El 25% de las supervivientes abandona el tratamiento en el primer año.

El 25% de las supervivientes abandona el tratamiento en el primer año. Pablo García

Salud

El 33% de las supervivientes de cáncer de mama en España abandona la terapia que evita recaídas: "No perciben el riesgo"

Dos tercios de las pacientes tiene que tomar esta tratamiento, pero una de cada cuatro deja de hacerlo solo durante el primer año.

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Las claves

Un 33% de las supervivientes de cáncer de mama en España abandona la terapia endocrina que reduce el riesgo de recaídas, y el 25% lo hace durante el primer año de tratamiento.

Los principales motivos para el abandono son los efectos secundarios, la falta de percepción del riesgo real de recaída y el deseo de recuperar la vida anterior a la enfermedad.

El proyecto CaMBIOAT ha identificado 28 barreras que dificultan la adherencia, abarcando desde aspectos médicos y del sistema sanitario hasta factores personales y sociolaborales.

Expertos recomiendan mejorar la información, la formación y la relación médico-paciente para aumentar la adherencia y reducir las recaídas en supervivientes de cáncer de mama.

El cáncer de mama es el tumor más frecuente de mujeres en España. Cada año se diagnostican entre 36.000 y 37.000 nuevos casos, lo que supone unos 100 al día. Las cifras impactan, pero hay un lado positivo: tiene un índice de supervivencia a los 5 años superior al 82%.

Más todavía, si se diagnostica en fases tempranas, más del 99% se cura. Parte de esa supervivencia se consigue gracias a las terapias endocrinas, un tratamiento que comienza cuando acaban los demás y el oncólogo le dice a la paciente que ya no hay rastro del tumor en su cuerpo.

Son, mayoritariamente, terapias hormonales y sirven para reducir el riesgo de recaída. No se prescribe a todas las pacientes, pero se calcula que la reciben dos tercios de las supervivientes, explica Susana de la Cruz, oncóloga médica del Hospital Universitario de Navarra y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

La especialista agrega que esos fármacos se usan sobre todo en tumores luminales, aquellos que dependen de los estrógenos o la progesterona para crecer. Gracias a estas pastillas, las pacientes pueden reducir hasta un 40% el riesgo de reaparición de la enfermedad. 

"Si es del 10%, lo dejamos en un 6%. En pacientes con el 30% de probabilidad de recaer, el tratamiento puede disminuirlo por debajo del 20%", agrega Blanca Cantos, oncóloga médica del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda (Madrid) y representante del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM).

Aunque estas cifras pueden parecer más que tranquilizadoras, los expertos están dando la voz de alarma, ya que uno de los principales problemas respecto a las recaídas es la falta de adherencia a este tipo de terapia.

Según las estimaciones, el 33% de las pacientes abandona o no sigue correctamente el tratamiento endocrino a los cinco años de empezarlo y el 25% lo hace durante el primer año. 

Ante estos datos, la farmacéutica Lilly ha impulsado el proyecto CaMBIOAT en el que han participado GEICAM, SEOM y otros organismos como la Sociedad Española de Enfermería Oncológica, la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA) y SOLTI, un grupo académico de investigación clínica en cáncer de mama.

El objetivo es entender qué está ocurriendo y encontrar soluciones para revertir las cifras. Han identificado 28 barreras que van desde el propio tratamiento, hasta el plano sociolaboral, pasando por problemas del propio paciente, de los especialistas y del sistema sanitario.

Las barreras que llevan al abandono

El proyecto se ha basado en identificar las barreras que pueden dificultar la adherencia al tratamiento e, incluso, llevar a las mujeres a su abandono. Adela García, superviviente de cáncer de mama y miembro de FECMA, señala que lo más complicado son los efectos secundarios.

Toma esta medicación desde hace dos años y algunos de los efectos secundarios que sufre son: pérdida de memoria, de visión y de audición. Tiene dolores de manera constante e, incluso, la terapia hormonal le ha empeorado otras patologías que padece, como la fibromialgia, cuenta en conversación con EL ESPAÑOL. 

"Me planteé dejar de tomarla", reconoce. Afortunadamente, lo habló con su oncólogo y, siguiendo su consejo, no lo hizo.

Otro motivo que puede estar tras estas tasas de abandono puede ser la falta de percepción de riesgo. Muchas veces, cuenta de la Cruz, de SEOM, las pacientes no son plenamente conscientes del peligro real de recaída que supone abandonar esta terapia. 

Muchas de estas personas no tienen esa sensación de enfermedad porque ya se han curado del cáncer, por lo que pueden subestimar la necesidad de seguir este tratamiento indicado por el oncólogo, añade Cantos, de GEICAM.

