Recuperación de un recipiente de la cocina del pecio Bou Ferrer.

Recuperación de un recipiente de la cocina del pecio Bou Ferrer. JOSÉ A. MOYA

Alicante

El barco del Imperio romano que se hundió en Alicante con tesoros de un emperador

El pecio Bou Ferrer de Villajoyosa contiene metales que se transportaban de Cádiz a Roma para uno de los primeros césares.

9 mayo, 2024 06:07
Alicante

¿Qué pensarían los pescadores que en salían a faenar en barcas a remo o a vela frente a la costa de la ciudad romana de Allon, (Villajoyosa), y enganchaban sus artes de pesca en un gigante tumbado a 27 metros de profundidad? Algunos de ellos perdían las redes para siempre y regresaban con las manos vacías y otros afortunados sacaban del lecho marino ánforas de dudoso valor entonces y que en la actualidad serían impagables.

Pescadores locales descubrieron y olvidaron el pecio Bou Ferrer durante siglos y siglos. Los que se topaban con el navío tomaban señas con la costa e intentaban tirar las trampas en las proximidades del barco y nunca sobre él. Los que dominaron el cálculo salían de las aguas con grandes botines debido a la rica biodiversidad del arrecife.

Con el tiempo, la embarcación era condenada al olvido hasta que alguien perdía sus redes, tomaba medidas y lo evitaba. Este bucle se repitió por miles de años, como muestra la posición alterada de algunas ánforas del yacimiento. Tantos que no fue hasta hace 24 años, casi 2.000 desde que se fue a las profundidades, cuando la verdad sobre el imponente navío salió a flote por una afortunada coincidencia. 

Como les había pasado a los pescadores que navegaban a unos 1.000 metros de la costa vilera, en el año 2000, una embarcación que fondeaba cerca de los dominios del desconocido naufragio enganchó su ancla en el Bou Ferrer. Era un día de fuertes vientos y el azar quiso que el hierro tocara en un punto de sus más de 24 metros.

José Bou y Antonio Ferrer fueron los buzos que bajaron a soltarla, hallando así la gigantesca reliquia, probablemente conocida o sospechada por algún que otro pescador vilero, que adquirió como nombre los primeros apellidos de los descubridores. Este patrimonio histórico que había pasado desapercibido durante tanto tiempo comenzó a ser estudiado, medido, comprobado y analizado por los expertos.

Ánforas del Bou Ferrer.

Ánforas del Bou Ferrer. Vilamuseu

Más de dos décadas de indagaciones no han sabido resolver a ciencia cierta una de las principales dudas: a qué emperador del Imperio romano correspondía el navío. Se trataba de un barco destinado para el transporte de mercancías, por lo que su contenido es una de las claves para dar con su césar. Entre los posibles candidatos están Calígula, Claudio o Nerón, pero también Vitelio, Dominicano, Nerva y Trajano.

Como explica el experto en arqueología subacuática Carlos de Juan Fuertes en la Revista Canelobre, número 72: El patrimonio sumergido de Alicante. El cargamento de ánforas del Bou Ferrer podría fecharse en la segunda mitad del siglo I d. C. Época en la que se enmarcan los reinados de Claudio (41-54 d. C.) o el de Nerón (54-68 d. C.).

Este último césar tiene más papeletas, ya que "en el año 2017 apareció en uno de los lingotes de plomo encontrados un sello que hacía referencia a Nero Caesar", señala Fuentes en su artículo. Así, las piezas de sección triangular son los lingotes más grandes y pesados (70 kg) encontrados del siglo I d. C., cuyo origen se relaciona con plomo de Sierra Morena.

Casco del Bou Ferrer.

Casco del Bou Ferrer.

Los expertos que han analizado el barco creen que se dedicaba a cargar material procedente del Portus Gaditanus de Cádiz. Las cerámicas estaban impermeabilizadas en su interior con resina, lo que sugiere que, por sus restos, contenían vino y una salsa de pescado "muy bien elaborada, casi líquida," hecha a base de pequeños pescados y otros de mayor tamaño.

Las excavaciones realizadas han desvelado que es una embarcación de 300 toneladas de capacidad y de una dimensión mayor que las de su tiempo, ya que ocupa un óvalo de 31x22 metros.

Dudas

Uno de los factores que hacen dudar a los investigadores sobre el fin del Bou Ferrer es su doble cargamento de lingotes y ánforas. El material de plomo, aunque preciado, tan solo representa entre 5 y 10 toneladas de la carga de un barco que llevaba hasta 2.000 vasijas.

Son los recipientes los que hacen pensar en un objetivo comercial, aunque no están pesados y marcados, como sí lo están los metales. Además, el contramarcaje exhaustivo de los lingotes, con referencias al emperador Nerón, sugiere un timbre que resalta su propiedad y advierte de los riesgos que supondría saquear los tesoros del césar.

Esta diferencia de identificación entre la carga principal y lz secundaria sorprende a los estudiosos del naufragio y dificulta definir la función de su trayecto entre Cádiz y Roma. La interpretación final es que "el pecio Bou Ferrer ilustra el transporte de una operación comercial privada, cuyo destino final no parece la Praefectura Annonae. Sin embargo, se aprovecha el transporte privado para transportar a modo de valija un cargamento de plomo, propiedad del emperador", afirma Fuentes.

La explicación que se le da a que se divida el cargamento de plomo del emperador es que, de esta forma, se reduciría el riesgo de perder el lote completo en caso de hundimiento. Decisión que no pudo ser más acertada viendo el destino del barco con rumbo a la capital del Imperio.

Hundimiento

El motivo de su desaparición es un misterio. Pero la causa más probable es que, a finales de los años 60, fuera víctima de un temporal de levante o siroco cuando navegaba hacia Cerdeña. Intentó buscar refugio en la costa alicantina, donde pudo fondear para capear el fuerte oleaje, que terminó por engullirlo.

Otra alternativa es que, "tras una singladura con vientos opuestos y no exenta de algún tipo de problema técnico o estructural, buscase el trayecto costero peninsular que atestiguan otros pecios con cargas béticas como son el Albufereta 1 (Alicante), Portixol 1 (Xàbia) o Cap Prim (Xàbia). En la parada en Allon (La Vila Joiosa) pudo verse sorprendido por un temporal", concluye el arqueólogo.

Finalmente, se estima su naufragio entre el 66 y el 68 d. C., durante el reinado de Nerón. Aunque la historia de lo que pasó nunca se sabrá con exactitud, pues, como al mercante, se la tragó el mar.