No es comparable la hambruna con la obesidad o sobrepeso. Mientras que uno es un problema que afecta a poblaciones pobres y en el límite de la miseria, el sobrepeso y la obesidad, alcanza al sector opuesto de la población. Mientras que uno proviene por un déficit alimentario gravísimo, el otro es un exceso o error alimentario de poblaciones acomodadas. Pero ambas matan y son un problema mundial contra el que hay que enfrentarse. Para la hambruna, necesitamos educarnos en la conciencia colectiva y ayudar a la gente desfavorecida, ayudándoles a prosperar como un día a nosotros nos ayudaron, porque todos los pueblos de este mundo a la largo de la historia han crecido gracias a otros, o bien por guerras, o en los mejores casos, porque han sabido unirse en compromiso de ayuda fraternal.

En el caso de la obesidad, el problema parte y nace de la educación ciudadana, y también de conseguir un consenso y compromiso de los fabricantes de alimentos, porque señores, gente acomodada y con recursos para comer lo que quisieran  ha habido en todas las épocas, en mayor o menor medida, a si que el problema no está en la abundancia si no en los alimentos y hábitos modernos. Y no, el sedentarismo no es el valor determinante, pero también entra en la ecuación, apilándose los problemas uno a uno.

Los datos de la Cruz Roja son demoledores, mientras que 900 millones de personas padecen de hambruna (eso es un 15% del total), y son 1500 millones los que están afectados de obesidad y sobrepeso, afectando incluso a países que no pensaríamos, como en el Sur de Asia o el Norte de África, así como la malnutrición también afecta a países Europeos y a EEUU. El montante total de “malnutridos” de un tipo u otro (falta de alimento u obesos) asciende a 2400 millones de personas, es decir el 36% de la población del planeta sufre algún trastorno alimenticio, un tema muy serio y muy grave.

La culpa del sobrepeso es del procesado de los alimentos, omitiendo en la producción cada vez más las materias primas. El precio del producto encarece sus producciones y al final se opta por sustitutivos ricos en grasas saturadas. Se busca el producto más sabroso, aquel que produzca en cierto sentido una tracción o adicción en el consumidor, y por tanto es rico en azúcares y grasas.

La desnutrición mata a tres millones de niños menores de cinco año cada año y 178 millones sufren retraso en el crecimiento. Los fetos de las madres sufren también de desnutrición, y también se ven afectados, pasando consecutivamente al proceso de la lactancia, creándose un círculo vicioso o factor de multiplicación en torno a la hambruna.

Y el problema de la desnutrición no es por falta de alimentos, si no por la disponibilidad y acceso a ellos. Hay comida para todos, si esos todos pudieran comprarla o acceder de alguna manera a ella. Como vemos, todo lo contrario al sobrepeso, donde el acceso es casi ilimitado. Dos polos de un problema.

Es un tema complicado, pero que creo que necesitamos reflexionar y desde nuestras casas o cómodos sofás, empezar a solucionar, primero por educar a tus hijos a comer (os adelanto que la semana que viene vamos a empezar una sección especial de cocina para niños), segundo por procurar usar alimentos de calidad y cocinarlos tu (aunque eso sobre decirlo en un blog llamado cocinillas) y por último, ayudando a los desfavorecidos por lo que anteriormente comentaba. El mundo puede ser un lugar entre todos, uno sólo, es simplemente, uno solo.

Fuente: ABC