Un especialista mide a un niño en la consulta.

Un especialista mide a un niño en la consulta. istock

Familias

Cómo detectar si un niño padece obesidad infantil: Más allá del índice IMC

Una de las mayores lacras de nuestro tiempo según la OMS, la obesidad infantil, afecta a uno de cada tres niños. Los pediatras y especialistas utilizan diversas fórmulas para detectarla y corregirla.

17 mayo, 2023 11:16

Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada tres menores en Europa tiene sobrepeso. Cifra que se estima aumente hasta un 75% de aquí a 2035 hasta llegar a un total de 17 millones de niños y 11 millones de niñas de 5 a 19 años con obesidad.

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Se trata de un problema tan grave, que afecta aproximadamente a uno de cada tres niños en el continente. El sobrepeso y la obesidad se agravan más en el caso del género masculino, y en la población con menor nivel socioeconómico.

¿Cómo se mide?

Por el momento, y a pesar de algunas voces discrepantes, el indicador que se utiliza para valorar el sobrepeso y la obesidad tanto en los niños como en los adultos es el índice de masa corporal (IMC) que tiene en cuenta aspectos como el peso y la altura.

Además, de este dato también ciertos rasgos se han asociado con padecer obesidad. Por ejemplo, en niños con peso elevado que tienen un comportamiento altamente sedentario o se fatigan al caminar o correr.

Pero ¿qué se entiende por sobrepeso y obesidad? Los expertos en salud lo definen como un acúmulo excesivo de grasa en el cuerpo.

Cuando los menores llegan a la consulta, por regla general, los pediatras realizan una completa historia clínica que incluye hábitos de vida, alimentación y otros posibles síntomas. Por supuesto, es fundamental una exploración física completa, incluida una analítica de sangre. Así como en algún caso, se realiza una prueba de edad ósea, que consiste en realizar una radiografía de muñeca para ver el desarrollo del esqueleto óseo. Con frecuencia, los niños con obesidad tienen una edad ósea adelantada.

Índice IMC

Para estimar el contenido de grasa en el organismo, se utiliza el índice IMC, que se obtiene de dividir el peso en kilos entre la talla, en metros, al cuadrado.

En adultos, un IMC igual o por encima de 30 se considera obesidad y entre 25 y 29 sobrepeso. En el caso de los niños, el IMC varía según el crecimiento, y por ello se han elaborado tablas con estos indicadores en función del sexo.

Entre los 5 y los 19 años se considera que un menor tiene obesidad si su IMC está por encima del percentil 95 para su sexo y edad; y sobrepeso si su percentil está por encima del percentil 85.

Algunos pediatras prefieren usar gráficas, y ponen el corte en peso mayor a percentil 90 para sobrepeso y superior al percentil 97 para la obesidad.

¿Cuáles son las causas?

En algunos casos, la obesidad puede estar asociada a un síndrome genético, como el síndrome de Prader-Willi u otros. En otras ocasiones, puede deberse a una enfermedad endocrina o a una patología que afecte al sistema nervioso central. Sin embargo, lo más frecuente es que se deba a un desequilibrio entre las calorías que ingiere el menor y lo que gasta, es decir, que come más de lo que luego 'quema'. Este tipo de obesidad se denomina exógena.

Existen factores de riesgo:

Una dieta no adecuada. La alimentación está relacionada con la obesidad. Por lo tanto, tomar lactancia materna, el consumo frecuente de frutas y verduras y un contenido en grasas menor del 35% son factores que contribuyen a la protección y a no padecer la enfermedad.

Mientras que el consumo de alimentos procesados, bollería, azúcares refinados o grasas superior al 38% de las calorías diarias, son factores que contribuyen a padecer esta enfermedad.

No realizar ejercicio físico. Hacer poca actividad física o pasar más de tres horas al día viendo la televisión incrementa el riesgo de obesidad. Así como también mantenerse durante horas frente a la consola de juegos, el ordenador, y las pantallas en general.

El aumento en las cifras de obesidad que se ha experimentado en las últimas décadas se debe en gran parte, al estilo de vida sedentario de los más pequeños.

El consumo de proteínas durante los dos primeros años de vida. Varios estudios han encontrado una relación entre la elevada ingesta de proteínas a base de lácteos y proteínas de origen animal durante los primeros años de vida y la obesidad.

Progenitores obesos. El riesgo de ser obeso es mayor si uno de los padres es obeso, ya que se multiplica por 3 y por 15 si ambos lo son.

El peso de nacimiento. Los bebés macrosómicos (con peso superior a los 4 kilos) pueden tener más riesgo de padecer obesidad.

Horas de sueño. Una menor duración del sueño se relaciona con un mayor riesgo de obesidad infantil. En diversos estudios se ha comprobado que los niños que dormían 10 horas al día tenían menos prevalencia de obesidad que aquellos que dormían 7 horas al día.