Repasar la historia del Nou Manolín a través de sus comensales es repasar la de los famosos y el espectáculo en España. Con más de medio siglo a cuestas, este local es uno de los imprescindibles cuando visitan la ciudad de Alicante para premios Nobel, folclóricas, actores y raperos.

A Silvia Castelló le brillan los ojos cuando repasa los libros de oro de los clientes. Son varios volúmenes que recogen las dedicatorias que han dejado creadores tan variados como Mario Vargas Llosa o C. Tangana. Un lujo de clientes para un local que fundaron sus padres Vicente Castelló y Vicentina Such, por el que ganaron el Premio Nacional de Gastronomía en 2018 a toda una vida.

"Desde el primer día mis padres siempre cuentan que trabajaron mucho y que funcionó muy bien", cuenta con orgullo mientras hojea las páginas que así lo atestiguan. El local se inauguró el 17 de marzo de 1972 y tres años después empezaban el primer libro de oro. "En esa época teníamos mucho turismo nacional y te imaginas a Rocío Jurado y a Lola Flores en las actuaciones de El Gallo Rojo", cuenta sobre las artistas que actuaron en aquella sala y luego pasaban por su local.

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Castelló apunta a dos factores que influyeron para tener una clientela que recoge lo mejor de la cultura que pasaba por Alicante. Primero, la cercanía para llegar desde el Teatro Principal a la calle Villegas donde se encuentran. Con una programación por la que han pasado grandes intérpretes es fácil que Lola Herrera, de la que se precian que les ha visitado varias ocasiones fuera, o no, interpretando su mítica Cinco horas con Mario, Núria Espert con una preciosa y sinuosa dedicatoria o Maribel Verdú.

Lola Flores o Rocío Jurado son dos de las cantantes que han pasado por la barra del Nou Manolín.

El segundo factor habla también de la importancia de contar con una caja de ahorros y su obra social en la ciudad, como lo era la extinta CAM. "En los 80 el Aula de Cultura, que la dirigía Carlos Mateo, tenía un acuerdo con nosotros", recuerda. Tras las conferencias o actuaciones que se ofrecían en lo que es ahora el auditorio de la Fundación Mediterráneo, los invitados pasaban para la cena "y eso dio pie a momentos muy bonitos en la bodega del restaurante".

Una de las anécdotas más curiosas tiene que ver con el Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela. "Él estaba comiendo en la barra y se había pedido dos gambas a la plancha, en aquella época se daban servilletas perfumadas para limpiarse las manos y al terminar de comérselas se las ofrecieron", recuerda. "Y le dijo con ese carácter que tenía: '¿cómo me da usted un perfume barato para esta gamba mágica?' y se embadurnó la camisa con el jugo de la gamba", concluye risueña.

La barra del Nou Manolín es uno de los principales atractivos del local por su reconocida calidad, como así lo atestiguan múltiples reconocimientos y premios en guías. Tras ella estuvo su padre mucho tiempo, hasta que decidió que era mejor estar al otro lado y ejercer del gran relaciones públicas que es, explica.

Santiago Segura y Eva Longoria también están entre los más populares que han pasado. M.H.

En esas cinco décadas el restaurante se ha ido ampliando, pero la barra ha permanecido con el mismo aspecto, asegura mientras repasa el trabajo de los pintores que están estos días cuidando su fachada. Su hermano José Juan y ella, que empezaron a trabajar en este negocio familiar, vivían enfrente y estaban siempre por allí. Así recuerda Silvia con cariño el día que de niña vio a Miliki, Gaby y Fofito que se popularizaron con el programa Los payasos de la tele y así dejaron un autógrafo con un dibujo de sus siluetas con su largo vestido rojo.

Aquella niña que se encarga desde 1999 de estar al frente del Nou Manolín se quedaba maravillada al encontrarse donde trabajaban sus padres a la gente famosa que veía en la televisión. Lina Morgan o Joan Manuel Serrat son nombres que también han dejado su firma como testimonio de su agradecido paso por Alicante. Eso sí, como puntualiza, "el trato le damos igual al que cliente habitual como al famoso, no hay un protocolo excesivo".

Castelló razona que al entrar por la puerta famosos y artistas "sabían que era parte de su trabajo y era el día de ir a comer y eran muy agradables y se entregaban y sabían que era tratar a sus clientes, porque era el que les compraba las revistas del corazón o luego iban a verlos al teatro". "Había un respeto mutuo y ahora creo que somos más invasivos", opina.