Pablo Tortosa, fundador de Altarebrand.

Pablo Tortosa, fundador de Altarebrand. Cedida.

Sociedad

Pablo Tortosa (22), dueño de una marca de moda cristiana: "Arranqué con 2.000 euros y confío en Dios, el mejor socio"

El joven valenciano ha fundado Altarebrand, una marca de moda que busca unir fe y elegancia a través de un diseño sobrio y contemporáneo.

Más información: Fichamos en Mango la chaqueta más elegante y versátil: disponible en hasta 11 tallas y dos colores

Publicada

Las claves

Pablo Tortosa, un joven valenciano de 22 años, ha fundado Altarebrand, una marca de moda cristiana que fusiona la fe y la elegancia en sus diseños.

El proyecto nació al identificar la falta de ropa que reflejara la fe cristiana de manera discreta y con estilo, especialmente para jóvenes.

Tortosa comenzó el emprendimiento con 2.000 euros ahorrados, aprendiendo sobre producción, gestión y reinvirtiendo cada ganancia para mejorar la marca.

Altarebrand planea lanzar nuevos productos y colecciones especiales, manteniendo una esencia atemporal y aspirando a apoyar iniciativas solidarias en el futuro.

Hay proyectos que nacen de la intuición, y otros que brotan de algo más profundo. En el caso de Pablo Tortosa, la inspiración llegó de su fe.

Desde Valencia, este joven emprendedor de 22 años ha creado Altarebrand, una marca que convierte la moda en un espacio de encuentro entre lo cotidiano y lo cristiano.

Su primera colección, "San Juan. Luz que permanece", propone prendas sobrias, de líneas limpias, donde la belleza y la creencia se convierte en moda.

Modelos de la marca.

Modelos de la marca. Cedida.

Tal y como comienza relatando el emprendedor a EL ESPAÑOL, el impulso inicial surgió en octubre de 2023, cuando Tortosa comenzó, según sus propias palabras, "a vivir la fe de forma real".

En aquel momento sintió la necesidad de encontrar ropa que reflejara su creencia "sin gritarlo", pero con estilo y coherencia.

"Si esto está saliendo adelante, es gracias al Espíritu Santo, no a mí"

Pablo Tortosa, fundador de Altarebrand

La búsqueda resultó infructuosa, y de esa carencia nació la semilla del proyecto. Durante su viaje de Erasmus en 2025, empezó a anotar frases, bocetar logotipos y compartir ideas con su entorno más cercano.

"Después de rezarlo mucho -recuerda- confirmé que existía un hueco: jóvenes que quieren vestirse bien y, al mismo tiempo, testimoniar sin disfrazarse con diseños exagerados".

Sin embargo, el camino del emprendimiento no está siendo sencillo. "Empecé con miedo y decisión a la vez", admite.

Sin experiencia previa en el sector, tuvo que aprender de todo: desde producción y tallajes hasta plazos, proveedores y gestión de inventario, mientras compaginaba estudios y trabajo.

"Me equivoqué en tallas, en tiempos y en procesos, pero esas lecciones me hicieron más exigente. Y sobre todo, y por encima de todo, confiando en el mejor socio del mundo, Dios, el cual me ayuda y me orienta en cada decisión", afirma.

La clave, asegura, que está en la sutileza. El simbolismo religioso se integra con naturalidad, sin limitar el alcance de la marca. "No soy experto en nada, así que si esto está saliendo adelante, es gracias al Espíritu Santo, no a mí", añade.

No obstante, Tortosa es consciente de que la fe no excluye el esfuerzo ni la planificación. Por eso decidió dar pasos prudentes, con una base económica sólida y mucho aprendizaje personal.

"Arranqué con 2.000 euros que había ahorrado trabajando", apunta. Desde entonces, ha reinvertido cada ganancia en mejorar materiales, procesos y acabados.

"Si una prenda abre una conversación que acerque a alguien a Dios, ya habrá valido la pena"

Pablo Tortosa, fundador de Altarebrand

El margen, explica, es "sano pero prudente". Prefiere avanzar despacio y con coherencia antes que depender de descuentos o estrategias agresivas.

"Ahora mismo todo se reinvierte. Cuando la facturación lo permita, queremos apoyar iniciativas de caridad", adelanta.

Más que una marca, Altarebrand se presenta como una forma de comunicar la fe a través de la belleza. "Evangelizar desde la belleza", resume su fundador, que considera que vestir también puede ser una forma de testimonio.

"Quiero normalizar que un joven pueda vestir su fe con elegancia y sin pedir perdón por creer. Si una prenda abre una conversación que acerque a alguien a Dios, ya habrá valido la pena", manifiesta.

Pero eso no es todo, de cara a los próximos meses, el proyecto prevé incorporar nuevos productos, como tote bags, pulseras o carteras, e incluso lanzar colecciones especiales vinculadas a los tiempos litúrgicos.

Todo ello, sin perder la esencia atemporal que caracteriza a la marca. "Si Dios quiere y esta marca forma parte de su plan, él será quien marque el próximo paso", concluye con serenidad.