Son habituales en nuestra cesta de la compra y lo que indica la etiqueta nos induce a pensar que son algo que en realidad no son y si nos paramos a leer la letra pequeña de la etiqueta la sorpresa puede ser mayúscula.

En esta lista de alimentos que no son lo que parecen son todos los que están pero seguramente no están todos los que son, pues son muchas las etiquetas de productos cotidianos en los que la lista de ingredientes de un simple filete puede ser más larga que la lista de los reyes godos. Si no me creéis, la próxima vez que vayáis al Mercadona echad un vistazo a las etiquetas de la carne congelada y me contáis qué os parece.

5 alimentos que no son lo que parecen

Y entre estas cosas que uno compra pensando que son una cosa a juzgar por las letras grandes de la etiqueta, pero en realidad son otra bien distinta, esta semana la OCU alerta sobre estos 5 alimentos que pueden llevar a engaño fácilmente si no se lee con atención la letra pequeña.

Zumos de frutas envasados

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Zumo de fruta en letras bien grandes… hecho a base de néctar que de verdad solo lleva una pequeña parte de fruta natural y el resto es agua con azúcar (o edulcorantes en el que caso de que se indique que no llevan azúcar añadido) en letra muy pequeña. Y encima, suelen ser más caros que los zumos naturales.

El jamón York que no es jamón

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En la etiqueta pone jamón York o jamón de York, en realidad es fiambre de magro de cerdo hecho con partes menos nobles del animal y unos cuantos aditivos más que, y aunque por supuesto su consumo es totalmente seguro, no suponen un riesgo para la salud y tiene proteínas y, en algunos casos pocas grasas, en la mayoría más azúcares de los que deberían, lo que no tiene es jamón.

Y aunque ponga que sea jamón cocido, sea más caro y sí lleve jamón, si miráis las etiquetas veréis que entre un 20 y un 25% tampoco es jamón.

El queso rallado… vegetal

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Otro de los alimentos que no son lo que parecen son muchos quesos de los que vienen ya rallados, especialmente los que pone que son para gratinar. ¿No os ha llamado alguna vez la atención que algunos quesos rallados -principalmente los baratos, aunque hay de todo- que se queman pero no se funden ni a tiros? Pues es porque no son queso sino un producto a base de leche y grasas vegetales más baratas que el queso de verdad.

Carne picada en bandejas, carne y algo más

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Otro producto con el que hay que andarse con ojo y con razón. Si todos sabemos que la carne picada es algo delicado que no se conserva mucho tiempo, cuando está en una bandeja del supermercado con varios días de fecha es porque hay más cosas y no solo conservantes, sino proteínas de soja, féculas, colorantes y hasta azúcares.

Calamares y potas no son lo mismo

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Calamares frescos en el mercado a 15-20 euros el kilo y anillas de calamar limpias y troceadas a 4 euros/kilo. Es evidente que algo no cuadra, las anillas de calamar en verdad son de pota, un cefalópodo de aspecto similar pero de calidad sumamente inferior que cuando nos lo venden “fresco” y en anillas, en verdad está descongelado y es algo de lo que uno se debe cerciorar si está pensando en congelar las que no use porque se estaría congelando un producto que previamente ha sido descongelado. Y sí, son baratas y hacen el apaño, pero de comprarlas mejor que estén congeladas.

En definitiva, que es mejor pararse 5 minutos a leer las etiquetas de lo que entra en la cesta de la compra que muchas veces hasta es mejor un producto más barato que el de la etiqueta más llamativa.

Fuente | Ocu.org Imagen|Alpha