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¿Echas de menos los guisos de tu abuela? Si es así, Fray Ángel, el fraile franciscano que cocina desde el Real Monasterio del Santo Espíritu en Gilet (Valencia), es la persona que todos necesitamos para reencontrarnos con la sencillez de las recetas de toda la vida.

Con ingredientes humildes y técnicas tradicionales, este afable religioso rescata la esencia de la cocina de antes con platos que reconfortan, alimentan y transmiten cariño en cada cucharada.

Se hizo famoso en el confinamiento, cuando empezó a cocinar en un canal de YouTube en el que ya cuenta con casi 400.000 suscriptores. Desde ahí, cada lunes comparte sus recetas con un estilo natural y cero pretensiones técnicas. Lo que se ve es lo que hay.

Patatas con mucho sabor

Patatas con ajopollo de Fray Ángel

En uno de los vídeos subidos a dicho canal, fray Ángel, fiel a su filosofía de "hacer mucho con poco", cocina una receta tradicional, muy popular en algunas regiones de España, que se conoce como patatas con ajopollo.

Paradójicamente, a pesar de ese curioso nombre, la receta no lleva ni ajo ni pollo, sino que se trata de una humilde preparación capaz de convertir unas simples patatas cocidas en un guiso de chuparse los dedos.

El ajopollo es un majado con el que se hace una especie de "salsa de almendras" típica de Almería, Granada y Málaga. Se elabora con ajo, pan frito y almendras, ligados con aceite y, según la zona, azafrán, comino, vinagre o pimentón.

Se usa como base para guisos (el más popular son las "papas en ajopollo"), pescados o carnes y es muy similar al ajoblanco, solo que, a diferencia de este, el ajopollo se toma caliente.

Receta humilde donde las haya, este fraile cocinero termina el plato con unos huevos, la forma más rápida y económica de añadir una ración de proteínas y convertir así la receta en un menú completo, perfecto para los días de otoño que están a la vuelta de la esquina.

Ingredientes

  • Patatas, 800 g
  • Pan del día anterior, 2 rebanadas
  • Almendras crudas, 50 g
  • Ajos, 4 dientes
  • Azafrán, 1 pizca (o cúrcuma o colorante alimentario)
  • Huevos, 8 ud
  • Aceite de oliva virgen extra, 100 ml
  • Agua, cantidad suficiente para cubrir las patatas
  • Laurel, 2 hojas
  • Sal, al gusto
  • Perejil fresco picado

Paso 1

Calentamos el aceite de oliva en una cazuela amplia y honda y freímos los dientes de ajo enteros y pelados. Cuando estén dorados los retiramos y los reservamos en un plato aparte.

Paso 2

En el mismo aceite, freímos las almendras crudas hasta que estén tostadas, debemos vigilarlas mientras se cocinan para que no se quemen. Cuando estén listas, las retiramos junto con los ajos.

Paso 3

Freímos ahora las rebanadas de pan hasta que estén doradas por fuera y crujientes, no debe quedar nada de miga blanda. Esto facilitará luego el majado. Retiramos también el pan y apagamos el fuego.

Paso 4

Retiramos parte del aceite e incorporamos las patatas ‘cascadas’ en la cazuela. Para cascar las patatas, cortamos parcialmente con el cuchillo y tiramos para arrancar el trozo, así soltarán más almidón durante la cocción.

Paso 5

Añadimos agua hasta cubrir las patatas, salamos al gusto e incorporamos las hojas de laurel. Subimos el fuego hasta que rompa a hervir.

Paso 6

En cuanto el agua entre en ebullición, bajamos el fuego al mínimo y dejamos cocer las patatas a fuego bajo durante unos 30 minutos, hasta que estén bien tiernas y el caldo empiece a espesar gracias al almidón.

Paso 7

Mientras se cuecen las patatas, preparamos el majado. En un mortero de piedra o con una batidora de mano, trituramos los ajos, las almendras y el pan frito hasta obtener una pasta espesa. Añadimos el azafrán, la cúrcuma o el colorante, según disponibilidad.

Paso 8

Incorporamos un poco del caldo de la cocción de las patatas y lo mezclamos con el majado para que tenga una textura más fluida y lo vertemos en la cazuela, removemos para que se integre y dejamos cocer todo junto unos 5 a 10 minutos más. Probamos y rectificamos de sal si es necesario.

Paso 9

Cascamos los huevos directamente sobre el guiso, dos por persona, apagamos el fuego y tapamos la cazuela. Dejamos que los huevos se escalfen con el calor residual.

Paso 10

Servimos las patatas con ajopollo bien calientes, espolvoreando por encima un poco de perejil fresco picado.

Más recetas de cuchara

Las patatas con ajopollo son un buen ejemplo de cuánto nos gusta en España el "cuchareo", pero no están solas. El recetario clásico está lleno de platos igual de reconfortantes que son perfectos para cuando llega el frío. Los que siguen son algunos ejemplos.

  • Sopa de ajo. Esta sopa, también conocida como sopa castellana, se hace con ajo, pan duro, aceite de oliva, pimentón y agua o caldo. A veces se le añade huevo escalfado. Es uno de los platos más austeros y reconfortantes del recetario español. Muy humilde, pero delicioso.

  • Potaje de vigilia. El potaje de vigilia es un guiso de garbanzos, espinacas y bacalao en salazón. Es un plato típico de la Cuaresma, aunque está tan rico que cualquier día de frío es bueno para darse un homenaje con él.

  • Olla gitana. La olla gitana es un potaje muy popular en Murcia y Andalucía oriental, elaborado con legumbres (normalmente garbanzos o alubias), verduras de temporada como judías verdes, calabaza y patata. Se le da sabor con un majado hecho con pan frito, ajo y hierbabuena.

  • Gachas. Las gachas son un plato ancestral hecho con harina tostada (generalmente de trigo o de almortas), agua, aceite de oliva, ajo y pimentón. Se cocinan hasta obtener una crema de textura similar a una bechamel y se sirven calientes, a menudo acompañadas con tropezones como torreznos o sardinas.