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El famoso influencer gastronómico Pablo Cabezali, más conocido por su canal de Youtube de Cenando con Pablo, visitaba hace unos meses uno de los restaurantes de cocina de autor mejor valorados de Bizkaia: Casa Garras. Un restaurante ubicado en el valle de Carranza y que cada año apuesta por las Jornadas gastronómicas de Buey.

Todo un espectáculo para los amantes de la buena carne, que consta de un menú degustación compuesto por diez platos, todos con el buey como protagonista y pensados para disfrutar de principio a fin. Todo ello rematado con dos postres caseros, en este caso de mango colado y un milhojas caramelizado.

Entre los platos se encuentran auténticas joyas gastronómicas como un consomé de buey aromatizado al armagnac, croqueta cremosa de guiso de buey, contra de buey curada de manera artesanal y servida con aceite ecológico, steak tartar con tuétano asado y milhojas de patata crujiente, cadera de buey ahumada sobre mantequilla de maíz, foie gras caramelizado, chuletón de buey con patatas fritas y pimientos del piquillo confitados... Todo un espectáculo gastronómico.

Sin embargo, aunque la enorme calidad de estos platos no puede discutirse, Pablo Cabezali asegura que la experiencia en este restaurante no mereció la pena por un detalle: el tiempo entre plato y plato. "Esto no puede ser", asegura el youtuber entre servicio y servicio de la comida.

Lo que prometía ser una experiencia redonda terminó para el influencer gastronómico y su compañero de menú degustación, Alfonso Ortega (@Cocituber), dejando un sabor amargo y con la paciencia por los suelos. No por los platos que rozaban el sobresaliente, sino por los tiempos de espera: "Llevamos aquí casi todo el día. Son ya casi las 17:00 de la tarde y desde las 14:30 que hemos empezado va la cosa muy tranquila", confiesa al inicio del vídeo.

ME CABREO MUCHO en el RESTAURANTE del BUEY en PAÍS VASCO con COCITUBER

El menú no tiene pega: croqueta de guiso de buey "con muy buen rebozado", contra curada "de sabor elegante", un taco de kafta que define como "un espectáculo" o un steak tartar con tuétano y milhojas de patata "espectacular, una bomba". Y así hasta el chuletón y los postres finales.

El problema: el ritmo. "Van muy lentos, quedan dos platos y la chuleta y son las cuatro de la tarde. No puedes tener el local así de lleno si no vas a dar a basto", protesta Cabezali. "Además, con toda la gente que tienen currando en cocina".

Un enfado que va en aumento según avanzan los pases. "Yo cuando llegue la chuleta ya no voy a tener ganas. No puede ser. Hace 20 minutos llegó el anterior plato. Me está poniendo de una mala hostia... Por esto yo no vengo a un sitio", asegura. "La comida está perfecta pero la experiencia es pésima", confiesa a uno de los camareros de sala.

El trabajador responde que "la cocina estuvo con total perfección en los tiempos" y que ese día han servido casi 80 menús. Pero Cabezali no lo ve claro: "El siguiente plato tardó 13 minutos. Es indefendible. Esto no es una experiencia agradable para un comensal. Por los tiempos, para mí no merece la pena".

Aunque reconoce que "una comida así, a buen ritmo, te la gozas", admite que hoy no ha sido el caso. El total de la comida, con el menú degustación para dos personas, fue de 220 euros —110 por persona—. Una sucesión de platos que rozó el sobresaliente para ambos influencers gastronómicos, pero que, según Cabezali, "no justifica el precio".