Una abuela sonriente junto a un plato de torrijas caseras recién hechas.

Una abuela sonriente junto a un plato de torrijas caseras recién hechas. E.E.

Aprende a cocinar

Ni nevera ni papel film: así me enseñó mi abuela a conservar las torrijas para que no pierdan jugosidad

Mi abuela siempre decía que meterlas en la nevera era un error: este es su truco para que las torrijas queden jugosas durante días.

Más información: El pan que usa Martín Berasategui para hacer las mejores torrijas de la cuaresma

Publicada

Las torrijas son uno de los dulces más característicos de la Semana Santa, aunque realmente se pueden disfrutar a lo largo de todo el año. Aunque cada persona puede hacerlas con su propia receta, esta sencilla preparación, pese a ser simple, logra conquistar a los paladares más exigentes.

Sin embargo, uno de los secretos mejor guardados con respecto a las torrijas no tiene que ver con su elaboración, sino en su conservación. Y es que, aunque muchos apuestan por introducirlas en el frigorífico, el truco de la abuela con el que poder guardar el postre y que se mantengan en perfecto estado.

Lo más indicado es dejar que las torrijas se enfríen tranquilamente sobre la encimera para que, una vez alcanzada temperatura ambiente, cubrir con un paño limpio o papel de horno para evitar que se puedan resecar, una pequeña acción que ayuda a mantener su jugosidad sin que la humedad del frío arruine su textura.

Cómo conservar las torrijas adecuadamente

Cuando acabamos de preparar unas torrijas, lo más importante es dejar que se enfríen totalmente antes de guardarlas o taparlas. Aunque hay quienes prefieren consumirlas calientes, pero la realidad es que ganan en textura y sabor cuando están frías o, al menos, a temperatura ambiente, siendo esta una de las grandes razones por las que la mayoría de las personas prefieren prepararlas con antelación.

Una vez que están frías, lo ideal es conservarlas tapadas, sobre todo cuando se van a consumir en el mismo día o al día siguiente. Para ello es posible usar papel de horno, film transparente (sin apretar demasiado) o incluso, si se prefiere, una campana de repostería. De esta forma se evita que se resequen o que cojan olores del ambiente.

Si se reside en una zona que tiene temperaturas altas, o si simplemente se quieren conservar durante más de dos días, lo más seguro es guardarlas en la nevera, ya que al ser una preparación que lleva huevo, se podría estropear con el calor. En este caso, lo más indicado sería sacarlas un rato antes de su consumo para que puedan recuperar su textura original y que, además, no resulten demasiado frías para el paladar.

En cuanto al tiempo de consumo indicado de este dulce de Cuaresma, lo ideal es que se consuman en un plazo de 2-3 días para que así puedan mantener su sabor y textura intactos. De todas formas, hay que tener en cuenta las pautas de conservación mencionadas para alargar todo lo posible su consumo.

Cómo hacer unas torrijas sabrosas y jugosas

Las torrijas son el dulce estrella de la época de Cuaresma y Semana Santa, preparándose en todo el país en restaurantes, pastelerías y casas. Sin embargo, no es tan fácil de preparar a pesar de que su receta sea sencilla, y por ello hay que conocer una serie de recomendaciones para conseguir el mejor resultado final.

Aunque existen panes especiales para torrijas, no es necesario recurrir a ellos para conseguir un buen resultado, por lo que se puede usar el pan común de siempre que es más que suficiente. Eso sí, debe ser un pan de buena calidad, siendo el perfecto aquel que tenga una corteza fina, miga densa y sea un poco alveolado. Un dato a tener en cuenta es que el pan tirando a seco absorbe mejor la leche y permite disfrutar de mayor jugosidad.

Para preparar 20 unidades de torrijas, se necesitan:

  • 20 rebanadas de pan del día anterior
  • 100 gramos de azúcar
  • Un litro de leche
  • Canela en rama
  • Piel de un limón sin la parte blanca
  • Dos huevos
  • Aceite de oliva virgen extra (para freír)
  • Canela molida para rebozar
  • 100 gramos de azúcar para rebozar

Una vez reunidos todos los ingredientes, se empieza por cortar el pan en rebanadas de unos 2 cm, para luego calentar la leche, el azúcar, la canela y la piel del limón. Cuando empiece a hervir, se retira del fuego, se tapa y se espera a que se enfríe antes de comenzar a empapar las rebanadas de pan.

Tras dejar en remojo una hora o hasta que absorba toda la leche. Ahora se deben batir los huevos en un recipiente hondo, para luego pasar las rebanadas de pan por ambas caras y se fríe en abundante aceite bien caliente, dándoles vuelta para que se doren por ambas caras. Tras escurrirlas, se ponen sobre un papel de cocina.

Hecho lo anterior, llega el momento de mezclar 100 gramos de azúcar con un par de cucharaditas de canela molida y se rebozan las torrijas, para finalmente servir como prefieras. Como decimos, hay quienes prefieren hacerlo cuando aún están calientes y recién hechas, aunque otros optan por comerlas cuando ya están frías o a temperatura ambiente.

Aunque las torrijas se pueden servir tal cual se han hecho, sobre todo si se ha utilizado azúcar a la hora de infusionar la leche, es habitual que se opte por regarlas con algún sirope o rebozarlas en azúcar y canela, aunque hay que procurar no pasarse para evitar que puedan llegar a quedar demasiado empalagosas. El mejor momento para hacerlo es recién fritas porque absorben mejor los sabores añadidos.

La miel es una de las maneras más tradicionales de terminar las torrijas, y si se cocinan con un poco de agua, se podrá crear un aguamiel suave perfecto para poder encontrar el dulzor que queda rebajado, pero es perfecto para las torrijas.