Pedro J. Ramírez en su primera visita a El Hormiguero.

Pedro J. Ramírez en su primera visita a El Hormiguero.

Aplausos de pie para don Pedro J. Ramírez

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Una información da cuenta que el diario EL ESPAÑOL ha denunciado al Gobierno de España ante el Consejo de Europa y la Relatoría Especial para la libertad de Expresión de la ONU tras considerar que los cambios introducidos por el Poder Ejecutivo de Pedro Sánchez en el reparto de la publicidad institucional, responden a criterios subjetivos y no a métricas objetivas.

Esta iniciativa introdujo un límite a la denominada "censura a la libertad de expresión" y, concretamente, a la sanción encubierta a quien opina diferente, metodología propia de gobiernos populistas y comunistas que no aceptan disensos, sino que la única verdad la poseen los dictadores de turno.

En otro orden, esta denuncia constituye una advertencia mundial preservando la libertad de expresión, toda vez que, si el periodista se encuentra limitado para trabajar en el denominado "periodismo de investigación", ya deja de ser periodista de alma convirtiéndose en un empleadito adulador a cambio de un sobrecito de euros (suculento o no) que recibe por vender su dignidad.

Esta denuncia deja expuesta la discriminación que padecen los que piensan diferente o publican los hechos de corrupción cometidos por el séquito de arbitrarios gobernantes que desean imponer las ideas a fuerza de látigo y no por convicción.

Compran voluntades a precio vil y, al que no acepta su precio, se lo sanciona.

Nadie puede contradecir al sistema. 

Ello está prohibido en un Estado absolutista en donde la libertad de expresión se encuentra limitada solo para chupar las medias al gobernante de turno.

Frente a esto, EL ESPAÑOL, conservando su dignidad, su espíritu crítico, el buen nombre del diario, la integridad moral de sus colaboradores y dando un mensaje al mundo dijo "basta".

Basta de tratarnos como ovejitas que desean que vayamos detrás de una manada.

Basta de subestimarnos, somos periodistas de profesión y no ejercemos nuestra pasión como si fuésemos mercenarios del periodismo.

No tengo el honor de conocer personalmente a don Pedro J. Ramírez, pero lo que sí es claro es que su accionar ha puesto un límite a la arbitrariedad estatal y esa actitud, para los que amamos la democracia, la libertad, la calidad de vida y los sistemas republicanos de gobierno es digna de ser elogiada.

Por ende, ahora más que nunca me siento orgulloso de pertenecer a los integrantes de esta familia de diario EL ESPAÑOL y acompañaremos más que nunca este periodo de transición que, si Dios quiere, pronto llegará a su fin, para luego considerarse como una historia nefasta que padeció nuestra querida y amada España.

Don Pedro Ramírez, Mis respetos hacia Usted. ¡Lo aplaudo de pie!