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El Bosque de secuoyas de Buchabade en Ponte Caldelas, el más antiguo de Galicia

Su origen se remonta a la década de 1960, a un proyecto de repoblación puesto en marcha para convertir este terreno del Monta da Pena Moa en un vivero de semillas
Bosque de secuoyas de Ponte Caldelas.
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Bosque de secuoyas de Ponte Caldelas.
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De vivero de semillas a albergar la plantación más antigua del gigante californiano en Galicia: así es el Bosque de secuoyas de Buchabade ―o del Monte da Pena Moa―, en Ponte Caldelas, un rincón casi desconocido y repleto de naturaleza salvaje cuyo origen se remonta a principios de la década de 1960. Cabe destacar, que aunque la secuoya es un árbol endémico de costa norte y central de California, en Estados Unidos; esta especie que destaca por su altura y longevidad puede encontrarse en varios rincones de Galicia, como por ejemplo la ladera del Monte Castrove, en Poio, o la sierra do Galiñeiro en Gondomar.

En el caso del bosque de secuoyas de Ponte Caldelas, este surgió a raíz de un proyecto de repoblación puesto en marcha en la comarca por los técnicos del Centro de Investigación Forestal de Lourizán. Por aquel entonces, el monte comunal da Pena da Moa de Tourón tenía como objetivo convertirse en un semillero de especies autóctonas y foráneas, entre las que se encontraban los 40 ejemplares de secuoyas que, para sorpresa de muchos, todavía crecen a día de hoy en estos terrenos.

El bosque que sobrevivió al fuego

Corteza de una secuoya del bosque de Buchabade. Foto: Turismo Ponte Caldelas

A principios de los años 80, unos devastadores incendios asolaron los montes da Pena da Moa, arrasando con todo resquicio de flora y fauna a su paso. En el imaginario colectivo de vecinos y foráneos el fuego había puesto fin a aquel remanso de paz y naturaleza; y como resultado, el bosque de secuoyas de Buchabade cayó en el olvido durante décadas. Pero nada más lejos de la realidad, aquella singular arboleda sobrevivió a los incendios y volvió a recuperar su espacio con el paso del tiempo, dando lugar a un bosque de extraordinario valor histórico y paisajístico. 

Hace apenas unos años, un hallazgo fortuito por parte de un trabajador del Centro de Investigación Forestal de Lourizán volvió a poner en el mapa al bosque de secuoyas de Ponte Caldelas. De hecho, en las cortezas de la mayoría de estos ejemplares todavía pueden contemplarse las marcas dejadas por aquellos fuegos. Es importante señalar que el revestimiento exterior de la secuoya es altamente ignífugo, preparado para combatir casi cualquier adversidad y asegurar de alguna forma la superviviencia y desarrollo de la especie.

Otras curiosidades

Bosque de secuoyas en Ponte Caldelas. Foto: Pontecaldelas.org

Varios de los ejemplares que pueden verse en este bosque pontevedrés ya alcanzan unas dimensiones de unos 6 metros de radio y hasta 40 de alto, muy lejos todavía de los 115 metros que registra la secuoya Hyperión, considerado el ser vivo mñas alto del mundo. Más allá de su altura, otra característica reseñable de este árbol de hoja perenne, tronco robusto y color rojizo (que oscure con el tiempo) tiene que ver con su longevidad. De hecho, esta especie puede llegar a vivir entre 2.000 a 3.000 años.  

Aunque el principal atractivo de este bosque son sus secuoyas, existen otras especies de interés repartidas en parcelas por toda la zona. El pino de Oregón, por ejemplo, fue otros de los árboles plantados en la década de los 60 que hoy sobreviven en el Monte da Pena Moa. De hecho en la actualidad es el eucalipto la especie invasora que está ganando terreno y ejerciendo una presión desmedida sobre estos y otros árboles.

Coto da Siribela. Foto: Wikipedia

En esta misma línea de curiosidades, conviene señalar otro punto de interés que se encuentra a escasos kilómetros de distancia del Bosque de Secuoyas de Buchabade: los petroglifos de Tourón, un interesante conjunto de arte rupestre que abarca más de 150.000 metros cuadrados y que está compuesto por hasta cinco estaciones de petroglifos y grabados sobre rocas. Cazoletas, trísqueles, esvásticas o combinaciones circulares son sólo algunos de los motivos que pueden apreciarse en estos vestigios datados del final de la época del Neolítico y la Edad de Bronce.

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