"Pueden considerar que con el tratamiento previo ya es suficiente, están curadas, y esta terapia hormonal es opcional", dice Marta de la Fuente, psicooncóloga. 

El hecho de que sea un tratamiento de larga duración, tampoco ayuda, cuentan tanto de la Cruz, como Cantos. A veces, no ver que se trata de un beneficio a largo plazo y ver que siguen tomando medicación a pesar de la curación, con los efectos secundarios que conlleva, puede llevarlas a querer dejarla, señalan.

En la mayoría de los casos, las mujeres deben tomar estas pastillas cada día durante cinco años, aunque en los casos de mayor riesgo pueden ser algunos más, con un máximo de diez. Eso sí, los efectos preventivos siguen estando pasado este tiempo, destaca la oncóloga de GEICAM.

En algunos casos hay, además, una parte de deseo de recuperar la vida lo antes posible: retomar el trabajo, la vida social o recuperar la imagen personal que tenían antes de la enfermedad, entre otros. Esas ganas sumadas a los posibles efectos secundarios, con las molestias que conllevan, pueden ser una combinación perfecta que aboque a dejar la medicación.

Las tres claves

Para de la Cruz, los tres pilares para cambiar la cifra del 33% en la falta de adherencia son la información, la formación y el fortalecimiento de la relación entre médico y paciente. "Es vital".

La primera parte se trata básicamente de darle al paciente todos los datos sobre posibles efectos secundarios, pero también del riesgo de recaída que pueda tener y de las consecuencias de no seguir las pautas indicadas por el especialista que lleva su caso.

La segunda, además de a las pacientes, también abarca a los profesionales. Es fundamental, defiende la directiva de SEOM, que los oncólogos y enfermeras también cuenten con las herramientas adecuadas y estén lo suficientemente concienciados del problema que supone que no se tomen bien estos fármacos o se abandonen.

Es importante que los oncólogos sean conscientes del problema y pregunten directamente a las pacientes si están tomando las pastillas, cómo lo hacen y si están teniendo algún problema con la adherencia, como olvidarse de algunas tomas. 

Así, si encuentran alguna paciente con alguno de estos problemas, pueden actuar directamente, darle pautas y consejos para manejar, por ejemplo, esos olvidos (como ponerse alarma o llevar siempre una pastilla en la cartera) o para saber qué le lleva a abandonar el tratamiento y poder remediarlo.

En tercer lugar, de la Cruz apuesta por reforzar la relación entre médico y paciente como otra de las claves para revertir estas cifras. Si estas mujeres confian plenamente en sus médicos (tanto en atención primaria como en oncología), les comunicarán cualquier duda que tengan o cualquier pensamiento de dejar el tratamiento y podrán abordarlo.

Las barreras emocionales

El miedo y la ansiedad pueden ser dos factores muy importantes para abandonar el tratamiento endocrino, expone de la Fuente. De hecho, en consulta se ven muchos miedos irracionales de las pacientes, indica de la Fuente. Estos pueden surgir por comparaciones con otras pacientes, con lo que ven en redes sociales o la información que pueden encontrar en internet, entre otros.

La psicooncóloga también pone en valor el peso que pueden tener las dificultades en el manejo de los síntomas físicos, provocados por los efectos secundarios, y la angustia que puede derivar de ahí.

Todo eso puede derivar en la decisión de las pacientes de dejarlo, pero, si consiguen que la paciente se lo cuente, tanto psicooncólogos como oncólogos, intentarán que no ocurra, dice recordando otra vez la importancia de esa relación entre médico y paciente. 

De la Fuente cuenta también que hay ciertas señales en las pacientes que pueden indicar más o menos probabilidades de que esto ocurra. Aquellas que son más impulsivas, reactivas, con baja tolerancia al dolor o muy impacientes. Todo esto puede hacer que tomen una decisión sin sopesar los riesgos adecuadamente.

Por otro lado, también es importante conocer su historia clínica y saber si han abandonado antes otro tipo de tratamientos, si sufren alguna pssicopatología (trastornos de personalidad y límites o problemas de ansiedad, entre otros).

García, portavoz de FECMA, reconoce que es un proceso muy complicado. Ella como paciente conoce bien lo difícil que puede ser soportar los efectos secundarios o lo fácil que puede ser buscar cierto consuelo en redes sociales cuando las dudas acechan, pero insiste en la importancia de no dejarse llevar por ellos.

La paciente ha ayudado a otras mujeres como ella que han acudido en su búsqueda cuando les han asaltado las dudas o los miedos y se han planteado dejar de tomar estas pastillas. Cuando ocurre, siempre les dice lo mismo, que no lo hagan: "Si lo dejan, vuelven a estar expuestas a que reaparezca el cáncer".