El pasado jueves el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, espetó a la portavoz de Vox en la Comunidad Valenciana, en la sesión de control de las Cortes Valencianas, que se despreocupase, que no iba a haber adelanto electoral. Pero en ésta época líquida en la que hoy digo una cosa y mañana hago otra (no sólo Puig, la mayoría de líderes políticos), tampoco eso es una certeza de nada.

El fin de semana pasado, los líderes del PP nacionales y autonómicos, en especial el futuro adversario de Puig, Carlos Mazón, le lanzó un mensaje en la Convención: "Estamos preparados". Toda una declaración de intenciones que se queda en nada, en una arenga interna para levantar el ánimo de las tropas, si el presidente autonómico no aprieta el botón rojo.

Y es que parece que vivimos en la Comunidad Valenciana con el "pause" activado. La sesión de control del jueves demostró el agotamiento del Botánico, con un Puig sobrepasado por la oposición al que tuvo que salir a defender su socia nacionalista, Mónica Oltra. Menuda defensa. Bastante tiene que su área de gestión, Bienestar (las residencias, entre otras cosas) y con la de su supuesto sucesor, Vicent Marzà, la Educación. 

El PSPV vive en una burbuja alejada del hartazgo de la sociedad valenciana. Se muestra incapaz de analizar el desánimo de los sanitarios, de los empresarios, de la mayoría de los trabajadores (quizás excepto los funcionarios, los grandes beneficiados de sus políticas). Y quien no ve sus errores y es incapaz de hacer autocrítica, marca su camino hacia el fracaso.

Puig puede seguir prometiendo y prometiendo, dotando de unos pocos cientos de miles de euros para "redactar proyectos" para luego poder vender todo lo que ha hecho. Pero en realidad no ha hecho nada. ¿Inversiones en Sanidad? Ni un centro de salud en Alicante en sus 7 años. ¿El Vega-Renhace? Un bluf como demostró el PP esta misma semana.

Al final, todo se va a decidir en Castilla y León. Los ciudadanos de la Comunidad Valenciana votan, quiera el presidente o no quiera, como se vota en el resto de España. Y lo más seguro es que voten entre Pedro Sánchez-Yolanda Díaz y Pablo Casado-Santiago Abascal. Poco más. ¿Cómo va a quedar Casado tras los comicios de hoy? Esa es la gran incógnita.

No obstante, el PP esta vez tiene una carta en la manga. Un recambio que se llama Isabel Díaz Ayuso, si las cosas van muy mal. Una persona que conecta con amplios sectores de la población española, también en la Comunidad Valenciana. Que no tiene que amagar con Vox, porque sabe que al final va a tener que pactar y eso no le penaliza entre su electorado. Quizás todo lo contrario ¿O es que el PSOE no ha pactado con extremistas como Podemos o Bildu? Quien siembra, recoge.

Y entre tanto, Cs ve como uno de los proyectos más necesarios para la política española se va diluyendo como un azucarillo en un café. También este domingo se la juega Inés Arrimadas después de aquel pacto autodestructivo con Sánchez. A partir del lunes empieza una nueva partida. Ya veremos qué mano le toca a cada uno.