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En nuestra vida cotidiana, muchas de las acciones que realizamos en nombre de la higiene las hemos aprendido por costumbre, tradición o imitación porque así las hemos visto hacer siempre en casa de nuestros padres y nunca nos lo hemos cuestionado.

Sin embargo, no siempre lo que se hace con buena intención garantiza un resultado seguro. Algunas prácticas, aunque bien intencionadas, pueden esconder riesgos invisibles que comprometen nuestra salud más de lo que imaginamos.

Y entre todas estas costumbres de riesgo, una de las más persistentes en España es la idea de que lavar las carnes antes de cocinarlas ayuda a eliminar bacterias. Sin embargo, la evidencia científica señala lo contrario; esta acción, lejos de prevenir, puede aumentar el riesgo de enfermedades.

Un experto advierte del riesgo que se corre al lavar las carnes

El químico Vladimir Sánchez (@breakingvlad), en un vídeo subido a su cuenta de Instagram, advierte que este hábito puede ser contraproducente y representar un riesgo para la salud.

Aunque la intención detrás de lavar la carne suele ser eliminar suciedad, sangre o posibles bacterias, la realidad es que este proceso no solo no mejora la seguridad del alimento, sino que puede generar un efecto contrario, la temida contaminación cruzada.

Cuando se lava carne cruda bajo el grifo, el agua puede salpicar en un radio de hasta un metro alrededor del fregadero, esparciendo microorganismos como Salmonella o Campylobacter por superficies cercanas, utensilios, trapos de cocina o incluso otros alimentos.

Esto crea un entorno de riesgo elevado, especialmente si luego no se realiza una desinfección adecuada de todo lo que ha sido alcanzado por las gotas contaminadas.

Además, es importante tener en cuenta que, siempre que la carne esté en buen estado, las altas temperaturas a las que se cocinan las carnes son más que suficientes para eliminar los patógenos que puedan estar presentes. El calor es el método más efectivo para asegurar la inocuidad de estos alimentos.

En definitiva, lavar la carne no solo no es necesario desde el punto de vista higiénico, sino que puede inducir a una falsa sensación de limpieza, aumentando la probabilidad de que se descuiden otras medidas más eficaces de higiene.

Cómo saber si una carne está en buen estado

Reconocer si la carne que pretendemos comernos está en buen estado es fundamental para evitar intoxicaciones alimentarias y garantizar la seguridad de los alimentos que consumimos.

Existen varios indicadores que podemos observar para evaluar si la carne es apta para el consumo y todos nuestros sentidos pueden ayudarnos en este proceso, la vista, el olfato, el tacto e incluso, en algunos casos, el oído al manipular envases al vacío.

Uno de los primeros signos que debemos observar es el color. En general, la carne fresca presenta colores vivos y característicos según el tipo, por ejemplo, el pollo debe tener un tono rosado pálido, el cerdo un rosa más intenso, y la carne de vacuno un color rojo brillante.

Si notamos que la carne ha adquirido tonos verdosos, grises o marrones oscuros, es señal de que ha comenzado a descomponerse, aunque hay que tener en cuenta que ciertos cambios superficiales pueden deberse a la oxidación y no siempre indican deterioro profundo.

El olor es otro indicador clave. La carne en buen estado no debe tener un olor fuerte ni desagradable. Si al abrir el envase percibimos un aroma ácido, rancio o a podrido, lo más seguro es que el producto ya no sea apto para el consumo.

En el caso de carnes envasadas al vacío, puede aparecer un olor algo más intenso al principio, pero este debe desaparecer en unos minutos; si persiste, es mejor no arriesgarse y desechar la pieza.

El tacto también proporciona información útil. La carne fresca debe ser firme y ligeramente húmeda, sin resultar pegajosa ni presentar una textura viscosa.

Una textura resbaladiza o babosa suele indicar que hay proliferación bacteriana. Además, si al presionar la carne esta no recupera su forma rápidamente, puede ser una señal de que ha perdido frescura.

Por último, siempre debemos revisar la fecha de caducidad o de consumo preferente si se trata de un producto envasado. Aunque si se observa cualquier alteración de las descritas anteriormente, lo más seguro es descartar el producto aunque no se haya superado la fecha.

La receta para cocinar un filete con todas las garantías

Como ejemplo de cómo manipular la carne de manera segura, a continuación, os dejamos una receta detallada indicando no sólo los pasos de cocinado, sino también cómo llevar a cabo una correcta manipulación de los utensilios y los alimentos en todo el proceso.

Ingredientes para cocinar un filete de forma segura

Ingredientes

  • Filete de carne de vacuno, 200-250 g
  • Sal fina, al gusto
  • Pimienta negra molida, al gusto
  • Aceite de oliva virgen extra, 5 ml

Utensilios necesarios

  • Tabla de cortar limpia y seca, preferiblemente de uso exclusivo para carnes
  • Cuchillo bien afilado, limpio y desinfectado
  • Sartén o plancha limpia
  • Pinzas de cocina o espátula
  • Plato limpio para servir
  • Papel de cocina para secar la carne
  • Termómetro de cocina, opcional, pero recomendable

Paso 1

Comenzamos con la correcta preparación del espacio de trabajo. Lavamos nuestras manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos. Nos aseguramos de utilizar una tabla de cortar exclusiva para carne cruda, perfectamente limpia y seca, así como un cuchillo desinfectado.

Paso 2

Sacamos el filete del envase con cuidado, evitando que los jugos se derramen sobre otras superficies o alimentos. Colocamos el filete sobre papel de cocina y lo secamos suavemente por ambos lados. Esto es fundamental para evitar salpicaduras durante el cocinado y para obtener una mejor caramelización de la superficie.

Paso 3

Desechamos inmediatamente el papel de cocina utilizado y lavamos nuestras manos antes de tocar cualquier otro utensilio o ingrediente. Nunca reutilizamos utensilios que hayan estado en contacto con la carne cruda sin haberlos lavado primero con agua caliente y detergente.

Paso 4

Calentamos una sartén o plancha a fuego alto. Cuando esté bien caliente, añadimos el aceite de oliva. Colocamos el filete con cuidado, usando tenazas limpias para evitar el contacto directo.

Paso 5

Cocinamos el filete durante unos 2–3 minutos por cada lado, dependiendo del grosor y del punto de cocción deseado. Podemos usar un termómetro de cocina para mayor precisión.

Paso 6

Una vez cocinado, retiramos el filete con utensilios limpios y lo colocamos sobre un plato que no haya tenido contacto con la carne cruda. Dejamos reposar la carne durante 2-3 minutos para que los jugos se asienten.

Paso 7

Añadimos sal y pimienta al gusto justo antes de servir. Este paso final potencia el sabor y evita la pérdida de jugos durante la cocción.