En España abundan los chefs con talento, pero pocos se atreven a hablar de dinero sin rodeos. Dani García, con tres estrellas Michelin a sus espaldas, no tiene miedo a poner cifras sobre la mesa.
El chef marbellí, que ha convertido su nombre en un emblema gastronómico internacional, ha revelado sin filtros cómo gestiona su fortuna y qué papel juega el dinero en su vida. Y lo ha hecho con una frase demoledora: "No trabajo por dinero. Trabajo para no depender de nadie nunca más".
Es una declaración que condensa toda su filosofía. La de un hombre que sabe lo que vale su tiempo, su talento y su libertad.
El precio de no depender de nadie
Dani no lo dice desde la arrogancia, sino desde el aprendizaje. "Cuando abrí mi primer restaurante pensaba que lo más difícil era cocinar bien. Me equivoqué. Lo más difícil es que el negocio funcione sin ti", reconoce.
Por eso se rodeó de expertos en gestión, finanzas y desarrollo internacional. Supo que, si quería durar, tenía que delegar, aprender y multiplicarse sin perder el alma.
"Lo más caro que hay es depender", sentencia. Dependencia de horarios, de clientes, de bancos o de socios que no entienden tu visión. "Y yo no quiero deberle nada a nadie. Esa es mi definición de éxito."
La cocina como camino hacia la libertad
A sus 49 años, Dani García ha aprendido que el éxito no está solo en las estrellas. Está en construir una vida que te haga sentir dueño de tu tiempo. "Mi madre soñaba con una casa en Marbella. Ya la tiene. Y ahora sueño yo", confiesa.
Ha llevado a sus hijas a estudiar a Londres, luego a Boston. Las ve crecer sin tener que pedir permiso. Y eso, según él, no tiene precio.
Su mayor lujo no es un coche ni un reloj: es poder apagar el teléfono y seguir durmiendo tranquilo. Saber que ha creado una estructura sólida que no depende de su presencia física para funcionar.
Un cocinero con mentalidad de CEO
Dani ha sido pionero en muchas cosas. El primero en cerrar un restaurante tres estrellas en plena cima. El primero en tener una estrella Michelin en Dubái. El primero, también, en convertir la alta cocina en una empresa de escala global sin perder el sabor de casa.
"La gastronomía también es un negocio. Si no lo entiendes, acabas quemado o arruinado", explica. Por eso, prefiere hablar claro. Mostrar los números, no para presumir, sino para que los jóvenes que vienen detrás aprendan lo que él tardó años en descubrir.
"No hay nada malo en ganar dinero. Lo malo es no saber qué hacer con él. Yo lo uso para seguir cocinando, pero sin miedo", dice.
Más allá de las estrellas
Su proyecto más reciente, Smoked Room, obtuvo dos estrellas Michelin en su primera aparición. Pero él ya no persigue medallas. Persigue ideas. Nuevos formatos, nuevos países, nuevos públicos.
El recién estrenado Dani’s Cinema Club, con menús inspirados en películas como Pulp Fiction o Mamma Mía, es solo una muestra de hasta dónde quiere llegar. "Me lo tomo como un juego serio", explica. "Si no me divierte, no lo hago".
Porque al final, Dani García no quiere gustar a todo el mundo. Quiere gustarse a sí mismo. Quiere seguir creciendo, sin hipotecar su vida, su tiempo ni su esencia.
El ejemplo de una nueva generación
El chef andaluz ha roto un tabú. Ha hablado de dinero sin vergüenza, ha explicado cómo lo gana, cómo lo gestiona y para qué lo quiere. Y al hacerlo, ha servido una lección que va mucho más allá de la cocina.
"No soy el mejor chef del mundo, pero tengo claro qué tipo de vida quiero llevar. Y cada decisión que tomo va en esa dirección", afirma.
Dani García ha demostrado que se puede tener éxito sin traicionar tus principios. Que hablar de dinero no te hace superficial. Te hace libre. Porque como él dice, con una sonrisa tranquila: "La verdadera receta del éxito es poder decir que no".
