El chef Alberto Chicote en una imagen de archivo

El chef Alberto Chicote en una imagen de archivo

Actualidad gastronómica

Un inspector de Sanidad encuentra un fallo en el restaurante de Alberto Chicote y le advierte: "Es obligatorio"

El popular cocinero y presentador también ha pasado por que su cocina sea revisada hasta el último rincón.

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El chef Alberto Chicote es una de las figuras más reconocidas del panorama gastronómico español.

Su manera incisiva de comunicar, sin “pelos en la lengua”, y su dilatada experiencia como chef al frente de las cocinas de restaurantes míticos como Nodo o Pandelujo lo han llevado a convertirse en un rostro habitual de la televisión.

Chicote ha triunfado en programas como Top Chef, ¿Te lo vas a comer? y el muy popular Pesadilla en la cocina, la adaptación española del archifamoso Hell’s Kitchen que encumbró al chef Gordon Ramsay.

El “inspector” inspeccionado

En cada programa de Pesadilla en la cocina, Chicote inspecciona de forma minuciosa los establecimientos que visita, enfrentándose a todo tipo de desastres culinarios y organizativos por todos los rincones de España.

En este caso, el objetivo del análisis del chef no es otro que el de intentar reflotar el negocio dándole una nueva imagen y un nuevo rumbo con la esperanza de que superen la crisis en la que se encuentran.

Sin embargo, fuera de la tele, como ocurre con todos los establecimientos del sector, los regentados por los cocineros que son auténticas celebrities, también son objeto de inspecciones sanitarias que garanticen el cumplimiento de las normativas de higiene y seguridad alimentaria.

Un error que no pasó desapercibido

En una entrevista concedida hace unos meses a la Cadena SER, el chef Alberto Chicote se sinceró al relatar una inspección que recibió en su restaurante Omeraki, su último proyecto personal como restaurador.

En esa ocasión, según explica el cocinero, recibió una llamada de atención por parte del inspector sobre un detalle que, pese a parecer algo sin importancia, muestra el estricto control que las autoridades sanitarias ejercen sobre los locales de restauración.

“La última vez, que fue recién abierto Omeraki, visitó todas las instalaciones: ‘quiero ver esto, quiero ver aquello’, me pidió un montón de cosas como hacen siempre y como no había nada especialmente reseñable que decir me dio un par de consejos que creía que eran convenientes para que las cosas estuviesen en orden y yo lo cumplo y aquí paz y después gloria”, explicó el chef.

El incidente concreto que motivó la advertencia del inspector fue la presencia de un bote de mostaza abierto que no tenía registrada la fecha de caducidad estimada tras su apertura.

A ojos de Sanidad, este es un incumplimiento que debe corregirse, aunque en la práctica no suponga un riesgo inmediato si el alimento se consume rápidamente.

Así lo explicó Chicote: “¿Qué consejos me dio? Pues, por ejemplo, teníamos un bote de mostaza pequeño abierto y no le había puesto la fecha de caducidad supuesta en el propio bote”.

“Bueno, nosotros no lo hemos hecho porque esto lo gastamos en dos o tres días y está siempre en donaciones, pero me dijo que tenía que escribirlo obligatoriamente”.

Este tipo de advertencias, que a los que somos ajenos al sector pueden parecernos irrelevantes, en realidad, subrayan la importancia de seguir protocolos estandarizados que no dejen lugar a ambigüedades.

En el ámbito de la seguridad alimentaria, cada detalle cuenta, y por más renombre que tenga el establecimiento o el cocinero al frente, los inspectores de Sanidad no deben hacer la vista gorda ni con lo que parece más simple.

Así pues, aunque la inspección en el restaurante de Alberto Chicote no fue motivo de sanción alguna, fue un buen recordatorio de que la excelencia en la cocina no está reñida con el cumplimiento estricto de la normativa sanitaria.

Los inspectores de Sanidad agradecen su trabajo

A lo largo de la entrevista, Chicote también aprovecha para reflexionar sobre cómo se percibe su trabajo por parte de los profesionales de Sanidad.

“Cuando me encuentro con inspectores de Sanidad, por la calle o en cualquier otro lugar, muchos me agradecen mi trabajo, mientras que otros piensan que los deja en mal lugar”, aunque insiste en que no es, para nada, su intención.

Algo que también ha querido señalar el chef es la diferencia entre una cocina con un uso intensivo y una cocina descuidada.

En el primer caso, el desorden puede ser parte del proceso, siempre que vaya acompañado de una limpieza constante y rigurosa. En el segundo, la negligencia pone en riesgo tanto la reputación del local como la salud de los comensales.

“Tengo mucha experiencia, sé lo que hay, sé cuándo alguien ha limpiado el día anterior y se ha dejado el resto de las cosas y sé cuándo, por desgracia, hay alguien que piensa que una cocina es un espacio naturalmente sucio. Una cocina, cuando se trabaja, se ensucia mucho, pero también se limpia mucho”.