Esta semana acaba el mes de Julio, eso significa que muchos de vosotros termináis vuestras vacaciones y otros muchos estáis a punto de empezarlas, de manera que estos días aumenta el número de desplazamientos bien sea para regresar a vuestros lugares de origen o para disfrutar de unas merecidas vacaciones. Por esta razón, en Cocinillas nos ha parecido oportuno compartir con todos vosotros una serie de recomendaciones sobre cómo alimentarse correctamente a la hora de hacer un viaje de manera que lleguemos a nuestro destino en condiciones óptimas de disfrutar a tope de nuestras vacaciones… o de levantarnos al día siguiente con la mejor de las sonrisas para volver al trabajo 🙂

Viajar en coche

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  •  Lo más adecuado es empezar el viaje habiendo hecho una comida rica en hidratos de carbono complejos, pues éstos se digieren de forma gradual y nos ayudan a no sentir hambre al poco tiempo de haber comido. Cuanta menos grasa, mejor, ya que comer algo demasiado grasiento nos producirá pesadez de estómago y sensación de hinchazón y, además, hará que la sangre se concentre en el aparato digestivo y nos causará una somnolencia nada deseable a la hora de evitar posibles accidentes.
  • Si la comida que hacemos justo antes de salir es el desayuno, elegiremos pan o cereales integrales sin azúcar, alguna proteína baja en grasas como el fiambre de pavo, el jamón cocido, el atún, el queso fresco bajo en grasas, algún yogur o incluso algunos huevos siempre que sean cocidos, escalfados o en tortilla francesa. En cuanto a bebidas excitantes como el té o el café, no conviene abusar, aunque su consumo dependerá de los hábitos de cada uno, es decir, si por norma no tomamos café porque nos pone “como una moto” entonces será mejor no tomarlo, pero si todas las mañanas desayunamos con un café o un té sin mayores consecuencias entonces no hay problema en hacerlo.
  • Si, por el contrario, la comida que hacemos antes de salir es una comida principal, ésta consistirá preferiblemente en una ensalada de pasta, arroz o patatas con algunas hortalizas y alguna proteína magra, como pollo cocido o a la plancha, atún, pescado blanco. Evitaremos los fritos, los platos precocinados, la bollería industrial y la comida basura.
  • Si se trata de un viaje de varias horas de duración en el que tengamos que hacer alguna comida en ruta, podremos llevar preparados algunos sándwiches o bocadillos de pan integral con vegetales, queso y fiambres bajos en grasa y que no contengan sal en exceso o alguna ensalada de pasta. También es recomendable llevar algunas piezas de fruta como tentempié. Por seguridad alimentaria, si no disponemos de alguna nevera portátil que nos permita transportar los alimentos refrigerados, no debemos llevar bocadillos ni ensaladas que contengan huevos o mahonesas.
  • Totalmente prohibido comer mientras se va conduciendo, hay que parar, por ejemplo en algún área de descanso con sombra, comer algo y estirar un poco las piernas antes de continuar el viaje.
  • Es importantísimo hidratarse bien durante el viaje y, para hacerlo, lo mejor es el agua fresca, por eso nunca deben faltar una o varias botellas en el coche durante el viaje. No son recomendables las bebidas gaseosas ni azucaradas y, por supuesto, el alcohol está prohibido. Tampoco es recomendable consumir bebidas energéticas que contengan excitantes tipo Red Bull o similares. Aparte de agua, puede consumirse algún zumo que no contenga azúcares añadidos o alguna infusión no excitante como la menta o el rooibos.
  • Si viajamos en coche pero no conducimos, debemos ser solidarios con el conductor y evitar consumir alimentos que puedan suponerle una tentación. Además, siguiendo la misma dieta evitaremos mareos y esa sensación tan desagradable de llegar al destino con el estómago revuelto.

Viajar en avión

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  • Cuando se viaja en avión a 10.000 metros de altura en el organismo se producen cambios fisiológicos importantes, que requieren ajustes en  la dieta. Destacan la disminución de la movilidad del tubo digestivo (por lo que el vaciado del estómago es lento), la reducción de la secreción gástrica y la expansión de los gases intestinales. Además, los cambios de presión tras el despegue hacen que el aire seco en el interior de la cabina reseque las mucosas nasales y adormezca hasta un 35% de las papilas gustativas, lo que afecta negativamente a los sentidos del olfato y el gusto (esta es, de manera muy resumida, la explicación científica de por qué nos parece que la comida de los aviones nunca está demasiado buena).
  • Para evitar mareos, no se debe estar muchas horas sin ingerir alimentos pero tampoco conviene dedicarse a picotear solo alimentos y bebidas dulces. Lo que se recomienda es consumir hidratos de carbono complejos como los que os describíamos un poco más arriba para los viajes en coche.
  • Para prevenir la formación de gases y las malas digestiones, antes y durante el vuelo se deben evitar las comidas copiosas, las muy grasientas y las demasiado condimentadas. También debe descartarse el consumo de legumbres y verduras flatulentas, como las alubias, judías, cebollas (en especial crudas)  y verduras de la familia de las coles. La lechuga también puede causar hinchazón abdominal a algunas personas. Tampoco se recomienda el consumo de frutas con alto contenido en fibra como la piña o la manzana.
  • En cuanto a bebidas, deben evitarse las bebidas carbonatadas y azucaradas así como el alcohol. No se recomiendan tampoco los zumos de naranja o demás cítricos, que durante el vuelo nos pueden producir sensación de acidez de estómago y además, como la vitamina C tiene propiedades diuréticas, nos obligarían a ir al baño cada poco.
  • Masticar chicle, sobre todo durante el despegue y el aterrizaje, suele ser un buen método para que no se taponen los oídos en exceso, pero debemos hacerlo con precaución ya que al masticar se va tragando aire que se acumulará en el aparato digestivo y formará los indeseables gases dando sensación de hinchazón, sobre todo si se trata de chicles sin azúcar que contengan edulcorantes artificiales a base de polioles (maltitol, xilitol, etc).
  • Finalmente, y no solo por una cuestión meramente digestiva sino también por una cuestión de urbanidad, se deben evitar todos aquellos alimentos que causen halitosis, principalmente el ajo, que además de provocar mal aliento cuando se ingiere, al absorberse en el torrente sanguíneo hace que el olor corporal sea más fuerte. Situaciones ambas poco deseables cuando se comparte un espacio reducido con otras personas.

Y hasta aquí han llegado nuestros consejos, ya solo nos falta desearos, ¡felices vacaciones!