Moisés, dueño de Churros Peñacorada, en un montaje de El Español

Moisés, dueño de Churros Peñacorada, en un montaje de El Español

Sociedad

Moisés, dueño de una churrería: "El churro es el producto más rentable, me cuesta hacerlo 2 céntimos y lo vendo por 30"

El dueño de Churros Peñacorada ha expandido el negocio familiar creado en 1981 y tiene nueve 'foodtrucks' y un obrador propio.

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Las claves

Churros Peñacorada nació en 1981 en Granollers y hoy cuenta con nueve foodtrucks y un obrador propio.

El negocio de la churrería es altamente rentable: cada churro cuesta 2 céntimos de hacer y se vende por hasta 30 céntimos.

Para compensar la estacionalidad, la empresa diversifica ofreciendo servicios en bodas, fiestas y catering para empresas.

La fidelidad de los clientes se basa en la tradición familiar, la atención personalizada y la reputación construida durante décadas.

Churros Peñacorada nació en Granollers en 1981 como el sueño de los abuelos de Moisés para darle una mejor vida a su familia. 44 años más tarde esa pequeña churrería tradicional se ha convertido en nueve foodtrucks y un obrador propio que sirve de centro de operaciones.

Las churrerías son negocios estacionales que sobreviven entre el humo del aceite, el frío de diciembre y el calor de la gente de los barrios. "Empezamos en octubre y abrimos todos los días mañana y tarde hasta abril", explica Moisés en una entrevista con Eric Ponce.

Para compensar la bajada de ventas en verano, ha diversificado Churros Peñacorada en diferentes verticales de negocio que le dan mayor estabilidad durante todo el año. Como por ejemplo participar en bodas, fiestas mayores y catering para empresas.

Un producto con mucho detalle y cariño al cliente

En las churrerías de Moisés casi todo se hace al momento. Los churros y las porras se fríen delante del cliente, pero algunos productos más específicos, como pueden ser los churros bañados en chocolate, se hacen en el obrador y luego se reparten por todas las foodtrucks.

Esta metodología está estructurada para que, según explica Moisés: "El trabajador se tenga que centrar en las menos cosas posibles. Que la churrería esté muy limpia y sobre todo el trato. Dirigirse y hacer sentir al cliente de la mejor manera".

Moisés señala que las churrerías móviles tienen un rango de precios considerablemente amplio. Las pequeñas se pueden encontrar desde los 15.000 y 20.000 € de segunda mano. Y las más grandes, si son nuevas, cuestan alrededor de 70.000 €.

Las foodtrucks de Churros Peñacorada van desde tres hasta siete metros de largo. "En los puestos fijos en los barrios y eventos corporativos o bodas llevamos los pequeños. Para ferias y fiestas mayores llevamos el puesto más grande y visible", aclara Moisés.

Moisés, dueño de una churrería

En comparación con otro tipo de negocios, la inversión inicial para montar una churrería móvil es bastante menor. Moisés sostiene que: "Con esfuerzo y estando en puntos fijos en invierno y en fiestas mayores en verano, se puede rentabilizar en un año como mucho".

Desde la perspectiva de Moisés, la rentabilidad de los churros es brutal. "Un churro me cuesta hacerlo 2 céntimos y lo puedes vender entre 28 y 30 céntimos más o menos tal y como está ahora el mercado", precisa.

Tradición, sabor y nostalgia

El cariño en el barrio y la nostalgia asociada a los churros crean una base de clientes muy fiel. La estabilidad proviene de la reputación acumulada durante décadas. "Nos vienen a comprar los nietos de los abuelos que empezaron con nosotros, destaca Moisés.

Es un negocio muy vocacional. "Si no lo sientes, no montes una churrería. Es una tradición que tiene que ir arraigada dentro de ti, no una inversión, no es algo tan frío. Esto para nosotros no es nuestro negocio, es nuestra vida, es nuestra familia", confiesa Moisés.