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Greta Thunberg

La activista sueca Greta Thunberg, durante la Cumbre de Acción Climática en Nueva York.

La activista sueca Greta Thunberg, durante la Cumbre de Acción Climática en Nueva York.

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Greta Thunberg se ha convertido en la esperanza y la voz de un mundo mejor posible, en el contexto de un panorama internacional que parecía cada vez más enrarecido, alterado y peligroso. La adolescente sueca, dieciséis años, se ha convertido en el adalid contra el Cambio Climático o emergencia climática (nuevo término que algunos acuñan con razón) del que deberían ocuparse en primer lugar los adultos y por supuesto, los políticos responsables de las naciones serias.

"La antorcha pasa a una nueva generación", afirmaba el presidente J.F. Kennedy en uno de sus más famosos discursos presidenciales. Un concepto que se ha vuelto a cumplir, los jóvenes del mundo forman la avanzadilla tras Greta con esta causa y convocan los viernes verdes, contra los cada vez más inminentes y evidentes indicadores vividos en casi todas las zonas del mundo. En España, los desastres producidos por la DANA en las inundaciones del sudeste quedan como otro testimonio trágico.

Ha costado llegar a este punto, pero puede que lleguemos a tiempo. Recuerdo a Al Gore, a quien le desvalijaron la presidencia de los Estados Unidos en el año 2000, advertir, repetir y señalar la importancia de este tema, una y otra vez, conferencia tras conferencia, año tras año. "Estamos aquí y somos imparables", ha dicho la adolescente sueca en la reciente cumbre celebrada en las Naciones Unidas, después de ser recibida por el expresidente Obama. El panorama político internacional puede que no ayude mucho, pero hasta en este sentido cambian las cosas. Lo cual hace de nuevo, recobrar la confianza en el ser humano, en la bondad natural de nuestra especie a la que aludía Rousseau.

La ola del populismo que ha azotado Europa y continúa amenazándonos en los últimos meses, está bajando. El fascista Salvini que pensaba ser presidente de Italia, ha sido defenestrado, y relegado del poder. El populismo antieuropeísta del extravagante y trilero Boris Johnson, ha quedado frenado por el tradicional parlamentarismo británico, que admitirá muchas rarezas en la política, pero en ningún momento el autosuicidio de la Nación, que supondría un brexit sin acuerdo.

Europa puede reorientar su política hacia los valores comunes de solidaridad, paz y de los nuevos retos para el planeta que nos acucian. ¿Si la austera Alemania de Merkel ha puesto en marcha todo un plan de contingencia de transformación energética, como no lo íbamos a hace en España, uno de los países con más luz solar y calor natural de Europa? El gobierno socialista de Pedro Sánchez lo ha tenido muy claro desde el principio. Los retos más importantes, en ecología e igualdad social, en lo que algunos se han atrevido a llamar "decorativos" quedan ahora pendientes para después del 10N. Mi sentir es que más allá de estrategias, cálculos, encuestas y negociaciones, lo importante es donde pongan nuestros representantes el foco.