Un vecino apesadumbrado por el incendio de Cualedro, en Ourense.
Bulocracia negacionista
El Sr. Sánchez, tras la dana "si quieren ayuda, que la pidan" y el apagón "tienen la culpa las empresas privadas", se descuelga con una propuesta de un "pacto de Estado frente a la Emergencia Climática" tras afirmar con tez cenicienta que "la terrible ola" de incendios de agosto no se debe a "una trama pirómana como dice la bulosfera".
¿Ah, no? Estamos de acuerdo en que lo sucedido en agosto de 2025 se sale completamente de la normalidad. ¿Pero es verdaderamente atribuible sólo al cambio climático?
En 2001, Nassim Taleb desarrolló su teoría de los eventos extremadamente raros y de consecuencias extremas, denominando "cisnes negros" a estos eventos altamente improbables.
¿Estamos ante un cisne negro incendiario? La media semanal habitual de superficie quemada en España oscila entre 220 hectáreas en enero y 10.000 hectáreas en agosto, mientras que el máximo entre 2012 y 2024 fue de 68.000 hectáreas (segunda semana de julio de 2022).
¡En agosto de 2025 se han quemado 134.000 y 200.000 hectáreas en dos semanas sucesivas! A saber, dos y tres veces más que el máximo registrado en 2012. Es decir, se trata de un evento que cabe esperar que suceda … ¡cada tres siglos! Dicho de otra manera: es un cisne negro furioso.
Pero el bosque está creciendo en superficie, como en todo el planeta. Por otra parte, el cambio climático es un fenómeno muy lento que lleva produciéndose desde hace unos doscientos años, no más.
Si se tratase sólo de "causas climáticas", en España no quedaría un rastrojo verde desde al menos 1975. La tendencia del área quemada en España en los últimos 50 años (1975-2024) ha sido, de hecho, de fuerte reducción. En la década de 2011-2020 ardía en España tres veces menos superficie que en la década 1981-1990.
Conclusión: absolutamente todo apunta a que el cambio climático no ha jugado un papel relevante en los incendios forestales en España en el último medio siglo. Para más inri, en el planeta Tierra se ha producido un marcado descenso del área quemada por incendios, de 463 millones de hectáreas en 2002 a 331 millones en 2022, es decir, un 28,5 % menos en tan solo dos décadas.
¿Qué nos queda entonces como explicación para nuestra calcinada España? Las deficiencias de medidas preventivas y de gestión de los bosques. Es decir, la irresponsabilidad política. Esta sí, atribuible a una gestión autista del Gobierno, como en el apagón y en la dana. Y a los pirómanos incendiarios en más de un 90%.
¿Hasta cuando tendremos que aguantar a los actuales bulócratas negacionistas?