Javier Milei el pasado 8 de junio en Madrid.
El relato populista tiene fecha de defunción
Pobreza en constante aumento, asalariados a quienes no les alcanzan sus ingresos para vivir dignamente, la inflación que aumenta a diario, las restricciones a la libertad de expresión, las deficiencias de los servicios públicos y los denominados en Argentina los empleados "ñoquis" (aludiendo a quienes van únicamente el 29 de mes a cobrar su salario, pero jamás trabajaron en ningún organismo estatal) es el resultado de años de una política nefasta que coartó la libertad de argentinos.
Todos los ciudadanos que pertenecemos al segmento productivo de una Nación, con nuestros impuestos, le estamos dando la posibilidad de dilapidar fortunas a esos funcionarios quienes, con rasgos de soberbia, pretendiendo hacernos creer que pertenecen a un segmento social superior, nos miran de arriba con desprecio y nos llaman "gorilas".
Es así señor o señora lectora, al que trabaja en Argentina, al que se perfecciona o al que invierte, los populistas los llaman despectivamente "gorilas", aludiendo a aquellos que están en contra del pueblo o, mejor dicho, de quienes quieren vivir de por vida a costa de la teta del Estado, toda vez que, para ellos, trabajar es mala palabra.
A los populistas debemos "regalarles" todo a cambio de la nada misma.
Aproximadamente por veinte años se extendió este sistema perverso en donde el trabajador independiente, para afrontar los impuestos destinados a pagar a esos vagos, debía trabajar medio año solo para el Estado.
Has leído bien, seis meses de trabajo sólo para pagar impuestos.
Cuando llegó el cambio de política con la gestión del presidente Javier Milei, aproximadamente 50.000 personas o "ñoquis" fueron expulsadas del Estado a raíz de la denominada política de la "motosierra", cerrándose dependencias gubernamentales que eran verdaderos aguantaderos de militantes rentados con capacidad intelectual igual a cero, percibiendo salarios siderales.
Los planes sociales eran administrados por intermediarios que se quedaban con un porcentaje del dinero que el Estado destinaba a la clase indigente.
Ahora esos intermediarios están con procesos judiciales.
Fue así que el índice de pobreza bajó del 52,9% en el primer semestre del 2024 al 38,1% al cierre del año 2024.
La inflación que fue del 211,4% en el año 2023, este último mes registró su piso histórico de 1,5% con tendencia a la baja.
Los precios de los alimentos están en baja.
No existen restricciones cambiarias.
El Estado no ejerce el poder de policía contra el sector privado.
Esto es la obra de una política libertaria, la cual erradicó la idea que los ciudadanos seamos ovejas arriadas por los funcionarios de turno.
Culminó con los controles de un Estado imbécil a quien se le debería rendir pleitesía e informarle todo para tenernos controlados, hasta cuando realizamos un gasto de supermercado (has leído bien: los gastos de supermercado se informaban al Estado).
Hoy el populismo está desarticulado.
La libertad los ha erradicado.
Al contar la gente con más dinero en sus bolsillos, el populismo tiene su partida de defunción.
Muere por viejo y por nefasto.
Y esta nueva política es contagiosa, muy contagiosa.
Tan pero tan contagiosa que, tranquilamente, estas secuelas de libertad podrían ser aptas para cruzar el océano Atlántico y llegar a España en corto plazo.