(De izq a der) Luis García Montero, José Manuel Albares y Santiago Muñoz Machado.

(De izq a der) Luis García Montero, José Manuel Albares y Santiago Muñoz Machado. Europa Press

Lo de la RAE y el Cervantes como síntoma

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Cada polémica de cierto nivel que se politiza o polariza, que para el caso en estos tiempos es lo mismo, encierra un algo que debería preocuparnos seriamente. Sirva como ejemplo para esto que digo lo ocurrido recientemente entre el director del Instituto Cervantes y el director de la Real Academia Española.

Cuando el señor García Montero desdeña los méritos del señor Muñoz Machado refiriendo los logros de su profesión con condescendencia cuando no desprecio y obviando la obra que le ha llevado a la dirección de la RAE, no puedo despacharlo como algo achacable a la envidia. No siento la mayor simpatía por el actual director del Instituto Cervantes, pero me niego a creer que sea capaz de exteriorizar un sentimiento tan mezquino públicamente. Si ni siquiera menciona su obra, es por tanto descartable que el motivo sea el desafío literario. Queda la motivación puramente política, pero de eso ya se ha escrito bastante.

En todo caso, lo preocupante más que la polémica es el momento en el que decide desatarla. Lanzar este ataque en vísperas de la reunión en Arequipa del CILE es un mensaje en sí mismo. Atacar a quien debe representar contigo a España en el Congreso Internacional de la Lengua Española es sinónimo de negar que se pueda construir nada juntos. Ese "experto en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias" lleva implícito la ubicación del destinatario del aserto en el otro lado del muro. Nada, ni siquiera la representación de nuestro país en un Congreso sobre algo tan apartidista como debería ser la lengua, es capaz de salvar esa diferencia abismal entre nosotros.

Lo más sórdido de esta polémica es la sensación de estar siendo empujado a un punto en el que empieza a ser normal pensar que no tenemos nada que hacer con aquellos que aceptan el haber sido separados. Separados por un muro que un gobierno irresponsable se ha empeñado en levantar mientras azuzaba debates que obligaban a todos a ponerse en uno u otro lado.