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En el monasterio del Santo Espíritu del Monte, en Gilet (Valencia), el fraile franciscano Fray Ángel es el encargado de alimentar cada día a sus hermanos frailes. Y, por esos caprichos que a veces tiene el destino, esta labor lo ha llevado a convertirse en una estrella de YouTube.
Desde la sencillez de la vida monacal, presenta recetas cotidianas elaboradas con productos asequibles y explicadas con una claridad que ha sido capaz de conquistar más de 400.000 seguidores desde que empezó su andadura en esta plataforma allá por el confinamiento.
Una de esas recetas es el tradicional pollo al ajillo, un clásico en España, de esos platos "de abuela" para mojar pan y chuparse los dedos, que el fraile prepara con un toque personal que no es el clásico perejil, sino un toque de ralladura de limón.
Los secretos del pollo al ajillo
Pollo al ajillo de fray Ángel
"Es un plato de diario, sencillo y barato", dice Fray Ángel al comenzar la receta. Utiliza pollo entero, que despieza y limpia porque, según explica, esta práctica no solo abarata el coste, sino que permite aprovechar los huesos para preparar un caldo.
Esta es, sin duda, una buena estrategia para sacarle el máximo partido al producto reduciendo así el desperdicio alimentario.
El segundo punto importante de la receta es la forma de tratar el ajo. Fray Ángel diferencia entre los ajos enteros, que fríe con su piel y servirán después como guarnición, y los ajos picados, que utiliza posteriormente para aromatizar el aceite y formar una salsa irresistible.
Como dato curioso, fray Ángel prefiere salar el pollo cuando ya está en la sartén, algo que no es muy habitual, pero a él le permite distribuir mejor la sal en la preparación.
Cuando el pollo empieza a dorarse, es cuando el fraile incorpora los otros dos ingredientes que son el alma de esta receta: un vaso de vino generoso, preferiblemente de Jerez o fino, y la ralladura y el zumo de un limón.
Ambos ingredientes aportan acidez, que viene fenomenal para equilibrar la grasa de la fritura y para realzar el sabor del ajo.
Ahora bien, para el éxito de la receta es fundamental que se evaporen completamente los líquidos. Fray Ángel señala que el punto óptimo de cocción se alcanza cuando el fondo de la sartén muestra los primeros signos de adherencia.
Es decir, cuando el pollo empieza a "agarrarse" y tenemos que hacer algo de fuerza para despegar los trozos del fondo. Esa es la señal que indica que el líquido se ha evaporado y los jugos de la carne se han concentrado.
Ingredientes
- Pollo deshuesado, 1 kg
- Ajo, 2 cabezas (la mitad entera con piel y la otra mitad picada)
- Aceite de oliva virgen extra, 50 ml
- Sal, cantidad necesaria
- Vino fino de Jerez, 100 ml
- Limón, 1 ud
Paso 1
Limpiamos bien el pollo, retirando el buche y la parte trasera. Lo troceamos en piezas del tamaño de una nuez y reservamos los huesos para preparar un caldo.
Paso 2
Freímos los dientes de ajo de una cabeza enteros con su piel en el aceite hasta que estén dorados. Los retiramos y reservamos.
Paso 3
Incorporamos el ajo picado al mismo aceite y lo doramos ligeramente. Añadimos los trozos de pollo y los freímos a fuego fuerte, removiendo para que se doren uniformemente.
Paso 4
Cuando el pollo empiece a dorarse y suelte su jugo, añadimos la ralladura de limón, su zumo y el vino. Dejamos que el conjunto reduzca a fuego medio hasta que se evapore todo el líquido.
Paso 5
Sabremos que el pollo está listo cuando se empiece a “agarrar” al fondo de la sartén. En ese momento, retiramos del fuego, servimos y acompañamos con los ajos fritos reservados.
Un menú equilibrado
Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), el pollo es una carne magra que contiene entre un 65 y un 70 % de agua.
Destaca por ser una fuente de proteínas de alto valor biológico que aportan aminoácidos esenciales, especialmente lisina y leucina. Es también una fuente importante de vitamina B6, niacina y fósforo, además de otros minerales como el magnesio y el potasio.
La proporción de grasa es moderada -aunque varía dependiendo del corte-, y predominan los ácidos grasos monoinsaturados que, consumidos en cantidades adecuadas, son beneficiosos para el corazón.
Es importante señalar también que la mayor parte de la grasa se encuentra en la piel, por lo que el consumo de pollo sin esta es perfecto para quienes quieren seguir una dieta equilibrada por su bajo aporte calórico y su facilidad de digestión.
Para acompañar un pollo al ajillo, Fray Ángel sugiere guarniciones ligeras, como una ensalada de hortalizas frescas, unas patatas fritas -en cantidad moderada- en aceite de oliva virgen extra o un caldo vegetal elaborado con los huesos del propio pollo.
Estos acompañamientos sirven para disfrutar de un menú completo en el que se equilibra el aporte proteico del ave con hidratos de carbono y fibra vegetal.
