió en todo un icono popular.
Su éxito se explica por la llegada del transporte refrigerado y el auge del pescado congelado en la posguerra. Gracias a ello, los calamares podían llegar desde el norte hasta la capital, convirtiéndose en una opción asequible y fácil de preparar.
La fritura enharinada, influenciada por la cocina andaluza de quienes emigraron a Madrid, le dio el toque crujiente y dorado que lo haría inconfundible. Esa fusión de estilos marcó para siempre la identidad del bocadillo más castizo.
Esta mezcla de culturas y tradiciones logró que el bocadillo de calamares se consolidara como uno de los platos más clásicos de España, al nivel del cocido madrileño o los callos, y en un símbolo indiscutible de la capital.
Hoy, el bocata de calamares sigue siendo un imprescindible en cualquier visita a Madrid. Es la versión más castiza del "fast food" español: buena, bonita y barata, perfecta para disfrutar de la gastronomía local sin complicaciones.
Aunque durante un tiempo fue menospreciado por algunos críticos, el bocadillo ha sobrevivido a las modas. Hoy reivindica su lugar en la cultura culinaria española, con chefs como Dani García que reinterpretan su receta sin traicionar su espíritu original.
