El chef ha cumplido su sueño.

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Sociedad

Alfonso, dueño de un bar con 24 años: "Cuando empezamos estábamos de 10 de la mañana a 1 de la mañana sin parar"

El joven emprendedor detalla cómo pasaron de ser un conocido delivery de la capital a un restaurante de comida asiática en el que tienen "que doblar".

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Las claves

Alfonso, con solo 24 años, abrió junto a su pareja María el restaurante Red Panda en Madrid, centrado en comida asiática sin gluten.

Comenzaron como una "Dark Kitchen" solo para pedidos a domicilio, pero el éxito les llevó a abrir un local pequeño en el barrio de Maldonado.

El trabajo en el restaurante es intenso, con jornadas largas y mucho esfuerzo, aunque reconocen que servir a los clientes en persona es muy gratificante.

Tras seis meses abiertos, planean ampliar el espacio y demuestran que los jóvenes pueden sacar adelante negocios originales y exitosos con dedicación.

Abrir un negocio hoy en día no es pan comido, y menos si eres joven. Los alquileres son caros, los clientes son exigentes y, muchas veces, la experiencia falta.

Aun así, hay quienes se lanzan a la aventura y logran sacar adelante proyectos tan originales como el de Alfonso y su pareja, María, con su restaurante Red Panda en Madrid.

Alfonso tiene 24 años y ya sabe lo que es trabajar duro en la cocina. Aunque empezó a los 18, no fue hasta "los 21 o 22" cuando se metió de lleno en este mundo.

Según explica en El Chef en cocina, su sueño siempre fue tener un local propio, un proyecto que comparte con María, y que además da nombre al restaurante ya que era el apodo con el que Alfonso le llamaba a ella.

La propuesta del restaurante se centra en comida asiática y casi todo es sin gluten, algo que los hace distintos pero que a veces les complica conseguir algunos ingredientes.

Al principio fueron con calma. Empezaron en Tetuán como una "Dark Kitchen", solo pedidos a domicilio, para probar si la comida gustaba en la capital.

Su éxito fue tal que el delivery se les quedó pequeño y se animaron a abrir un "localito" en Maldonado.

Alfonso dice que la mejor parte de tener un local es "poder servir a alguien y que se coma el plato en directo y verle la cara", ya que comparado con el servicio a domicilio esto "mola bastante más".

Sin embargo, los comienzos no fueron oro en paño. Alfonso recuerda que "cuando empezamos estábamos de 10 de la mañana a 1 de la mañana sin parar". Ahora, con "una mano más", las horas han bajado, pero reconoce que siguen trabajando mucho.

El local es pequeño, así que rentabilizan el espacio "doblando mucho" las mesas, sobre todo de jueves a sábado por la noche.

Por otro lado, el chef reconoce que trabajar en pareja tiene sus altibajos, con "días mejores y días peores", pero lo que más les motiva es triunfar junto a quien quieren.

Así, tras seis meses de trabajo en el nuevo restaurante y planes de ampliar el local para tener más mesas o una barra, Alfonso y María han demostrado que, con ganas y esfuerzo, los jóvenes también pueden montar un negocio exitoso y, además, diferente.