En un contexto marcado por la inflación y la subida generalizada de los precios, hacer la compra se ha convertido en un ejercicio de estrategia para muchas familias. Ahorrar sin renunciar a productos de calidad es hoy una prioridad, especialmente cuando se trata de alimentos básicos como el pescado.
Durante años, el pescado ha sido percibido como uno de los productos más caros del supermercado. Filetes envasados, lomos limpios o piezas congeladas han ido ganando terreno por su comodidad, aunque eso haya supuesto pagar más por menos cantidad real de producto.
Sin embargo, esta idea no siempre se ajusta a la realidad. Así lo explica Jeferzon López, pescadero profesional y divulgador en redes sociales, conocido por mostrar de forma práctica cómo comprar mejor y gastar menos en la pescadería de grandes superficies como Mercadona.
"El pescado fresco puede salir mucho más barato que el congelado o envasado", asegura. Y no es una afirmación gratuita: se basa en comparar precios reales y en demostrar, paso a paso, cómo aprovechar un pescado entero en casa.
El ejemplo más claro lo pone con uno de los productos más consumidos en España: el salmón.
El salmón, ejemplo del sobreprecio
El salmón es un habitual en la cesta de la compra por su versatilidad y sus beneficios nutricionales. No obstante, muchos consumidores lo compran ya fileteado, en bandejas o congelado, pensando que es la opción más práctica.
Según Jeferzon López, ahí está el error. En Mercadona, los lomos de salmón congelados o envasados pueden alcanzar precios cercanos a los 25 euros el kilo. En cambio, el salmón fresco entero suele encontrarse prácticamente a la mitad.
La diferencia no está en la calidad del pescado, sino en el trabajo previo que ya viene hecho. Filetear, limpiar, envasar y congelar tiene un coste que el consumidor acaba pagando.
"Cuando compras el pescado entero, pagas solo por el producto, no por la comodidad", explica el pescadero.
Además, al llevarse la pieza completa, el aprovechamiento es mucho mayor. De un solo salmón pueden salir lomos, tacos para guisos, dados para salteados y, además, caldo con la cabeza y la espina.
Filetear en casa no es tan complicado
Uno de los principales miedos de muchos compradores es no saber qué hacer con un pescado entero al llegar a casa. La imagen de cuchillos, espinas y desperdicio frena a muchos consumidores.
Pero López insiste en que es mucho más sencillo de lo que parece. "No hace falta ser profesional ni tener herramientas especiales", aclara.
Basta con una tabla amplia, un cuchillo largo y flexible y, en todo caso, unas tijeras de cocina. Además, se puede pedir en la pescadería que retiren las vísceras, lo que ahorra un paso importante.
El proceso comienza separando la cabeza, que se reserva para caldos. Después, se desliza el cuchillo a lo largo de la espina central para obtener los dos lomos principales. Con unas pinzas se retiran las espinas más visibles y, si se desea, se elimina la piel.
En apenas diez minutos, el pescado queda listo para diferentes preparaciones. "La primera vez cuesta, pero en dos o tres intentos ya se hace casi sin pensar", afirma.
Más ahorro y menos desperdicio
El beneficio económico es evidente, pero no es el único. Comprar pescado entero fomenta una cocina más consciente y sostenible, donde se aprovecha absolutamente todo.
Las espinas y la cabeza permiten preparar un caldo casero que puede congelarse y utilizarse para arroces, sopas o guisos. Los recortes sirven para croquetas, empanadillas o rellenos.
Este aprovechamiento total reduce el desperdicio alimentario y, a la larga, supone un ahorro considerable en otras compras.
"De un solo pescado salen varias comidas", resume el pescadero.
La pescadería, un espacio infrautilizado
López insiste en que muchos consumidores pasan de largo por la pescadería y se dirigen directamente a los congeladores. Sin embargo, ahí es donde se esconden muchas de las mejores oportunidades de ahorro.
Además del salmón, ocurre lo mismo con merluza, lubina, dorada o bacalao fresco. Comprar la pieza entera suele ser más barato que adquirirla ya troceada.
A esto se suma la posibilidad de pedir consejos al personal del mostrador, algo que no ocurre con los productos envasados. "El pescadero te puede recomendar cómo cocinarlo y cómo aprovecharlo mejor", recuerda.
Otros trucos para gastar menos
El pescado no es el único producto donde se paga de más por comodidad. López señala que ocurre lo mismo con el pollo, que resulta mucho más económico entero que en bandejas de pechugas o muslos.
También recomienda reducir el consumo de precocinados. Aunque ahorran tiempo, encarecen notablemente la cesta de la compra y suelen tener peor perfil nutricional.
Otra opción interesante son los productos próximos a su fecha de consumo preferente, que muchos supermercados rebajan hasta un 50%. Si se van a consumir en breve, son una excelente alternativa.
En definitiva, el ahorro no siempre pasa por comprar menos, sino por comprar mejor.
