El pasado 23 de Mayo se aprobó la proposición de Ley que reconoce la gastronomía española como bien de interés cultural inmaterial. Con esto, la gastronomía se incorporará a partir del próximo curso como asignatura en nuestro sistema educativo en forma de conocimientos de alimentación y educación del gusto mediante talleres.

A priori esto parece una muy buena idea, está claro que los recursos utilizados hasta el momento para combatir la obesidad infantil no han funcionado y, habiendo llegado al 40% de obesidad en niños menores de doce años, el problema avisa con llegar a ser de importantes dimensiones en un futuro no demasiado lejano.

Actualmente algunos colegios ya ofrecen esta asignatura como optativa en la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), pero precisamente por tratarse de una asignatura optativa, sus contenidos, duración y demás características no están reguladas por el gobierno y es cada centro el que decide su contenido en base a las instalaciones que disponen y la buena voluntad que cada profesor pueda poner.

Así pues, parece ser que por fin pondremos los medios necesarios para que la gastronomía española no sea un bien sólo valorado por el turismo sino también por nosotros mismos.

Aun así, cabe esperar en qué queda todo esto. Ya sabemos que el sistema educativo español sufre cambios de forma constante y lo que hoy parece un sistema excelente mañana podría considerarse completamente insuficiente. Falta ver también cómo consigue cada colegio incluir esta asignatura en su programa, ¿renunciando a un porcentaje de su programa que lo diferencia de otros centros? Eso por no hablar del modo en que se realizarán los talleres, ¿a caso disponemos de colegios públicos con laboratorios preparados para este cometido?

Es un principio es muy bueno, pero queda ver cuál es su evolución de aquí a setiembre. Veremos si no le ocurre lo mismo que a la asignatura de Ciudadanía.

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